Indignación es el sentimiento que albergamos los colombianos frente a los descomunales actos de corrupción cuya letrina se ha destapado en los últimos meses.
Indignación es el sentimiento que albergamos los colombianos frente a los descomunales actos de corrupción cuya letrina se ha destapado en los últimos meses.
Indignación porque al fin la mayoría está comprendiendo que parte del esfuerzo que hacemos al pagar impuestos se dirige a unos cuantos que de varias maneras se apropian ilícitamente de ese esfuerzo, del dinero que le prestamos al Estado para que nos sea retornado en obras, en servicios, en unas instituciones fuertes, en una democracia seria, en la formulación y aplicación de políticas públicas que nos saquen de tantos atrasos e inequidades.
Indignación siento y siempre la he sentido como lo deben recordar los lectores que también la sienten: son numerosas y hasta repetitivas mis columnas referentes a mi indignación por la corrupción en general y por hechos que la materializan en todo el país.
Indignación que nos debe llevar a aplaudir la labor del Contralor General y del Fiscal en la investigación de los últimos hechos, como la esperamos del nuevo Procurador. Pero la lucha contra la corrupción no puede quedar solo en manos de estos tres funcionarios: requerimos el concurso decidido y eficaz de las demás instituciones del Estado, de los gremios, de los empresarios y de todos los ciudadanos.
Indignación la que sentimos la semana pasada con el video donde tres atracadores en moto robaban dos celulares a los ocupantes de un vehículo a plena luz del día en Medellín, pero mayor indignación debemos sentir cuando en la soledad de las oficinas “prestantes” personajes nos roban silenciosamente bienes públicos millones de veces más cuantiosos. Aquí prevalece la protección a la propiedad privada sobre la protección a la propiedad pública.
Indignación que sin demagogia nos debe hacer clamar que si perdemos estos momentos de efervescencia y calor para derribar este flagelo entre todos, será casi imposible hacerlo después. Las dos náuseas más pestilentes por cuantiosas y descaradas, Reficar y Odebrecht, son la gran oportunidad de despertar la consciencia nacional sobre esta felonía consuetudinaria, la oportunidad de entender su envergadura y de tomar medidas permanentes cada uno en el campo que le competa.
Indignación nacional sin color político ni cálculos electorales -aunque habrá consecuencias en las próximas elecciones- porque es un error encasillar en la polarización que sabemos los casos de Odebrecht y Reficar: sería una manera de ‘encortinarlos’ con humo. En Colombia el partido más dañino es el “Movimiento Corrupto” cuyos miembros se camuflan en varios partidos unos y por fuera de aquellos otros.
Indignación sin cacerías de brujas porque no todos los partidos ni todos sus miembros ni todos los funcionarios ni empresarios son corruptos, pero con unos pocos basta para ensuciar a toda la clase política, a todo el Estado y a todo el empresariado. A Colombia.
Indignación por los corruptos sobre quienes debe caer, no solo todo el peso de la ley como se dice, sino también todo el peso moral de la sociedad.
Indignación con inteligencia para comprender las dimensiones y causas someras y profundas de este cáncer, porque a la par de la judicialización hay que actuar de manera paralela contra el fenómeno como tal: Una cultura enquistada en todos los sectores de la sociedad, con varias caras y practicada en la totalidad de las regiones del país.
Indignación por todo lo que implique corrupción o sus balbuceos: La cultura del vivo, sí, esa tan mencionada, es la génesis de este fango que no salpica sino que engulle. Y desde ahí hay que empezar. Desde “no sea bobito mijo y échele mano a eso”, desde no hacer “pastel” en los exámenes de la escuela, desde no colarse en la fila, desde no quedarse con las vueltas del mandado.
Indignación que nos dé claridad mental y fortaleza para combatir la corrupción desde su mínima hasta su máxima expresión. Combatirla educando, combatirla dando ejemplo, combatirla capacitando, combatirla previniéndola, combatirla denunciando, combatirla investigando, combatirla juzgando, y combatirla sancionándola penal y socialmente.
Indignación, qué más sentir, qué más decir. Detalles en la prensa informativa porque “noticia en desarrollo”…