Es difícil viviendo en Colombia saber que existen muchos mitos sobre nuestro país en el extranjero, sobre todo en los Estados Unidos, que son erróneos lugares comunes al parecer imposibles de combatir.
Es difícil viviendo en Colombia saber que existen muchos mitos sobre nuestro país en el extranjero, sobre todo en los Estados Unidos, que son erróneos lugares comunes al parecer imposibles de combatir.
Recientemente hice varias consultas en las redes para elaborar una conferencia que debo dictar en una ciudad norteamericana a un público no del todo experto en Colombia, y comprobé que persisten 10 absurdos mitos sobre nosotros en ese país.
El primero es que muchos creen que Colombia se llama Columbia. Es tan fuerte el error que existe una red de ciudadanos colombianos organizada para combatir esa idea y hasta se les ha dado cubrimiento en un importante noticiero norteamericano.
Es un pequeño y casi desolado país debajo de México, piensan muchos, y toca decirles que estamos en Suramérica y que somos de los cinco más grandes y más poblados países de Latinoamérica, con salida como ellos a los dos océanos, pero además con tres cordilleras altísimas y una gran selva amazónica.
También se cree que como en Bolivia o Guatemala la mayor parte de la población es indígena, o en otros casos afro americana del modo que lo es en algunas islas caribeñas. Estamos orgullosos de nuestra diversidad, pero deben saber que los indígenas no son más del 2% y los afros americanos no llegan al 5% en Colombia.
Del mismo modo se piensa que es una joven nación y en construcción. Será importante recordar que nos independizamos hace como 200 años, sólo unos cincuenta años más tarde que los Estados Unidos, y que optamos desde el principio como ellos por un modelo liberal en lugar de uno monárquico.
Al parecer creen muchos que nuestras instituciones son débiles y simples. Valdría la pena enviarles un ejemplar de nuestra Constitución de 1991, con su entramado complejo de división de poderes y sofisticadas figuras como la Tutela o las formas de participación directa, acompañada de las estadísticas de lo bien que ha funcionado en muchos aspectos.
Se tiene la idea también de que Colombia es un país pobre y estancado, dependiente del narcotráfico. Se sorprenderían quienes así piensan y revisen las cifras simples de Internet sobre nuestro PIB, que nos sitúa aproximadamente en el puesto 30 en el mundo, sin contar otros índices que los sorprenderían.
Quizá por nuestros propios artículos muchos creen además que aquí no hay justicia y el poder político está incontrolado. Habría que preguntarles ¿por qué entonces casi un centenar de políticos fueron acusados y muchos condenados si no hay independencia de poderes?
Se piensa igualmente que debido al conflicto armado de más de medio siglo vivimos como en una guerra civil permanente sin vida cotidiana normal. La marejada de viajeros que están llegando a Colombia no pueden entender cómo estuvieron tantos años engañados a este respecto. Sobre todo los que ya no se quieren ir.
Por culpa del mal Hollywood en parte, o por la publicidad de la izquierda, se cree además que Colombia tiene pésimas relaciones con los Estados Unidos. Si lo estudian bien, verán que somos de los pocos países con casi nulos conflictos o de muy poca duración con el enorme vecino de arriba, incluso en las actuales circunstancias de ese país.
El décimo mito es que nos sentimos engañados por el destino al haber nacido y vivir aquí. No tienen idea de cómo está la gran mayoría orgullosa de nuestra exuberante naturaleza y el goce por la vida de nuestros compatriotas, sin contar siquiera con el hecho de ser la cuna del escritor y del pintor más importantes del siglo XX.
El decimoprimero sería que nos resignamos frente a los problemas o los evadimos por desesperanza, una muestra de lo cual sería un artículo como este. Todo lo contrario, somos al mismo tiempo hipercríticos con nosotros mismos y súper optimistas. ¡Qué no lo entienden! Nosotros tampoco. ¡Pero así somos