Indiferencia frente a la ciencia

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
25 mayo de 2017 - 12:08 AM

Los investigadores serios del país están proponiendo la creación de un Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación

Un observador imparcial, quizás un historiador interesado en la historia de las ideas y de las instituciones en Colombia, observaría un hecho contundente que tiene sus atenuantes. Desde la llegada de España, y por razones propias del atraso científico en la península frente al resto de Europa, en la Nueva Granada no hubo Ilustración sólida y duradera. Fueron los Borbones y Fernando VII quienes finalizando el siglo XVIII introdujeron la ciencia y facilitaron la investigación. José Celestino Mutis fue punta de lanza en esta tarea y quedó el hito de una Expedición Botánica inconclusa. Unos pocos individuos como Caldas, cultivaron la ciencia natural. Una prueba sencilla, en el comienzo del actual milenio los estudios socio-humanísticos en Colombia apenas reconocen en el evolucionismo una teoría más y no el ámbito desde el cual hay que abordar el hecho social y la cultura. No se trata de una simple controversia epistemológica o de historia de la ciencia. 

Lea también: Albores de ciencia y de país

El oscurantismo asedia a la investigación y a los investigadores bajo la forma de desprecio, falsos conflictos entre facultades y recortes en los recursos públicos y privados por ignorancia de la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación para el desarrollo de la productividad. Se sigue pensando en Colombia como en la época colonial en la depredación de las entrañas del suelo como motor de riqueza y la productividad. Pero es de la indiferencia de lo que quiero hablar. No me refiero a quienes hacen ciencia, la divulgan, la piensan y evalúan sus resultados. Me refiero a quienes se refugian en un reconocimiento mediático y más que ser indiferentes la desprecian o no la comprenden como Fernando Vallejo. 

Vea además: Una nueva ciencia

Me preocupan seriamente las indiferencias cercanas y protuberantes, no ya en la universidad colombiana que la padece por el bajísimo presupuesto para investigar a la cual la someten los gobiernos. Es grave la ausencia de una política de Estado sobre  Ciencia y Tecnología en Colombia, como sí la hay en Kenia, Argentina o Costa Rica. Hay que recordar que hace 26 años la Comisión de Sabios propuso incrementar en cinco veces el presupuesto para la ciencia y tener un investigador por cada mil habitantes, 16 años después tenemos el 16% de la meta propuesta. Y en recursos proporcionales al PIB dedicamos menos de la quinta parte de lo necesario. Cualquier comparación nos deja en un punto preocupante si consideramos que Kenia le dedica el 2%; si fuera un partido de fútbol habríamos perdido sin hacer el saque inicial. Estamos fuera de competencia si aceptamos la metáfora deportiva.

A la clase política colombiana, con muy pocas excepciones, no le interesa el tema, no da votos, como tampoco el tema de la cultura y ellos administran y reparten, hacen la Ley de Presupuesto y podrían implementar una política de Estado. Y a algunos investigadores solo pareciera interesarles “lo del diario”, como diría un trabajador informal. Más que indiferencia entre la clase política y los investigadores parece haber desconfianza. Es posible que Colciencias, que viene sufriendo reducción en su presupuesto, sea asimilada por el Ministerio de Educación y mientras tanto los investigadores serios del país están proponiendo una política estable; la creación de un Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación, la adopción de una política de Estado sobre el tema, con recursos sólidos y políticas transparentes que nos permitan salir de un atraso descomunal que se expresa en una desmedida y romántica confianza en la literatura y la poesía si aún no llegamos a la ilustración y racionalidad necesarias para vivir en democracia.

Vea también: Estado laico, educación y democracia

Compartir Imprimir

Comentarios:


Destacados

Carlos Vives
Columnistas /

Para adelante y para atrás

El Mundo inaugura
Columnistas /

EL MUNDO fue la casa de la cultura de Medellín

Mabel Torres
Columnistas /

Firmas y responsabilidad

Guillermo Gaviria Echeverri
Columnistas /

La desaparición de EL MUNDO

Fundamundo
Columnistas /

Mi último “Vestigium”

Artículos relacionados

Jorge Alberto Naranjo Mesa
Columnistas

Jorge Alberto Naranjo Mesa

Ha tenido en la autonomía radical su arma de combate que lo ha curado de modas intelectuales.

Lo más leído

1
Columnistas /

Cinco cosas a favor y cinco en contra sobre el comunismo extinto

Los comunistas son tan enfáticos en su convicción que con la mayoría resulta imposible hacer un diálogo
2
Columnistas /

¿Dulcecito o dulcesito?

El elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo… Este sufijo...
3
Religión /

Dos caminos alternativos simbolizados en la sal y la luz 

Hoy Jesús, en el evangelio de Mateo, nos presenta dos caminos alternativos simbolizados en la sal y la luz.
4
Columnistas /

La redacción correcta en el ámbito educativo

El vocablo bachillerato, en minúscula, alude de un modo genérico, a la enseñanza secundaria; si hay dos...
5
Columnistas /

¿Glorieta, rompoi o romboi?

@ortografiajuanv explica las interrelaciones de culturas y la formación de nuevas palabras
6
Cazamentiras /

Nicolás Maduro, ¿colombiano?

Recientemente, usuarios en las redes sociales reavivaron la polémica en torno a la nacionalidad del...