Nuestra democracia en Colombia está en pañales pues la ciudadanía aun no participa conscientemente; consciente quiere decir de manera autónoma e informada.
Quizás no hay dos temas más explosivos que la democracia y la ignorancia juntas. La democracia, como modo de organización del gobierno y gestión de los intereses sociales, supone ilustración básica, alfabetización funcional y capacidad de informarse para tomar decisiones conscientes de los intereses propios y ajenos. Y hay que recalcar que son analfabetos funcionales quienes sabiendo leer no se informan y no se preguntan, ni saben dónde están parados.
Nuestra democracia en Colombia está en pañales pues la ciudadanía aun no participa conscientemente; consciente quiere decir de manera autónoma e informada. Veamos un caso. El derecho al voto de las mujeres tiene ya 60 años, eso es poco, no se empodera la mujer aún y miles, hasta hace muy poco, votaban bajo las orientaciones de sus esposos o familiares. El solo voto femenino puede llegar a hacer transformaciones radicales con una participación informada. Ni siquiera en la actual contienda electoral los elegibles y las mujeres que aspiran han recurrido decididamente a ese poderoso factor.
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Otro caso: ¿Puede uno imaginarse a dónde podría llegar la democracia en Colombia si los trabajadores votaran con sentido de clase trabajadora? Sabemos que millones de colombianos pobres votan como si fueran grandes propietarios de tierra o de medios de producción; por esta lamentable confusión van el 11 de marzo a respaldar a los defensores de sus “patrones”, los mismos que les han limitado derechos e imponen salarios injustos.
Fue por ignorancia cruda y ruda de los propios dirigentes políticos que los partidos tradicionales se erosionaron gravemente y se entró en la profusión de organizaciones políticas sin principios ni valores claros. Un precandidato como Ordoñez es el resultado de esos deslizamientos estratégicos que destruyen con su ignorancia la democracia; él encarna las aspiraciones más recónditas de restauradores autoritarios.
Profunda ignorancia de directivos y electores llevó a que en las toldas de los liberales hubieran menguado terratenientes ultraconservadores y que liberales en su ideología y su visión socio demócrata se refugiaran en partidos de terratenientes. Eso lo podríamos llamar la estrategia del arroz en jugo de mango. Salir a votar sin saber por quién se lo está haciendo es daño para todos. Y para votar hay que tener un mínimo conocimiento de las personas, la historia, la región, los intereses sociales en juego.
Hay que tener una información elemental sobre qué es la democracia, su separación de los tres poderes públicos. La ignorancia nacional se expresa de manera contundente en cómo se irrespeta y vulnera gravemente la separación de los poderes y todos nos hacemos los de la vista gorda. Dada también la ignorancia dominante pueden las campañas hacerse en frases cortas, apelando a las pasiones más tristes, el miedo, el odio, la adhesión a mesías de pacotilla.
Estamos tratando de dejar la guerra atrás en Colombia pero si queremos vivir en democracia nuestro deber como sociedad debe centrarse en la educación general, abierta, financiada por el gobierno como estrategia para formar ciudadanos reales. Esa política educativa tiene que tener financiación generosa como forma para lograr redistribución del ingreso. Un punto central en esta discusión es la garantía de acceso a la información de alta calidad, el conocimiento de excelencia que no es otra cosa que ciencia para la productividad, única manera de superar el imaginario rentista de esperar sentados que llegue el pan a la mesa.