A mitad del siglo dieciséis, el Nuevo Reino de Granada estaba en anarquía total. El Consejo de Indias era incapaz de controlar los territorios desde España. Los conquistadores ignoraban las leyes, pues sólo les interesaba el enriquecimiento rápido.
Instituciones de gobierno en la Colonia española.
A mitad del siglo dieciséis, el Nuevo Reino de Granada estaba en anarquía total. El Consejo de Indias era incapaz de controlar los territorios desde España. Los conquistadores ignoraban las leyes, pues sólo les interesaba el enriquecimiento rápido. Los gobernadores no sólo eran incapaces de controlarlos, también incurrían en prácticas indebidas, apropiándose de oro y tierras de otros o de la Corona. Los problemas se agravaban por el incremento de súbditos españoles que llegaban ilegalmente para instalarse.
Para vigilar el cumplimiento de las normas expedidas por el Consejo de Indias, la Corona empezó a enviar jueces. No se daba cuenta de la magnitud de los problemas que encontraría en América cada juez comisionado y la imposibilidad de que se enfrentara con éxito a ellos, sin apoyo.
La situación de los indígenas era un problema serio. Si bien, la mayoría de los que habían sobrevivido a la esclavitud y malos tratos se habían refugiado en sitios escarpados poco accesibles, las tribus más belicosas se rebelaban violentamente obligando a los españoles a enfrentarse con ellos. Por otro lado, grupos de aborígenes desplazados de su tierra llegaban a pueblos y ciudades en busca de oportunidades de vivienda y trabajo. En Santa Fe, Tunja y Vélez fue necesario construir barrios en las afueras para albergarlos.
En 1549, el Consejo de Indias creó la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada, con sede en Santa Fe de Bogotá. Su función era hacer cumplir las Leyes de Indias. La encabezaba un presidente y la conformaban tres oidores más, apoyados más adelante por fiscales, escribanos, alcaldes de corte, procuradores, notarios y alguaciles.
La Audiencia se instaló en abril de 1550. Desde el principio, tuvo profunda resistencia entre los encomenderos, que aparentaban cumplir las normas, pero se orientaban a satisfacer sus propios intereses. La llegada de los frailes dominicos y franciscanos y de los obispos, generó nuevas tensiones por la competencia de jurisdicción entre el poder civil y el eclesiástico, y por los asuntos indigenistas. La gestión de estos primeros oidores fue fallida.
La institución de la Real Audiencia dio origen a la figura de los presidentes, en cabeza de quien ejercía ese cargo en la misma Audiencia. Este cargo no tuvo entonces las características de hoy, pues no tenía el carácter ejecutivo, sino el de vigilar y procurar el cumplimiento de las leyes.
La Corona implantó otras dos instituciones de control sobre los funcionarios: La Residencia y la Visita. Las ejercían, respectivamente, los jueces de Residencia y los visitadores. La Residencia era un juicio que se adelantaba contra el funcionario implicado. También se usó como mecanismo de rendición de cuentas. La Visita era una evaluación pormenorizada de la marcha de la administración, la economía, la hacienda pública y la situación de los indígenas.
El Virreinato.
El virreinato fue la máxima institución administrativa de la Corona de España para sus colonias americanas. Fue creada muy temprano, a finales del siglo quince. Se fue desarrollando paulatinamente, a medida que se requería. ?La enorme extensión territorial y la lejanía de la metrópoli española obligaban a tener un gobierno provincial que tuviese capacidad para atender los asuntos internos de rutina y que fuese fiel a la Corona.
El Virreinato de la Nueva Granada se creó en 1717 por el rey Felipe V, de la dinastía de los borbones, y funcionó inicialmente hasta 1723, cuando se suspendió por problemas financieros de la Corona. En este período tuvo dos virreyes. Se restauró en 1739 y en esta segunda etapa funcionó hasta 1810, cuando lo disolvió el movimiento independentista. En estos 71 años ocuparon el cargo doce virreyes. Se restableció con la reconquista española en 1816, con el virrey don Juan de Sámano, y terminó finalmente en 1819 con la Independencia de la Nueva Granada. El virrey actuaba como cúspide local de la administración, con relativa autonomía, según las directrices del Consejo de Indias. De conformidad con su política de gobierno, los reyes borbones nombraron virreyes de clase media, ilustrados y capaces para la administración.
Continuará.