Robledo Ortiz es un lírico. La poesía lírica tiene por base la imaginación y el sentimiento.
En la producción de nuestro poeta antioqueño hay una acción unitaria y un diseño interior, con un soporte brillante: el musical manejo de la palabra y de la imagen literaria, que lo asemeja a los simbolistas. Es maestro en el empleo de símiles, metáforas, personificaciones, alegorías, paradojas y, en muchos versos, las hipérboles.
Actualmente, el afán de mostrar analíticamente la realidad pugna por liberarse de las normas poéticas: ante todo, de la musicalidad y del mensaje (no hemos dicho: métrica ni rima). Lo nuevo quiere moverse con sus íntimos análisis, de ahí: la poesía tan extraña, sin ritmo, sin puntuación y con mensajes cabalísticos.
Robledo Ortiz no descuida el compromiso de crear belleza, (algún novelista inglés dijo que crear belleza (poesía) “no es hablar de la rosa; es hacer que la rosa florezca en el verso”).
Es abrillantar las imágenes literarias dentro de un contexto.
Robledo Ortiz es un lírico. La poesía lírica tiene por base la imaginación y el sentimiento. Se ha dicho que la imaginación está vinculada con la experiencia del poeta, de donde proviene toda la riqueza del contenido de su producción. Por la entraña de la poesía circula la savia que proviene de la vida y que erige al verso en una señal, en un signo para que los lectores comprendan al autor y el mundo interno y el externo en que se desenvuelve.
La poesía es la vida que se prodiga con generosidad en la creación artística, pulsa con amor en las cosas humildes, y despierta resonancias en el lector.
Esta es una de sus más bellas producciones, además de las muchas connotaciones…….
La patria que buscamos
La patria que buscamos
es una patria buena
donde la voz del pueblo sea la voz de Dios.
Una patria que agite la savia en sus banderas
y al ofrecer el trigo de sus espigas nuevas
cante junto al molino del viejo corazón.
La patria que buscamos es la noble parcela
donde la sed del alma sea una sed de amor.
Una patria sin odios, sin sombras ni cadenas,
donde los hijos puedan cultivar sus cosechas
sin esconderle al monte sus gotas de sudor.
La patria que buscamos
tiene la piel morena
quemada por los rayos de un sol agricultor.
Una patria cristiana que eleve en cada aldea
la Cruz de un campanario, la lumbre de una escuela,
el pan de cada día y un grano de ilusión.
La patria que buscamos
es la antigua querencia
con cal de los abuelos y fe de su dolor.
Una patria que pueda creer en sus profetas
y conquistar la altura sin hundir la conciencia
ni enlodar los cuarteles azules de su honor.
La patria que buscamos
es la entraña materna
que empuja hacia el futuro toda palpitación.
La patria que fabrica con la misma madera
los tiples y las cunas, los sueños y las penas,
al niño su juguete y al anciano su bordón.
La patria que buscamos
es una patria entera
sin miembros mutilados por golpes de pasión.
Una patria que escuche de frontera a frontera,
los salmos de los jóvenes, los rezos de la abuela,
la copla del trapiche y el himno de la unión.
La patria que buscamos
es la patria fraterna
que fue angustia sin ecos en el Libertador.
Una patria segura donde los hombres puedan
ambicionar la altura sin borrar las estrellas
y «pescar en las noches» sin redes de pavor.
La patria que buscamos
sube por nuestras venas
ofreciéndole surcos al milagro del sol.
Una patria que anhela ver justicia en su tierra
y cambiar por mazorcas las palabras en guerra
y enseñarle a la herida vendajes de perdón.
La patria que buscamos
es el limo de América
que dominó los Andes a golpes de azadón.
Una patria que nutra sus raíces eternas,
con los amaneceres que el porvenir despierta
sobre la sangre en marcha de una generación.
La patria que buscamos
tiene luz ecuménica
para esta madrugada de clarines en flor.
Somos los alfareros de una Colombia nueva,
y haremos con su arcilla himnos de primavera
que enarbolen las glorias de nuestra tradición.