Durante los interminables años de “negociaciones” para la entrega del país a las Farc llegamos a pensar que ese grupo narcoterrorista controlaba, física y mentalmente, los territorios que dominaba. De ahí que tendiéramos a resignarnos al regalo de diez curules en el congreso, porque se pensaba que ellos obtendrían apreciable votación después de la firma del AF. Además, se pensaba que en 2019 la elección de gobiernos locales (gobernadores y alcaldes, diputados y concejales) daría a las Farc mayoría en 217 municipios...

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Pero como “en más de una ocasión sale lo que no se espera”, las Farc resultaron ser algo así como la perrilla de Marroquín, con apenas 52.000 votos…

Si llenas de dinero propio y de amplios recursos presupuestales, las Farc no alcanzaron nacionalmente ni siquiera para elegir un representante, ¿cómo es posible que les vayan a regalar diez curules? ¡Y eso que milagrosamente no les encimaron las 16 adicionales que Santos les prometía!

En consecuencia, la amenaza electoral de las Farc para 2019 no representa el aterrador dominio territorial pronosticado sobre 217 municipios y varios departamentos, a menos que a la hora de nona siempre les entreguen, gratuitamente y para ser sostenidas por el gobierno, 20 poderosas estaciones cuidadosamente ubicadas, destinadas a emitir, a partir del próximo noviembre de 2018, día y noche, propaganda política para que los candidatos de las Farc, disfrazados de dirigentes cívicos, luchadores de paz y promotores de derechos humanos, sean elegidos en varios departamentos y multitud de municipios.

De la infinidad de concesiones absurdas a la guerrilla, lo de las emisoras no es de poca monta y no debe pasar desapercibida.

A mayor conocimiento popular de las fuerzas subversivas, mayor repudio electoral, como se vio en las elecciones del 11 de marzo en los lugares donde la votación por los partidos democráticos fue más arrolladora, lo que nos indica hasta dónde sería estúpido entregarles 20 emisoras, con las consiguientes consecuencias políticas con el propósito de hacer prácticamente imposible la gestión del nuevo gobierno en buena parte del país.

Ahora bien, hagamos una sencilla regla de tres: Si 50.000 votos merecen 20 emisoras, ¿cuántas se les deben entregar a los otros partidos, en un régimen de igualdad ante la ley y democracia representativa?

El anterior ejercicio, de reducción al absurdo, demuestra de la manera más clara el sesgo totalitario y antidemocrático del AF.

Si el pueblo colombiano manifestó electoralmente su absoluto repudio de las Farc, ¿cómo es posible persistir en el empeño de entregar un país con 34 millones de electores a un grupúsculo que cuenta apenas con el 0.14 % del censo?

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Como la justicia ordinaria está bajo la influencia del cartel de la toga, estrechamente relacionado con otro cartel  influyente en la JEP, nada más urgente que una reforma estructural de la rama, para que en vez de cinco órganos de cierre tenga solamente uno, profesional, apolítico, imparcial, respetable y sometido a la ley.

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¡Muchas veces mejor Duque, desconocido hasta hace seis meses, como dicen sus detractores, que Petro, bien conocido de autos desde hace 30 años!

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En la Deutsche Welle acusa alguna politóloga catalana a los colombianos de preocuparse más por la corrupción que por la paz, como si la paz fariana no fuese la mayor corrupción porque destruye el derecho, la justicia y la democracia.

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Frente a los delitos electorales se requiere una investigación objetiva y un juzgamiento imparcial, porque se ha desatado una caza de brujas donde al lado de acusaciones verosímiles aparecen otras delirantes, torticeras, sesgadas y proferidas con odio, mientras se distrae a la opinión frente a las inhabilidades inocultables del tartufo Mockus, taimado y multimillonario receptor de mermelada, y del mayor defraudador del Distrito de Bogotá, porque la presencia de ambos es conveniente para reforzar la soez microbancada de la impunidad.

Comentarios:

Edgar
2018-06-27 08:15:38

Excelente columna , como para saber que alguien por acá no traga entero.

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