Hablan de una especie de “desconexión moral”, en donde los jóvenes se quitan el suiche de la ética y los valores para alcanzar beneficios inmediatos
Tres casos de fraude, que involucran estudiantes, sacudieron al país. El primer hecho se presentó en Barranquilla [7 de junio de este año], cuando se desató un escándalo de marca mayor en el reputado Colegio Marymount de esa ciudad, donde no pocos estudiantes compraron los resultados de una prueba Preicfes. Lo más deplorable es que 12 padres de familia, a sabiendas de lo ocurrido, interpusieron una acción de tutela dizque porque “se estaba vulnerando el derecho a los jóvenes”, resultando avantes de manera inexplicable, merced a este pronto mecanismo judicial. La institución educativa, se sostuvo en su decisión de graduar a 61 bachilleres por ventanilla al cancelarles la ceremonia de grado (ante la exigencia de la decisión de tutela), mostrando de esta forma su protesta ante tan asqueante situación y despertando una reflexión a los graduandos.
Un segundo evento [10 de junio de este año], se dio a conocer por los medios. A través de contraseñas de cédulas falsas, a las que les pegaban las fotografías de los suplantadores, 16 jóvenes talentosos con alto coeficiente intelectual, cobraron entre $ 20 y $ 24 millones por ingresar a presentar el examen de admisión en la Universidad del Magdalena –para el segundo semestre de 2018– en pro de otros muchachos aspirantes que terminaban recibiendo los beneficios de un gran puntaje y la obtención exitosa de su cupo para la Facultad de Medicina. Lo desdichado es que entre ese grupo de impostores de tan deshonesta práctica, estaban tres beneficiarios del programa gubernamental “Ser pilo paga”. A estos avivatos se les motejó de ser actuantes de un grupo que ya se conoce como Los Intelectuales.
Un tercer hecho quedó al descubierto [26 de enero de este año], cuando la Universidad de Caldas, detectó que 34 estudiantes de pregrado, casi todos de la Facultad de Medicina, estudiaban con una falsa distinción Andrés Bello diseñada para los mejores resultados en las Pruebas Saber, que permite cupos automáticos para ingresar a cualquier carrera del pensum. Llamó la atención del centro de estudios, el hecho de que hubiera tantos jóvenes con esta distinción (que es muy escasa y que por retrospecto se presentaba como una o máximo dos por semestre) y ya se dio traslado a la Dirección de Fiscalías de Caldas, vía denuncia, para que tome las medidas correspondientes.
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Algunos expertos académicos y estudiosos de estos comportamientos, hablan de una especie de “desconexión moral”, en donde los jóvenes se quitan el suiche de la ética y los valores para alcanzar beneficios inmediatos. Otros hablan de una “contaminación educativa” en donde no existe una clara línea entre lo bueno y lo malo. Se recordó, por ejemplo, que la Universidad de Harvard hace firmar un Código de Honor a toda persona que aspire ingresar a sus programas, en donde se promete no cometer fraude a lo largo de su paso educativo. No podemos olvidar que se divulgaron hace algunos años en Colombia, unas encuestas desgarradoras, donde el 90% de los estudiantes admitieron haber cometido algún tipo de fraude en su vida universitaria.
Y no vamos muy lejos: no solo son los fraudes para acceder a un cupo, también están los de copiar en un examen (pasteleo), incluir a alguien en un grupo sin haber trabajado un tema, bajar textos de internet sin dar crédito, el plagio, firmar una lista de asistencia en favor de un compañero ausente y comprar una tesis de grado. Todos estos son actos de deshonestidad y de corrupción (pensamos que es una palabra exclusiva de politiqueros). La reflexión cabe, porque el grado de relajación es cada vez más alto y la laxitud abruma. Y todos los estamentos tienen grado de culpa, en un mundo en donde la honestidad y los valores –creen algunos– son actos de viejos decrépitos. Desde el propio hogar hay que “ser y demostrar” que hay principios, hay buenas prácticas, hay reglas, hay cultura de la verdad y hay sanciones.
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