Francisco no está haciendo nada diferente a retomar la agenda del gran Juan, de su concilio y de Paulo VI
Cuando afirmamos que en aspectos como la crisis ecológica (el “cuidado de la casa común”), el desplazamiento del legalismo a la misericordia en materias como el divorcio y el aborto y su adopción de la opción preferencial de Jesús por los pobres, Francisco ha avanzado enormemente, en realidad él no está haciendo nada diferente a retomar la agenda del gran Juan, de su concilio y de Paulo VI (quien se dirigió a los campesinos de Mosquera cerca a Bogotá como sacramentos de Cristo), abandonada por Juan Pablo y por Benedicto. Una tarea monumental en términos no sólo de la reversión de una dinámica institucional y de enfrentar una oposición agresiva y tajante de poderosos núcleos en la curia vaticana y el colegio cardenalicio quienes han llegado a acusarlo de herejía; se trata de revertir 18 siglos de historia eclesiástica que se han traducido en deudas/brechas con la modernidad (incluidas la ilustración y la ciencia), la mujer, los pobres, las demás denominaciones cristianas y los pueblos más allá del etnocentrismo europeo. Por ello, para entender la trascendencia histórica de la titánica tarea que enfrenta Francisco es necesario considerar estas las deudas 1) con la modernidad y 2) con los pobres, como contexto al giro copernicano que significó el proyecto conciliar de JXXIII frente al integrismo de sus predecesores (los papas Píos); así como 3) la deuda con la mujer por estar íntimamente interrelacionada con las otras dos alrededor del problema de Humanae Vitae, el cual refleja en forma particularmente clara tanto la interacción entre las tres brechas como la influencia de JPII.
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1) Confrontación con la modernidad: ¿tiene sentido seguir (en nostalgia de la cristiandad medieval) de pelea con ésta (a la cual debe la bendición de su desempoderamiento y la realización de varios de sus valores), con el racionalismo científico, la secularización, los DH incluidos los de la mujer, en lugar de entrar en dialogo respetuoso de esos valores derivados del universalismo paulino (DH, democracia liberal, estado solidario de bienestar socialdemócrata, transparencia y accountability) en los cuales ha sido incapaz de reconocer la herencia de ese universalismo? Pero la gran oportunidad, la que hubiera permitido ganar siquiera un siglo de los dos de atraso de que habla Mr .Martini, la vertiente progresista del concilio, la aplastaron entre JPII y BXVI junto con la curia vaticana. Después de la fase integrista de confrontación con la modernidad de los Píos, JXXIII lanza el CVII para avanzar dejando atrás la actitud confrontacional dogmática de Vaticano I. Pero numerosos pronunciamientos y nombramientos papales mantuvieron la iglesia ese siglo atrás. Así pues considerar la brecha con la modernidad permite destacar la importancia del contraste/avance de Francisco con/frente a JPII y BXVI, la cual puede resumirse en la opción entre el espíritu humilde de Juan XXIII y de dialogo respetuoso con el mundo moderno de Gaudium et Spes del CVII, y de la conferencia episcopal latinoamericana de Medellín en LA, vs regresar, como lo hizo JPII y BXVI, al integrismo y ultramontanismo de los Píos (IX a XII) y Vaticano I, y el oscurantismo de la curia vaticana, en confrontación (nostálgica de la cristiandad medieval) con la modernidad. Desde luego, la actitud frente al mundo moderno refleja la visión del mundo y de la humanidad, si guiada por el universalismo paulino en una actitud centrifuga de iglesia para el mundo o por el tribalismo semita en actitud centrípeta de secta a la defensiva frente al mundo, en sospecha de éste. Un contraste en las perspectivas sobre la relación iglesia-mundo que se entiende mejor considerando las tensiones entre los teólogos alrededor de lo que vino a conocerse como el esquema XIII de GS, cuando se definieron dos campos dentro de los reformadores: los neo agustinianos (Ratzinger, von Balthasar aunque ausente) que se negaban a abandonar la sospecha/dualismo del mundo/frente al mundo (claramente rastreable a Agustín); y los neo tomistas (Congar, Danielou, Rahner) quienes intentaban llevar adelante la iluminación de JXXIII de una nueva forma de relacionarse con el mundo sobre la base de una visión valorativa de éste (claramente rastreable a Tomas).
