El amor por Colombia nace del amor por uno mismo, porque cada colombiano no es más ni es menos que el resultado de lo que en ella sucede.
Este artículo es un llamado a los educadores colombianos sobre la necesidad de formar a los niños y a los jóvenes en historia de Colombia.
Para el desarrollo de la personalidad es necesariosaber y comprendernuestraposición en el espacio y en el tiempo. Para ubicarnos en el espacio, debemos conocer la geografía del barrio o vereda donde vivimos, de nuestro municipio, de nuestro departamento, de nuestro país y del mundo. Para ubicarnos en el tiempo, tenemos que conocer la historia de lo ocurrido en esos mismos entornos.
No se piense que este llamado es romántico ni utópico. Es indispensable conocer y comprender la historia patria para saber quiénes somos y de dónde venimos, para permitir la formación de la conciencia de la nacionalidad y para poder explicar por qué la realidad que estamos viviendo es como es. Y, de paso, tener mejores elementos para decidir individual y colectivamente qué debemos hacer para construir nuestro futuro.
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Anteriormente, la enseñanza de la historia de Colombia se circunscribía casi exclusivamente a los personajes y a los procesos políticos y militares. Esta visión de la historia es necesaria,nadie lo niega, pero no es suficiente. Precisamente por esta razón, hace poco más de treinta años se suprimió la asignatura de Historia de Colombia y se intentó sustituirla por una formación integral en ciencias sociales. La verdad es que el remedio resultó peor que la enfermedad, porque en la mayoría de las instituciones educativas la enseñanza de la historia patria se perdió. Las últimas dos generaciones de colombianos desconocen su pasado y por lo tanto no pueden comprender su presente ni avizorar bien su futuro.
Bien sea que el Gobierno y el Congreso de Colombia instituyan nuevamente la cátedra de Historia de Colombia o que se le dé mayor peso a ella en la formación en ciencias sociales, hay que enfocar su enseñanza de una manera coherente y comprensiva para explicar los procesos económicos, demográficos, políticos, sociales, culturales que se han desarrollado en nuestra patria en el tiempo y el espacio.
La historiografía colombiana ha tenido temor a estudiar y enseñar la historia contemporánea de Colombia. Quizás esto se deba a los traumas violentos sufridos en las últimas décadas, a la creencia de que debe guardarse silencio sobre los hechos y los actores recientes, al temor de sesgar la historia con interpretaciones políticas o ideológicas. Todo esto puede tener algo de cierto, pero no puede impedir que esa realidad se estudie y trate de comprenderse de la manera más objetiva y real posible. La historia de Colombia no puede tener carácter liberal, conservador, comunista, cristiano, agnóstico, ni estar ligada a ideología alguna. La historia es el estudio científico de los acontecimientosy procesos ocurridos, basado exclusivamente en los datos y hechos registrados, documentados y comprobados.
Durante los últimos cinco años me he preguntado recurrentemente ¿cómo puede un colombiano entender el alcance de la negociación del acuerdo de paz y, más todavía, las exigencias y las limitaciones del proceso para implantar ese acuerdo, si no conoce la historia reciente sobre la propiedad de la tierra, las relaciones económicas y los fenómenos sociales ocurridos en Colombia en las décadas recientes? Creo que es imposible, y que buena parte de las dificultades que hoy tenemos para aceptar la posibilidad de la paz se deben a ese desconocimiento, porque, a falta de un conocimiento informado, priman las emociones y las posiciones personalistas.
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No se ama lo que no se conoce. Difícilmente saldremos de nuestro egoísmo personal si no nos educamos en la comprensión de los fenómenos y procesos que nos rodean. El amor por Colombia nace del amor por uno mismo, porque cada colombianono es más ni es menos que el resultado de lo que en ella sucede.