Flora Martínez le da libertad a una Frida inquebrantable

Autor: Luisa Fernanda Sierra García
26 febrero de 2017 - 06:00 PM

Entre la realidad y la ficción, la actriz Flora Martínez recrea a la mujer audaz, decidida, artista, fuerte y sentimental que fue Frida Kahlo, con el monólogo ¡Soy Frida, soy libre!, que inicia su gira nacional en Medellín.

Cuando el guión de ¡Soy Frida, soy libre!, del dramaturgo mexicano Tomás Urtusástegui, llegó a las manos de la actriz Flora Martínez, ella no dudó en hacer parte del proyecto, ya que plasma la esencia de una de las pintoras más importantes del mundo, desde sus percepciones y vivencias en temas como el amor, el sexo, la política, el arte, la libertad, su sentir como mexicana y aquella relación que la artista tuvo con el dolor.

Por eso ¡Soy Frida, soy libre!, que estará en el Teatro Metropolitano el 2 y 3 de marzo, habla de una mujer con convicciones inquebrantables que la llevaron a estar orgullosa de su feminidad.

La obra es dirigida por Jimmy Rangel, mientras que la producción artística está bajo la coordinación de Laura Villegas, quienes crearon una puesta en escena que pretende hacerle énfasis al lado surreal del arte de la mexicana.

Más sobre Flora Martínez en el papel de Frida

Y es que, como aseguró la directora del Museo La Casa Azul de Frida Kahlo, Hilda Trujillo, en el universo de Frida Kahlo hay “un sinnúmero de cosas hermosas para descubrir, esa manera femenina de hacer obra, pero también toda una serie de hechos biográficos que la hacen valiente, como superar su enfermedad, como su cama acoplada para que pudiera pintar. Su frase ‘pies para qué los quiero, si tengo alas para volar’, dicha por Frida cuando le cortaron su pierna, nada más es un símbolo de su grandeza”. 

Flora Martínez, la actriz colombiana que le da vida a la pintora de obras como Las dos fridas (1939), La columna rota (1944) y Diego y yo (1949), habló sobre su investigación, la reconstrucción que hizo del guion original, el proceso de caracterización y lo que este monólogo implica para su carrera. 

 

¿En qué momento surgió su admiración por Frida?
Yo la conocí a los 20 años antes de ir a Nueva York, en un viaje que realicé a México con la producción de la novela La otra mitad del sol y recuerdo que en ese viaje me encontré con sus cuadros. Eran exactamente unas postales con sus obras, y me enamoré. Cuando regresé al país, le traje a Teresita Gómez las postales y aún las tenemos colgadas. 

Lo que más me impresionó de su Museo fue la forma cómo ella amaba a Diego, cada recuerdo estaba puesto en la casa, vi unos jarrones que decían Diego y Frida, al igual que su almohada grabada, se veía la devoción en vida que ella tenía por ese amor. 

 

Usted recibió el guión de Urtusástegui, pero le hizo sugerencias ¿cómo fue su participación?
A mí me dieron un libreto y, como hago siempre, comencé a analizarlo, a subrayar, a ver lo que no me cuadraba. Me encontré con que había varias cosas que no funcionaban, me parecía que era un poco machista el texto, por lo que, con mucho respeto, inicié el camino de investigación, lo que habían escrito sobre ella, sus biografías y sus películas. Cuando el director mexicano llegó yo ya tenía muchas anotaciones, sugerencias e inquietudes de cosas que hacían falta en la obra y él, por suerte, llevaba varios años viajando con el monólogo y estuvo de acuerdo con todas los puntos que yo tenía, además de lo que quería agregar a la obra, y tuvo mucha disposición. 

Luego me di cuenta que se fue reescribiendo, yo le mandaba cosas y él me mandaba otras hasta que lo terminamos. 

 

Frida pintaba cantando y eso se lo enseñó a sus estudiantes ¿Lo veremos en la obra?
Esa es una parte fundamental de la obra, porque siendo la vida de Frida tan dura necesitábamos un elemento que nos ayudara a elevar. Creo que el canto la arrullaba, la curaba, ella amaba los mariachis, con esa manera que tienen los mexicanos. Creo que nosotros también sanamos cantando, entonces eso lo podremos ver durante todo el acto y con más fuerza en esos puntos de quiebre que tendremos.

