El territorio santandereano, como el antioqueño, tiene muchas desventajas comparativas en relación con otros departamentos colombianos y muy similares las áreas metropolitanas de Bucaramanga y Medellín. La primera sobre una meseta y la segunda “embutida” en un valle, ambas regiones están lejos del mar, su topografía es montañosa lo que dificulta la construcción de vías que aporten a la competitividad, entre otros factores desfavorables. Pero ¿qué las hace diferentes? La capacidad de su gente para apostarle a construir ventajas competitivas que les permite ponerle la cara al futuro.

Santander le está apostando seriamente a tres frentes: uno, el turismo; está región a diferencia de la antioqueña tiene claro su producto turístico. Turismo de aventura y naturaleza con eje en San Gil, al sur del departamento, por el occidente, con un potencial, qué sí es bien planeado por fuera de las ambiciones politiqueras, el embalse Topocoro (Hidrosogamoso), se yergue como un destino similar al de Guatapé, sin dejar de lado el Páramo de Santurbán en el oriente del departamento.

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Otras de las apuestas de la tierra de la hormiga es la salud con el Hospital Internacional de Colombia, desarrollado por la Fundación Cardiovascular de Colombia, inaugurado hace un año, integrado por los Institutos Cardiovascular, del Cáncer, el Neurológico, para el Cuidado de la Mujer, Ortopedia y Reumatología, más 17 unidades de salud especializadas. Además, cuenta con la academia como aliados como son la Universidad Industrial de Santander –UIS- y la Universidad de Santander –UDES-, entre otras nacionales y con alianzas con instituciones médicas foráneas, hacen de este centro el eje del clúster de la salud en el oriente colombiano.

El otro frente importante de apuesta es el del conocimiento, con una oferta de más de 20 instituciones de educación superior, entre privadas y públicas. Esto ha llevado a la creación del CETICS -Clúster de Empresas de Tecnología de Información y Telecomunicaciones de Santander-, apoyando la innovación, la gestión de conocimiento y el emprendimiento, constituyéndose en una región de desarrollo del sector cuaternario de la economía.

El tejido empresarial de Bucaramanga, según datos de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, en el período de enero a junio de 2017, tuvo un crecimiento de 6.9%. Con una marcada participación de empresas orientadas a servicios de alojamiento y servicios de comida (31%) y otros servicios (36.4%), pero llama la atención, y esto puede ser una debilidad para los nuevos emprendimientos, es la baja asociatividad, la gran mayoría son constituidas por personas naturales (88.20%) y el 82.20% están en el sector servicios de la economía.

El grueso de las 80.779 empresas inscritas en la Cámara de Comercio de Bucaramanga son micro y pequeñas empresas, el 94.67% son microempresas, el 4.09% son pequeñas y resto 1.24%, son mediana y gran empresa.

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Pero viene la gran contradicción de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, en su eslogan dice “Creemos en Santander”, lo cual es a medias, porque en su programa de cualificación del talento humano de la región no busca asociarse con los centros de educación santandereanos sino que “importa de rololandia” a la Universidad de la Sabana, la Universidad del Rosario, la Pontificia Javeriana, con lo que demuestra que ese “Creemos en Santander” es relativo, e igualmente pasa con muchas instituciones regionales del país, que no creen en sus instituciones formativas locales. Hay que ser y perecer.