En Ituango todavía hace falta mucho por construir. Lo primero es Estado, y lo segundo, oportunidades
Hacer un ejercicio de visualización es, en ocasiones, tan esperanzador como complejo, más cuando se ha vivido bajo el yugo del miedo por un prolongado conflicto armado. Ituango es un municipio clave en la etapa de posacuerdo en el país, por eso tiene que ser capaz de imaginarse y planearse, por ejemplo, a 2030, cuando en su territorio se genere el 17% de la energía del país, se puedan navegar —como es muy probable que sea— los 70 kilómetros que los separan con Santa Fe de Antioquia y el miedo a ser secuestrado sea parte del pasado. Razones que harán seguramente de este municipio un referente turístico, de desarrollo y no de dolor.
De Ituango hay suficientes historias desgarradoras. 609 atentados terroristas entre 2010 y 2014; 356 muertes violentas en 2010 y una tasa de muertes violentas de 52,39 por cada 100 mil habitantes en 2015 de acuerdo con Medicina Legal, 44 muertos y 192 heridos —entre civiles y militares— por minas antipersonal entre el 2013 y 2016.
Entre tanto, avanza el proceso de recolección de firmas para la revocatoria del mandato de su alcalde, como curiosamente también se está cocinando en otros municipios del país que son enclaves en el posacuerdo. Pueda ser que esta no sea la génesis de nuevas formas de promoción de la inestabilidad institucional como arma de enfrentamiento político.
De no superarse ese revanchismo político, será aún más complejo levantar cabeza e imaginar un futuro más prometedor. Así, aunque lleguen las oportunidades de la mano de obras como Hidroituango, la traducción en condiciones de desarrollo para la comunidad serán escasas, si la dirigencia del municipio se enfrasca en zancadillas por el poder. En Ituango todavía hace falta mucho por construir. Lo primero es Estado, y lo segundo, oportunidades.
Por ejemplo, la cárcel municipal es custodiada por tres guardianes —no dragoneantes adscritos al Inpec— que no tienen ni el armamento, ni los equipos de comunicación necesarios para la custodia de los reos. Ahora bien, la construcción de Hidroituango, la hidroeléctrica más importante del país, actualmente tiene ocupados a unos 11.000 trabajadores, buena parte de ellos de los municipios de influencia como Ituango donde hay prácticamente óptimo empleo. Sin embargo, ¿qué pasará cuándo finalicen las obras civiles?
Ituango también, aprovechando los beneficios tributarios contemplados en la reforma tributaria y las bondades competitivas brindadas por las nuevas vías y la futura presa, podrá ser receptor de pequeñas y medianas empresas a las que se les brinde la confianza para asentarse en el territorio. Pero la confianza requerida no será solo en seguridad, también en institucionalidad. Por eso es necesario darse la oportunidad de imaginar qué historia se va a construir.