Weguer para los chocoanos, wérregue para los antioqueños o guinul para los nariñenses, la palma verde es el principal insumo para los jarrones y cántaros wounaan, una de las artesanías más emblemáticas de Colombia.
En la cuenca del bajo San Juan, en el Chocó, los indígenas wounaan aprendieron a trenzar el wérregue. Se trata de un tejido con “paredes tan sólidas” que permiten hasta el transporte de agua, y es, además, una creación autóctona y exclusiva de Colombia.
Arsenio Mayo Ortiz es líder de la tribu wounaan y la definió como una “artesanía de la fibra”. Él es uno de los indígenas que hace parte de la exhibición de Expoartesano 2018.
Cada pieza que vende don Arsenio esta hecha totalmente a mano. En la técnica que heredó de sus ancestros crea manillas, brazaletes, bandejas, platos, jarrones o cántaros y canastos.
Los jarrones son los más tradicionales en su etnia, en cambio los cántaros son una versión más alargada del mismo que representó una evolución del producto, para darle otros usos a los que inicialmente les daban sus ancestros.
“Cada jarrón tiene su significado y su historia en la tradición indígena”, expresó Mayo Ortiz. Ello, da cuenta de la simbología de esta etnia en sus creaciones, la cual fue heredada de “los mayores”.
Los jarrones tienen en su estructura formas que representan la ingeniería usada por los ancestros de esta tribu en la construcción de casas. “Las imágenes que forma el tejido nosotros las llamamos ‘dichardí’, que en español es similar al significado de la palabra templo”, narró, también llevan consigo la historia de cómo vivían y cómo se asentaron en el territorio que ocuparon hasta ser desplazados por la violencia, hace algunos años.
En la tribu wounaan la vivienda tradicional es el "tambo", similar en estructura al jarrón, a eso es lo que ellos llaman “dichardí”. Es una construcción circular de techo cónico, que esta comunidad indígena la cubre de paja y de hojas de palmas y en ella viven las familias extensas.
Los jarrones son utilizados por los wounaán para orar, como recolector de la ofrenda; en las mingas, aguardando las peticiones, o en las tareas del hogar.
Otro uso que se le dan es en el trabajo de la tintura de la misma paja que emplea para el tejido, también para plantar plantas, guardar abono o otra provisión que requieran a futuro.
“Es que es sagrado para nosotros y de ahí sacamos nuestros productos”, dijo Arsenio.
También son utilizados como “una protección”, “creemos que ellos apartan a los espíritus”, por eso a la persona que los compra yo le digo que le va alejar las malas energías o cualquier cosa negativa, porque él no permite que lleguen a dónde está el jarrón”, explicó Mayo Ortiz.
“Por eso la gente que llega al stand los ve y de una vez dicen: ‘¡Tan hermosos!’, porqué, ya ahí se apartó la mala energía y ese alma se conectó con la esencia del jarrón. Es la representación de cuando se absorbe la mala energía y la persona inmediatamente se expresa con buena energía”, continuó el indígena.
Los tejidos y la hilada son iguales para los jarrones y los cántaros, lo que cambia es la medida de la puntada utilizada.
Algunos tejidos indican caminos largos otros caminos cortos, en cambio otros muestran conexiones diversas entre el principio y el final, de ahí, de nuevo indicó don Arcenio, que todo jarrón tiene su significado.
En cuanto a los cántaros, estos indígenas también los confeccionan sin cuello, sólo por cumplir un capricho de sus clientes. “Mucha gente nos ha dicho que lo quieren así, porque para ellos se ven más hermosos, pero igual el diseño y la simbología no se cambia, lo que se modifica es el acabado”, declaró.
Los wounaán también hacen platos y bandejas y ellos tiene un significado casi similar, pero esta vez para “proteger” los alimentos a consumir.
La planta de la cual sacan las fibras para sus tejidos está en el monte, y eso representa algo sagrado, ya que su uso implica que el indígena se desplace hasta allá, un lugar muy alejado, por ella. Esa plantaes el wérregue o palma verde.
Pero los wounaan deben afrontar un desafío primero antes de utilizarla. Cuenta la tradición de esta tribu que cada niño que sabe trabajar el wérregue es primero un experto en choclatillo.
Los indígenas del litoral de San Juan chocoano se acercan al tejido con wérregue gracias a la palma del chocolatillo. Primero, aprenden desde la sabiduría de los mayores, pasan largo tiempo observando a los adultos de la tribu. Después, se empieza a elaborar objetos decorativos con las fibras del chocolatillo, se vuelven unos expertos, y en e ese primer acercamiento a la tradición aprenden a armar maceteros, cántaros, petacas y canastos con esta técnica.
Le sigue el adiestramiento en el doblaje del chocolatillo, que es un material flexible; este adiestramiento es “la garantía” de que “sus manos están domadas”.
Finalmente, cada niño se puede enfrentar al desafío que representa la palma de wérregue, se dice que “cuando manejas el chocolatillo tienes la capacidad para trabajar en wérregue”, añadió don Arsenio.
La decisión de quién la trabaja en su comunidad, si son los hombres o las mujeres de la casa, llega de común acuerdo, sin embargo, tradicionalmente las mujeres son las artesanas de la comunidad indígena wounaán, las que tejen, y los hombres están encargados de buscar la materia prima.
Contó el indígena wounaan que al plasmar la tradición de su pueblo en los jarrones y canastos de wérregue ellos sienten que están compartiendo su saber, y cada persona que se compra alguna de sus artesanías se lleva, entonces, las creencias y las tradiciones de su etnia consigo.