A más de ochenta años de la ocurrencia de los hechos, Arturo Pérez Reverte recrea las circunstancias que rodearon la ejecución de José Antonio Primo de Rivera, en plena Guerra Civil Española. Falcó es un libro para adultos, para iniciados en literatura e iniciados en la historia del nacionalismo totalitario que recorrió gran parte de Europa en la primera mitad del siglo XX. Usando los ojos de Lorenzo Falcó, el autor, de manera novelada, va develando las artimañas políticas que establecieron el único santuario fascista que permaneció en Europa luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, tal vez porque las condiciones políticas de España y la decidida actuación del franquismo contra todo lo que representara un peligro para la consecución de sus propósitos, lo permitieron.
El meollo de la obra es la ejecución del fundador de la Falange española a manos de los grupos de izquierda de una España convulsionada por el caos y la violencia indiscriminada, en la que todos eran sospechosos, en la que cualquiera podía ser ejecutado por sus propios camaradas, si su entorno se tejía, maliciosamente o no, un manto de dudas. El autor nos trae la socorrida teoría de la ejecución de Primo de Rivera a mano de los rojos, pero en una jugada orquestada desde el cuartel general del Generalísimo, como un mecanismo para desaparecer a alguien que sería incómodo para los planes nigérrimos de los nuevos cuadros de mando del régimen que se mantuvo hasta la muerte de su caudillo, quien se reservó el derecho a entronizar una nueva monarquía. 
El ambiente revela la permanencia de los antivalores que alimentan el alma megalómana de los que aspiran a hacerse con algún tipo de poder, pues no es exclusivo de los políticos el afán de lucro, ni la falta de escrúpulos para llegar al fin propuesto. El personaje central de la novela, un ser sin principios éticos, capaz de cualquier atrocidad, está por encima de los temores a ordalías e inquisiciones, por el hecho de no creer en nada ni nadie, y por no estar atado ideológicamente a ningún credo. Es el epitome de la personalidad del mercenario elegante, de nuestro moderno espía: elegante, culto y proclive al encuentro meramente lujurioso, del que se puede, incluso, sacar información y dividendos. Es el encargado del trabajo sucio, tan necesario en cualquier empresa en pos de poder.
Algún profesor de la Escuela de Derecho, irónicamente describía el poder, cuando por ello se le indagaba, como una tractomula circulando por una carretera: te apartas, decía, o te lleva por delante. En esta historia, están presentes los sentimientos más bajos del hombre, como son la ambición desmedida, el irrespeto a los derechos de los hombres, la corrupción y la traición, con el apoyo decisivo de fuerzas tan poderosas como la oligarquía, la aristocracia y la Iglesia. La estrategia es, entonces y ahora, acudir a los temores más íntimos de la gente, a la vez que se destruye todo lo que no se puede someter. Al final de la obra, en algo que parece amor, aparece la naturaleza del mercenario que ni respeta ni admira a quien lo contrata, golpeando el interior mismo del régimen.