Crisis como la de Charlottesville se dieron debido a una mezcla entre el racismo estructural de la sociedad estadounidense y los grupos supremacistas que nunca dejaron de existir y que fueron impulsados por las declaraciones y políticas migratorias de Donald Trump.
Una mujer muerta y alrededor de 20 personas heridas fue el saldo que dejó un ataque de grupos xenofóbicos y racistas, el cual incluyó el ataque de un neonazi, el cual atropelló a varias personas que protestaban contra las manifestaciones racistas el pasado 12 de agosto en Charlostteville, Estados Unidos.
A raíz de estos ataques, el presidente Donald Trump expresó que “Condenamos en los términos más fuertes posibles este despliegue de odio, intolerancia y violencia que no tiene lugar en Estados Unidos".
Esta declaración resultó muy escueta para sectores políticos y líderes de opinión, los cuales cuestionaron la poca dureza del mandatario contra los supremacistas.
Adicional a esto, Trump dio un par de declaraciones que molestaron a los sectores étnicos que justificó el retiro de una estatua del general confederado Robert Lee, quien generaba molestia a minorías raciales de este territorio.
"Mucha gente también estaba allí para protestar por la retirada de una estatua de Robert E. Lee. Esta semana es Robert E. Lee. Me pregunto, ¿es George Washington la semana que viene? ¿Es Thomas Jefferson la siguiente?", comentó Trump.
Además de esto, aseguró que “hubo un grupo de un lado que fue malo y hubo un grupo del otro lado que también fue muy violento", agregó.
David Duke, líder del Ku Klux Klan, aplaudió a Trump su declaración y condena al grupo de “terroristas de izquierda” de Black Lives Matter y antifascistas.
A partir de la presión de la opinión pública, el mandatario estadounidense dio una declaración en la cual aumentó las críticas a los grupos radicales, afirmando que “el racismo es maldad, y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y maleantes. Esto no tiene lugar en Estados Unidos”.
Esta “tibieza” criticada por sus opositores llevó a que se desmantelaran dos de sus consejos de asesoría empresarial, debido a que los empresarios se molestaron por los comentarios de Trump que equiparó a los grupos supremacistas blancos con los manifestantes opuestos a estos grupos.
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Sobre esto, Néstor Julián Restrepo Echavarría, experto en política internacional y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín, explicó que “Donald Trump no podrá hacer los cambios que él y los grupos supremacistas quieren hacer, porque está cooptado por los judíos, los cuales financiaron su campaña y es una de la poblaciones odiadas por los grupos supremacistas. Por este motivo, el presidente está en un gran problema porque depende de una cantidad de actores en tensión que están incidiendo en sus políticas”.
¿Qué incide en el recrudecimiento del supremacismo estadounidense?
Según expertos consultados por EL MUNDO, existen elementos estructurales en la sociedad de exclusión, los cuales fueron exacerbados por las políticas étnicas y de inmigración impulsadas por el presidente Donald Trump. Este escenario sirvió para el fortalecimiento del K.K.K. y grupos neonazis.
Para Juan Camilo Vásquez Atehortúa, antropólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Medellín, uno de los grandes aportes a esta problemática es un asunto de clases sociales; de quién tiene la riqueza, cómo debe controlarla y mantenerla.
“Regularmente estos activos son construidos por las manos de los inmigrantes racializados y el producto financiero termina en manos del anglosajón blanco. Las personas blancas estadounidenses no quieren que haya acceso de las demás poblaciones a estas riquezas”, explicó.
Además, Vásquez apuntó a un problema de marcos culturales y de una hegemonía del conocimiento que se manifiesta cuando “los grupos blancos, heteronormativos y hombres reproducen un discurso que los posiciona como mejores que los otros grupos raciales y esto crea un control social y una dominación cultural”.
En este discurso, según el académico, los afrodescendientes y latinos son usados como “chivos expiatorios” para justificar la crisis económica de EE. UU. y la escasez del empleo, para construir muros, generar divisiones y llegar al poder.
Restrepo agregó que no solo se trata de un asunto cultural, sino que el actual Gobierno y sistema político estadounidense ha hecho que estos grupos radicales busquen otras vías para llevar a cabo su modelo de país.
El académico explicó que “el bipartidismo norteamericano que conocemos se comenzó a fraccionar, en especial, por el lado de la ultraderecha y los repúblicanos; el Tea Party no se siente ya representado en las figuras del partido conservador y los ciudadanos están agrupándose en alrededor de 140 facciones políticas de ultraderecha, neonazi y supremacista, como pasó en la guerra de secesión de 1861”.
“Llegó la crisis y la ciudadanía criticó la ayuda a los inmigrantes y la pérdida de trabajos, lo cual hace que se impulse toda la rabia y los conflictos raciales que se dieron hasta el siglo XX”, acotó.
Restrepo argumentó que Trump “quiere volver a la antigua visión nacionalista de Estados Unidos, a los principios del blanco y la lucha por los empleos con el lema de América para los americanos, descartando el enfoque del país abierto y la tierra de las oportunidades”.
“Los grupos xenófobos no están de acuerdo con el sistema electoral estadounidense, porque cada vez siente más que están en minoría, son conscientes de que los latinoamericanos y los asiáticos son cada vez más, mientras que los blancos se reproducen cada vez menos. Esto les genera temor y por eso exigen un sistema más favorable”, concluyó.