 

Hablemos sobre la creación del personaje 
Primero leí mucho, analicé sus cuadros y empecé a pintar, pinté sus Las dos Fridas y me di cuenta de que son del tamaño real de ella, sus cuadros casi siempre eran pequeños por lo de la silla y la comodidad, pero esas dos figuras, que son tan emblemáticas, me impresionaron al medirlas. Creo que el hacer esto me ayudó a conocerla en vivo, pero realmente fue leyendo todo lo que habían escrito sobre ella, su diario que ya lo conocía, las películas también me ayudaron, vitales para crear el personaje. 

 

¿Qué tomó entonces de cada una de las mujeres que ya la ha interpretado?
De Salma Hayek me gustó mucho la alegría, la jovialidad que muestra antes del accidente, y me pasaba que siempre veía a Frida como un personaje con mucho dolor, muy serio, y esa representación que ella hace de su adolescencia me encantó, porque eso muestra lo que en realidad era ella y creo que es fundamental trasmitir eso, un alma exploradora que le encantaba conocer, muy ‘varoncito’ a veces, pero sí creo que el accidente partió su vida en dos. 

Por otro lado, de Ofelia Medina tomé esa naturaleza viva, recuerdo una escena en la que ella se levanta en la madrugada con guayabo, luego de haber tomado todo el día tequila por el dolor físico que sentía, en la que también se notó ese guayabo emocional que cargaba, ver a esa Frida tan cruda también fue fundamental, ya que nos acostumbramos a ver a la otra, esa que siempre es fuerte, arreglada, con sus flores y vestidos. 

 

¿Qué admira más de Kahlo, su obra pictórica o su historia de vida?
Yo me quedo con la vida, con su voz, con las cosas que decía, con su amor infinito hacia Diego. Amo sus pinturas por lo que queda, pero sus vivencias y todo lo que sintió es a lo que le estamos apuntando fuerte en el monólogo y siento que es con lo que la gente está vibrando, con su llanto y con su canto.

 

¿Qué elementos comunes de la mujer colombiana y mexicana incorporó en el personaje?
Yo creo que tenemos muchos elementos en común, circunstancias como la infidelidad, el amor al hombre por encima de todas las cosas, también la alegría de la canción, inclusive con el dolor. 

 

¿Alguna artista colombiana se le podría asemejar a Frida?
Sí, la artista plástica Doris Salcedo es tremenda. Considero que ella sería lo más parecido, es eso de ir realmente hasta la entraña, sin editar lo que representa. 

 

Muchos recuerdan a Flora por sus icónicos personajes de La Bruja y Rosario Tijeras, sin embargo, ¿considera que este personaje proyecta su carrera en el ámbito internacional?
La verdad siento que sí, el trabajo más completo que he realizado es este, en el que siento que estoy dando lo mejor de mí y mi mejor trabajo, tanto en lo plástico como en la voz. 

Es realmente dar un mensaje, por suerte la obra ya ha viajado a lugares como Uruguay, España y Miami, además queremos traducirla al inglés, porque creo que es ante todo un homenaje. Siento que le llega a la gente al verla aplaudir o al recibir mensajes como: ‘gracias por acercarnos a esta mujer un ratico’. 

 

Un monólogo es mucho más exigente que una obra con elenco, ¿cuáles fueron los principales retos?
Yo siempre siento mucha responsabilidad con la palabra, con lograr un texto, eso fue lo más difícil, ya lo otro va encajando, es más divertido para mí. La exigencia con el texto siempre es lo más importante por el mensaje. 

 

¿Por qué ir a ver ¡Soy Frida, soy libre!?
Porque se van a divertir, lo van a gozar y de pronto conocer aspectos de Frida que no sabían. Es una obra conmovedora que nos acerca por un momento a la vida de una mujer absolutamente maravillosa que es todo un poema. 

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