Coincidencias alrededor de su ciudad de Buenos Aires, de dos grandes escritores, el literato Jorge Luis Borges y el letrista Homero Manzi.
Bandoneón, el título ya va indicando que voy de la mano de dos maestros, cercanos a mí en sus letras, pero lejanos en el tiempo y por qué no en la eternidad.
Ahora, quiero ir de la mano del profesor Asdrúbal Valencia, autor fecundo de libros a los que él ha llamado con razón El universo del tango, este sí, considerado como un maestro cercano, y lo digo -aunque él no sepa que lo siento así- por su generosidad, por ir adelante de mí en tanto conocimiento, por la tenacidad y disciplina para regalarnos toda su capacidad de trabajo y con todo eso, su amor por el tango.
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En conversación reciente en su casa, y en medio ya no de un universo, sino de un mar de música, le conté lo que me significaba Borges en el tango y mi hallazgo en sus primeros libros, Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Martín y de lo que a mi parecer el espíritu profundo de estas líneas impregnaba el tango Sur de Homero Manzi.
Al regreso de este encuentro, y motivada con las palabras del profesor Asdrúbal, se me ocurre hacer un ejercicio de comparación entre dichos poetas y entonces, me lleno de versos que hablan de “un perfume de yuyos y de alfalfa” y de “un olor a tierra mojada que alentó los jardines”
Esa visita de la nostalgia que nos recuerda Borges “Desde que te alejaste / cuántos lugares se han tornado vanos/ y sin sentido” y la manera como la canta Manzi “Nostalgia de las cosas que han pasado, /arena que la vida se llevó”
Y ahora, no puedo dejar de recordar el lugar de espera de las novias en las casas de los viejos barrios y también de las viejas historias, y aparece este canto “Las calles y las lunas suburbanas/ y mi amor y tu ventana” y Borges piensa “tal vez una esperanza de niña en los balcones/ entró en mi vano corazón…”
Para seguir hablando de lugares, llego hasta las calles de Buenos Aires, que han invitado a recorrerlas y a esas caminatas acuden las estrellas vacilantes del autor de Fervor de Buenos Aires y también las decididas estrellas de Homero alumbrando la marcha por las calles de Pompeya. Diviso los tiernos almacenes, el barrio, la calle con almacén rosado y la luz de almacén, que quizá “a cierta hora de la tarde, diera su luz al almacén, haciéndola tan real como un verso /olvidado y recuperado”, y sería bueno, haciendo un ejercicio de nostalgia recordar la letra del tango Sur de Homero Manzi:
San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
Ya nunca me verás como me vieras,
recostao en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya…
Las calles y las lunas suburbanas
Y mi amor y tu ventana
Todo ha muerto, ya lo sé…
Hay un vals Romance de barrio, de Manzi, nunca antes hubo una queja tan bella de lo que se pudo decir en una despedida, lamento que aparece después de recordar la cita lejana de abril, el oscuro balcón y el antiguo jardín.
El poeta Homero habla de “el amor escondido en un portón” en el tango Barrio de tango, y Borges hace una Elegía de los portones y nos revela que las muchachas allí sabían la gracia de la espera.
En su libro El tango, Borges escribe: “El sur es una suerte de corazón secreto de Buenos Aires; podríamos decir: Aquí está Buenos Aires”. Y en la nota preliminar de Fervor de Buenos Aires: “Yo me propuse cantar un Buenos Aires de casas bajas y, hacia el poniente o hacia el sur, de quintas con verjas.” Luego, en el primer poema de este libro: Las calles, se inicia diciendo” Las calles de Buenos Aires/ ya son mi entraña (…)” “Hacia el oeste, el Norte y el Sur/ se han desplegado- y son también la patria- las calles; / ojalá en los versos que trazo/ estén esas banderas.”
Y en este para mí, mano a mano de dos bardos hijos de Buenos Aires, me confirman ellos la intuición de patria sentida en una cierta geografía como podría ser “San Juan y Boedo antigua y todo el cielo”.
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Después de sentir “Las calles y las lunas suburbanas” de Manzi , llego hasta el fin de este artículo todavía de la mano de mi maestro cercano que en el volumen 3 de su Universo del tango, recrea Soneto para una nochecita de Jorge Luis Borges:
“¿Quién se lo dijo todo al tango querenciero
Cuya dulzura larga con amor me detuvo
Frente a unos balconcitos de destino modesto
De ese barrio con árboles que ni siquiera es tuyo?
Lo cierto es que en su pena vi un corralón austero
Que vislumbré hace meses en un vago suburbio
Y entre cuyos tapiales hubo todo el poniente.
Lo cierto es que al oírlo te quise más que nunca.
Arrimado a la música me quedé en la vereda
Frente a la sola luna, corazón de la calle
Y entre el viento larguero se pasó arreando noche.
El infinito tango me llevaba hacia todo.
A las estrellas nuevas. Al azar de ser hombre.
Y a ese claro recuerdo que buscan bien mis ojos.”
NOTA: Homero Manzi, nació en Añatuya (Santiago del Estero), pero lo ubico en Buenos Aires, porque allí se desarrolló su obra poética.