En el escenario en que algunos se mueven ahora, resulta difícil también sustentar el neo liberalismo de Jorge Robledo; el izquierdismo de Sergio Fajardo o la oratoria sosegada de Claudia López, el tridente más disparejo y antagónico que haya podido constituirse.
No es que Colombia sea ni mucho menos un país honesto donde no imperen la trapisonda, el engaño y toda suerte de maniobras dolosas; pero la época que transcurre sí que es propicia para que esa condición negativa, imposible de desconocer, se vuelva más ostensible.
Sobre algunas de esas mentiras a discreción, a disposición de los promeseros de oficio, podría escribirse a mañana, tarde y noche, y cada vez habría material y protagonistas nuevos.
Una de ellas es la lucha contra la corrupción, tan creíble en la boca de algunos, tanto como si el violador Garavito anunciará su candidatura al Senado y la arropara diciendo que va a emprender campaña contra los pedófilos y los violadores de niños.
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Hasta el momento en ningún país del mundo, incluido Colombia, se conoce que un aspirante a cualquier cosa que sea, base sus aspiraciones proclamando que va a propiciar la corrupción y el desgreño administrativo. Por obvio se cae de su peso afirmar lo contrario, y es iluso creer que miles de incautos les van a comer ese cuento.
En el escenario en que algunos se mueven ahora, resulta difícil también sustentar el neo liberalismo de Jorge Robledo; el izquierdismo de Sergio Fajardo o la oratoria sosegada de Claudia López, el tridente más disparejo y antagónico que haya podido constituirse.
En cada uno de esos apartados, la credibilidad de uno a cinco es cero, pues resulta difícil constatar que el senador de la dispar trilogía vaya a sentarse con el Grupo Empresarial Antioqueño a definir las estrategias que, en un eventual gobierno del ex, deban adoptarse para preservar sus privilegios.
O ¿qué tal, el mandamás del poderoso GEA trazando con la izquierda colombiana las líneas de gobierno encaminadas a reducir la pobreza, mejorar los salarios y atacar de frente y de manera efectiva la deshonrosa inequidad que mantiene a Colombia como la tercera nación del mundo en este ranking?
¿Se imaginan ustedes una reunión entre la cúpula del Grupo Empresarial Antioqueño y Jorge Robledo definiendo la línea de acción que debe tener una verdadera política social? ¿O en este asunto será igualmente válido decretar alguna urgencia manifiesta como se hizo en el pasado para pavimentar vías terciarias secularmente abandonadas?
Otra de esas mentiras a discreción es aquella relacionada con el control político que anuncian algunos, haciéndose pasar por severos catones, cuando no son más que oportunistas apelando al desespero del ciudadano común, aterrado por la insufrible corrupción.
Llegados una vez al poder que otorga la curul en senado, cámara, asamblea o concejo, o inclusive a entes de fiscalización, se olvidan con facilidad asombrosa de sus pregones, y buscan acomodo en las fauces mismas de los más corruptos, a quienes protegen con su complicidad o su cobarde silencio.
Tarea en la que a veces cuentan, para desgracia del país y fortuna de ellos, con el acompañamiento de dóciles medios de comunicación, más adictos a la pauta monetaria que a la pauta moral.
Eso del control político es tarea de líderes dispuestos no solo a jugarse su pellejo y su palabra, sino también a enfrentarse con los sucios tentáculos que infeccionan cortes, tribunales y juzgados, con muchos de sus integrantes aplicados inexorablemente a ejercer una justicia muy distinta a la equilibrada que proclama Temis, y proclives más bien a la rentabilidad que preconiza el dios Mercurio.
Y así, en medio de incongruencias, mentiras, falsas posiciones y el espectáculo deprimente de tantos babosos que se auto proclaman líderes y redentores, avanza la pobre Colombia en procura de encontrar un camino que el rescate del caos.
TWITERCITO: La única urgencia manifiesta que por ahora requiere el país es de índole moral… Y desgraciadamente no se vislumbra a nadie en el horizonte.