La familia Barragán se convirtió en la cara de la tragedia al perder a dos de sus familiares mientras que otra continúa desaparecida.
La ilusión de conocer el "pueblo de zócalos y colores" se diluyó para dos familias con la misma velocidad con la que entró el agua en "El Almirante", el barco que naufragó el domingo con 167 pasajeros en el embalse de Guatapé, dejando siete muertos y dos desaparecidas.
La embarcación, de cuatro niveles y que zarpó llena de turistas que disfrutaban de uno de los atractivos de esta colorida población, se hundió luego de escucharse un fuerte estruendo cinco minutos después de que saliera del muelle para disfrutar un paseo que incluía el paso frente a las fincas "La Isla de la Fantasía" y "La Manuela", que perteneció al extinto capo Pablo Escobar.
Mientras las hermanas Barragán pretendían cerrar en este paraíso turístico a 80 kilómetros de Medellín un viaje que habían iniciado en la costa colombiana, Marta Nora Gómez siguió a su hija Ángela Guzmán y a su nieto Esteban en la aventura de disfrutar parte de Guatapé en un recorrido de una hora y 15 minutos sobre su embalse.
"Mis tres hermanas llegaron a Guatapé después de hacer un tour en la costa, se subieron a ese barco que explotó y las absorbió", contó Jorge Barragán, desconsolado por esta tragedia que marcó para siempre a su familia.
María Hilda Barragán, de 82 años, y Edilma Barragán, de 58 años, están en el grupo de siete personas fallecidas en el naufragio, según informó la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd).
La familia Barragán aún espera por Aura Estella, de 69 años, una de las dos mujeres que figuran como desaparecidas y que los buzos no han localizado en las inmersiones realizadas en la zona del hundimiento.
"No tenían equipos de salvamento cuando escucharon la explosión. Mi hija y otra hermana alcanzaron a salir y se ayudaron con un pedazo de flotador", narró con algo de alivio.
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Según su relato, a las tres adultas mayores les resultó difícil ponerse a salvo, pues estaban ubicadas en el primer piso de la embarcación, donde se ubican las sillas, las ventas de bebidas y desde donde se observa el embalse a través de grandes ventanales.
"La vamos a esperar hasta que aparezca", advirtió Jorge sin dar muestras de estar asimilando el "golpe tremendo" que significó para los Barragán el naufragio, que también dejó devastadas a las hermanas Guzmán.
Para ellas, el drama lo elevó el no saber el paradero de su mamá luego de conocer que, inicialmente, figuraba en el listado de personas rescatadas.
"Nunca nos confirmaron en qué hospital estaba. Nadie nos dio información", soltó Viviana Guzmán, a quien la "bendición" de hallar con vida a su hermana y su sobrino no pudo repararle el dolor que representó conocer que la séptima víctima, cuyo cuerpo fue rescatado el lunes por los buzos, era Marta Nora Gómez.
"Mi mamá y mi sobrino tenían chalecos salvavidas, pero mi hermana no supo más de ella después de entregarle el niño a una moto acuática que se acercó a ayudar", relató.
Una oferta turística en Facebook marcó el destino de esta familia de Medellín que por horas indagó en varios hospitales, según comentó Viviana.
"A mi hermana le gusta pasear, así que decidieron hacerlo y conocer Guatapé", con un recorrido que inició en el parque principal, donde los zócalos son el gran atractivo y decenas de mototaxis son la mejor oferta para movilizarse hacia la represa o a la gigantesca Piedra del Peñol.
La tristeza se respira en cada esquina de esta población, donde los lugareños discuten sobre el hundimiento y evocan un par de veces que vieron a "El Almirante" colapsar.
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Los lugareños instalaron un altar en memoria de las víctimas, en el que reposan los nombres de cada una de ellas y destacan a Valentina Jaramillo, la hija del dueño de la embarcación que perdió la vida mientras se encargaba de las ventas la tarde del naufragio.
"Hay mucho dolor porque esta es una tragedia que Guatapé no esperaba", dijo Norvey Salazar, quien ha coordinado las actividades organizadas por los habitantes en homenaje a los fallecidos.