Los indígenas saben los efectos del cambio climático y por eso desde hace años, ya sea solos o como ahora, acompañados del Gobierno a través del Ministerio del Medio Ambiente, impulsan iniciativas para mitigar ese fenómeno.
Preocupados por los daños causados por el hombre, indígenas de cuatro comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta, el sistema montañoso frente al mar más alto del mundo, trabajan por la preservación y recuperación de sus ecosistemas, también víctimas del conflicto armado.
Por eso, liderados por la etnia de los arhuacos y respaldados por los koguis, wiwas y kankuamos, en cooperación con el Gobierno colombiano, que los provee de recursos y asistencia técnica, desarrollan el programa “Guardabosques Corazón del Mundo”, que tiene su aplicación en los territorios declarados en 1979 por la Unesco como Reserva de la Biosfera.
En esa dirección y en una ceremonia realizada en Nabusímake o “Tierra donde nace el sol”, un pueblo de la Sierra Nevada situado en el departamento del Cesar (norte), el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, entregó a los indígenas las escrituras de 500 hectáreas de tierras para que las recuperen de las intervenciones de colonos a quienes los aborígenes llaman “hermanos menores”.
Con “Guardabosques Corazón del Mundo” y otras iniciativas de indígenas de la zona se han recuperado alrededor de 55.000 hectáreas, según Hermes Torres, secretario general del pueblo arhuaco, quien señala que el acto realizado por Santos, los “mamos” -hombres sabios que son al mismo tiempo médicos, jueces y sacerdotes-, y otras autoridades en Nabusímake tiene gran
significado.
Nabusímake, un poblado de calles empedradas y 70 casas de barro cuadradas, rematadas con techos de paja y pequeñas puertas y ventanas, es la capital ancestral de los pueblos de la Sierra
Nevada, adonde acude la población a enterarse de las decisiones políticas, sociales y religiosas que toman sus líderes.
“La idea grande es recuperar principalmente las cuencas hidrográficas porque si se logra esa recuperación es muy factible que se recupere el bosque y con eso la biodiversidad de esta zona”,
asegura Fredy Izquierdo, líder indígena, que al igual que sus paisanos viste la indumentaria tradicional de túnica, gorro y mochila de lana, en la que guarda, entre objetos tradicionales, un celular.
La Sierra Nevada es un reservorio de agua por los numerosos ríos y quebradas que nacen de los picos nevados Colón y Bolívar, ubicados a 5.775 y 5.560 metros sobre el nivel del mar, respectivamente, y es además una rica despensa de alimentos porque en menos de 200 kilómetros en línea recta reúne todos los pisos térmicos.
“La paz no se hace solamente entre los hombres, la paz es un compromiso que se hace también con la madre naturaleza porque la madre naturaleza también ha sido sujeto de violación, de vulneración y de profanación por parte el hombre”, agrega Torres.