No es difícil de entender que Francisco se deje llevar por la dinámica de poder tribal arraigada en la autoridad eclesiástica y reaccione con la misma defensividad que la iglesia lo ha hecho
¿Pero resulta exagerado criticar la agenda de JPII y BXVI, que la habilidad política y mediática de JPII y la inteligencia teológica de Ratzinger lograron presentar como postconciliar, como en realidad una severa regresión preconciliar? Una indicación de la respuesta está en el desconsuelo de Mr. C. Martini, jesuita arzobispo de Milán, conocido tanto por su erudición bíblica como por sus posturas liberales sobre celibato sacerdotal, diaconado para la mujer y no excomunión de los casados en segundas nupcias. ¿A qué se refería cuando en su entrevista final hablaba de 200 años de atraso de la Iglesia comparándola con el joven rico del evangelio, incapaz de superar su apego a su riqueza y poder?
En este contexto de la tarea monumental que enfrenta en su esfuerzo por cerrar estas brechas es que debe mirarse la falla de Francisco. Por un lado revertir 17 siglos de constantinismo y 25 años de trabajo sistemático de Juan Pablo quien bajo su habilidad histriónica y modernísimo manejo de medios escondía una agenda retardataria en todos los terrenos que empezó desde que convenció a Paulo VI de desatender el concepto de la comisión pontificia sobre los medios anticonceptivos e incluyo su alianza con Reagan y la CIA para destruir el proyecto popular sandinista en Nicaragua y la persecución de la iglesia popular latinoamericana. No es difícil de entender que Francisco se deje llevar por la dinámica de poder tribal arraigada en la autoridad eclesiástica y reaccione con la misma defensividad que la iglesia lo ha hecho no solo con respecto al escándalo de la pedofilia sino también con la monumental pifiada de Humanae vitae (un desastre pastoral inconmensurable que impulso la emigración de fieles y hace aparecer a la iglesia como cruelmente insensible a los problemas de la mujer pobre), y el sacerdocio de la mujer (todos problemas ligados al mencionado tremebundo problema que la iglesia históricamente se creó con respecto al sexo). Francisco es como Juan un iluminado, y posiblemente también como Juan un santo, pero a pesar de que ha instaurado una dinámica de desprendimiento de ese poder, Francisco de todas maneras está formado en el clericalismo y el autoritarismo que caracterizan al catolicismo. Es cierto que la defensividad de la iglesia le ha impedido leer los signos y las necesidades de los tiempos, pero la tendencia de una burocracia a proteger a sus miembros no es exclusiva de la eclesiástica, como lo muestra que el médico de la liga americana de lucha haya podido abusar de 150 niñas deportistas a la largo de dos décadas. Uno esperaría que la iglesia tuviera una mayor capacidad de contrición como reparación para con las víctimas, no lamentos sobre el pecado de los sacerdotes pedófilos, y de sanción no solo a estos sino también a los obispos que los protegieron (incluso moviéndolos de una parroquia en donde ya habían abusado niños a otra en donde tenían la oportunidad de abusar otros más, repetidamente). Pero es bueno recordar que Francisco está luchando con el poder de una burocracia tribal mucho más atrincherada que la solidaridad episcopal criticada: un colegio cardenalicio atrincherado por JPII y una curia vaticana con 15 siglos de experiencia en manipulaciones políticas. Y que si estos logran sabotearle su agenda postconciliar, muy difícilmente se le dará esa oportunidad a un nuevo Papa de continuar esa histórica tarea si Francisco no logra establecer las bases para ello. Y no lo podemos hacer a él personalmente responsable de semejantes inercias institucionales.
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Francisco es un apóstol de los pobres (entre quienes vivía cuando fue llamado a ser obispo auxiliar en Buenos Aires) y no tiene el manejo de global super star que tenia Juan Pablo. Resulta diciente que las dos embarradas de Francisco (esta de defender a Barros acusando a las víctimas de Karadima de calumniarlo, y la de racionalizar el ataque a Charlie Hebdo en términos del puñetazo al que insulte a la madre de uno) han sido en ruedas de prensa improvisadas en aviones durante vuelos. ¿No deberíamos pasarle a Francisco su aparente inhabilidad para manejar estas situaciones en aras de lo definitivo y definitorio de la tarea titánica que, como Francisco el hombre, enfrenta? Y de todas maneras debemos abonarle que se haya disculpado y que ahora esté enviando al más alto experto de la iglesia en crímenes sexuales Mr. Scicluna a Chile a investigar las acusaciones de encubrimiento contra Barros. Como debe recordarse también en su defensa que como parte de su opción por los oprimidos tuvo la valentía de denunciar el genocidio armenio cometido por el Imperio Otomano enfrentando la característica agresividad nacionalista de los turcos.