2) En cuanto a la brecha/deuda con los Pobres, la alianza histórica del poder jerárquico con los ricos y poderosos resulta de una acrobacia travesti del Evangelio y la vida de Jesús, con su clara predilección por los pobres (anuncia su misión como darles las buenas noticias a ellos, los llama bienaventurados, como son exaltados en la inversión de la estructura de poder del Magníficat) entre quienes nació, vivió y murió. Una forma de esta distorsión fue la persecución por JPII (implementada por López T) de la iglesia popular en Latino América (LA), en confusión de enormes costos para LA (no solo para Nicaragua) de la confrontación con el Stalinismo en Europa del Este con el conflicto social LA (el cual polonizó haciéndose útil a Reagan-CIA). Históricamente, la institución inspirada por la verdad que libera no ha mostrado el consiguiente desapego de las instituciones del poder civil y la agilidad para asimilar propuestas liberadoras en lo político que se seguiría de la denuncia evangélica del culto al poder político como idolatría. Su preocupación por el poder la ha llevado a canonizar regímenes políticos opresivos con los que se alía y a perseguir a quienes intentan desarrollar el profetismo evangélico en contra de esos regímenes. Francisco indudablemente significa un avance pues ya sabemos lo que significó para los pobres de LA la conciencia social de JPII, cuyo conservatismo político (su incapacidad de distinguir entre el conflicto en Polonia con el Stalinismo y el social en LA) condujo al exterminio de la iglesia popular y la persecución a los teólogos de la liberación por parte de López T. Así, da esperanzas que Francisco califique la pobreza (en concordancia con estos teólogos) de pecado social que clama a Dios, haya denunciado los extremos de la economía de mercado impuesta por el FMI y en Evangelii Gaudium haya adelantado una crítica de la visión neoliberal del mercado como demiurgo del desarrollo (crecimiento con inclusión).
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Y 3) frente a la mujer, la deuda de la historia universal con ella, superada por la modernidad, ha tenido entre sus culpables más recalcitrantes (junto al Islam) al poder jerárquico católico que se niega a leer este signo apabullante de los tiempos (a pesar de gestos mediáticos efectistas como la petición de perdón de JPII). Pero lamentablemente esto no es sólo una herencia de la cultura premoderna: la cultura eclesiástica ha asimilado, institucionalizado y canonizado una actitud defensiva frente al sexo que ha tenido consecuencias desastrosas en su actitud ante la mujer y su visión del matrimonio y la procreación. El culto a la virginidad y el rechazo del sexo como maléfico alcanzaron dimensiones casi-patológicas en esa cultura, una de cuyas manifestaciones fue la condenación de los medios anticonceptivos por decisión de Paulo VI (instigada por Wotilja) de desconocer el concepto de la comisión pontificia a favor de ellos. Esta supuesta defensa de la dignidad de la mujer en su reduccionismo al funcionamiento “natural” de su aparato reproductivo en Humanae Vitae (resultado de una antropología obsoleta de ley natural que omite toda su problemática como ser humano en desarrollo al glorificar ese funcionamiento y de una incomprensión del carácter estadístico y no determinístico del nexo entre fecundación e implantación) va de la mano, en la dinámica psicológica descrita, con la exclusión de la mujer del poder católico y el rechazo a la ordenación de mujeres en las denominaciones protestantes; una zafada autoritaria que da la espalda a mujeres y a pobres en completa ignorancia de su problemática (tan severa en el caso de las mujeres pobres como lo muestra que la geografía de la pobreza coincide con la de este desempoderamiento de la mujer, coincidencia que en casos como Filipinas es responsabilidad de la jerarquía). En dirección similar, es un avance que Francisco haya creado una comisión para el estudio del diaconado para las mujeres (como existió en la iglesia primitiva antes de que la estructura de poder patriarcal se atrincherara en la burocracia eclesiástica) en lo cual sigue el paso dado por la Iglesia ortodoxa (siendo que un verdadero reconocimiento como el que reciben en las denominaciones protestantes, en algunas de las cuales acceden al episcopado, fue cerrado por JPII con un argumento autoritario, está prohibido porque está prohibido, a falta de ninguno solido teológico o bíblico).