En desarrollo de una gira por América Latina, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, incluyó a Colombia dentro de su agenda y, tras reunirse ayer con el presidente  Juan Manuel Santos, dejó claro que su intención, más allá de la cooperación, la economía y el asesoramiento en asuntos de seguridad, fue la de ejercer el contrapeso necesario ante la expansión de los tentáculos de sus históricos enemigos en este hemisferio.

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La relación de Israel y Colombia no es nueva, pese a que la de ayer fue apenas la segunda visita de un primer ministro de ese Estado a nuestro país. Si bien se recuerda, no sin cierta incomodidad, la asesoría militar para la lucha contra los carteles de la droga, que terminó abonando el terreno para el surgimiento del paramilitarismo, la relación comercial ha sido creciente hasta consolidarse con la firma de un TLC en 2013, que abrió un mercado de ocho millones de personas al café y el carbón, entre otros productos tradicionales colombianos, mientras al país comenzó a llegar más maquinaria, elementos químicos, textiles, armas y plásticos.

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Y si bien esta visita dejó como hechos concretos la creación de un fondo bilateral de innovación y acuerdos para el apoyo en la aplicación de tecnología a la agricultura, la cobertura de agua, la ciberseguridad y el fomento del turismo entre ambas naciones, Netanyahu fue directo al señalar que el ?terrorismo islámico militante? ha llegado a Latinoamérica de  la mano de Isis e Irán, dejando como principales víctimas a ?los musulmanes y al resto del mundo?, por lo cual hizo un llamado a la unidad contra tal amenaza.

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No hay que esforzarse demasiado para entender que, cuando dice que los lazos de Irán están en todas partes, está hablando de Venezuela. Y el llamado en su calidad de principal socio de  los Estados Unidos en Medio Oriente, que ya hizo en Argentina y que hoy hará, sin duda, en México, traza un eje de contrapeso a la amenaza yihadista que, en las actuales circunstancias, tiene las puertas abiertas de par en par en territorio venezolano.

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No hay que echar en saco roto el llamado del primer ministro israelí, que sabe mejor que nadie lo que significa tener vecinos, no solamente incómodos, sino peligrosos. Otra voz que se une al clamor nuestro y de muchos ?incluido el papa Francisco- para que el mundo detenga su mirada en esta parte del mundo para contener el avance del terror y la violencia.  La Asamblea General de la ONU, que inicia la próxima semana, debe ser un escenario clave en este propósito.