El exjugador del Milan y uno los más grandes futbolistas de los noventa, se convirtió en el primer presidente electo de Liberia en 73 años.
Jugaba como un dios de ébano, fue el primer jugador africano en ganar un Balón de Oro y ahora se convirtió en presidente de Liberia tras ganar las primeras elecciones democráticas que se realizaron después 73 años.
Acostumbrado a ser pionero y a dejar huella, Weah emprendió su segunda campaña a la presidencia luego de haber salido derrotado en unas elecciones que él llamó escandalosas y fraudulentas en 2005.
Esta vez, el exfutbolista derrotó en las urnas pese a que no era el favorito en una baraja de candidatos que incluía al vicepresidente Joseph Boakai y a la nobel de la Paz Ellen Johnson-Sirleaf, que gobierna desde 2006.
La mandataria saliente venció en la segunda vuelta de unos comicios, los de 2005, que Weah consideró "fraudulentos" tras denunciar una votación que "fue de todo menos democrática, libre y transparente".
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Finalmente, aceptó el resultado tras las reiteradas peticiones de la comunidad internacional, que querían evitar una nueva crisis en Liberia.
Esto no le quitó las ganas al exjugador de 51 años de seguir en política: en las elecciones de 2011, Weah, que sopesaba volver a presentarse a la presidencia, finalmente lo hizo como número dos de Winston Tubman, sobrino de William Tubman, el presidente más longevo del país (1944-1971), aunque resultó perdedor una vez más.
El considerado por la Fifa como mejor jugador africano del siglo XX es actualmente senador por la circunscripción de Montserrado, en la que ganó con un 78 % de los votos ante el hijo de la presidenta, Robert Sirleaf.
(Así jugaba el ahora presidente de Liberia)
Weah parece empeñado en reeditar como político los éxitos de su vida futbolística, en la que, especialmente en los años 90 y de mano de equipos como el Mónaco o el París Saint-Germain en Francia y el Milan, se convirtió en un ídolo para los liberianos, para cuya selección marcó 22 goles en 60 partidos.
Acompañado de su número dos en la candidatura, la exprimera dama Jewel Taylor, prometió a lo largo de su campaña educación gratuita desde la guardería al instituto y acelerar la creación de empleo.
Tendrá una dura tarea ahora como presidente de Liberia, pues la presidente saliente logró en once años de mandato que el país aumentara su PIB en un 248 %, pasando de 604 a 2.101 millones de dólares, una mejora económica que ha repercutido en la esperanza de vida, que ha avanzado desde los 56 años hasta los 62.
No obstante, desde la crisis del ébola que en 2014 mató casi 5.000 personas, la economía se ha visto afectada, y 2016 finalizó con un decrecimiento del 1,6 % del PIB.
Aún así, el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, elogió reiteradamente los "enormes progresos" que Liberia había registrado bajo el Gobierno de Johnson-Sirleaf, entre los que destacó la "continua mejora de la seguridad y la estabilidad" del país.
Liberia sufrió dos guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003) que costaron la vida a más de 150.000 personas y causaron centenares de miles de desplazados y refugiados, por lo que la labor del nuevo presidente será mantener la paz que tanto ha costado conseguir.
Ahora, Weah deberá esperar hasta el 25 de octubre para que sus rivales reconozcan su victoria.