Fabriana Arias: oro, esfuerzos y sueños

Autor: Juan Felipe Zuleta Valencia
6 agosto de 2017 - 02:00 PM

Días que empiezan casi siempre sin claros en el cielo, ausencias que se prolongan, cansancios que se acumulan y 18 años de sueños cumplidos y un camino largo para seguir buscando con la sonrisa pronta y la convicción de siempre. 

Medellín

Largas horas de sueño en su cama, la sazón de mamá, la compañía del novio, un rato familiar y una tarde de amigos. Premios merecidos para la dueña de tres oros y dos platas, además de recibir el honor como la mejor entre 3.200 deportistas. Fabriana Arias disfrutará de su recompensa, pero no todavía. Porque luego de alcanzar la gloria en los Juegos Mundiales la tenaz patinadora antioqueña sólo tuvo tiempo para respirar hondo, darle un descansito al cuerpo y volver a la pista donde preparará su próximo objetivo: los Mundiales de Patinaje en China.

Las medallas por las que trabajó durante tanto tiempo quedarán a un lado sin que Fabriana las haya disfrutado lo suficiente. “Yo creo que es difícil que alcance a dimensionar en este momento lo que hice en los Juegos Mundiales, porque  los retos no me dan espera y ahora  tengo que seguir trabajando por nuevas cosas y todo esto queda ahí atrás como una historia”, dice Fabriana quien tan pronto como descolgó las medallas de su pecho comenzó a pensar en las nuevas que proyecta ganar en los Mundiales de Patinaje. Tres preseas son su objetivo.

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Después de su viaje a China, esa tierra tan remota de su natal Envigado, y donde buscará nuevamente el abrazo victorioso de la bandera tricolor tras cruzar la meta, Fabriana estará más cerca de la recompensa que la espera en casa. Sólo que antes participará en los Juegos Bolivarianos en Santa Marta, donde habrá que hacer respetar la casa; también en un Interligas, en el cual tendrá el siempre honroso compromiso de representar a su departamento; y de paso pulirá detalles de cara a los Juegos Sudamericanos del año próximo. “Ya el descanso llegará en diciembre para poder dormir un poquito más y también aprovechar para irme de viaje con mi novio”, dice entre suspiros y risas. 

Y es que unos cuantos meses no son nada comparados con toda una vida de esfuerzos, madrugadas y concentraciones larguísimas, desde que Fabriana supo qué rumbo quería tomar viendo las hazañas de Chechi Baena y Carolina Upegui.

Quejarse, esa palabra que no existe en su diccionario

Muchísimo antes de que el país empezara a asociar el nombre de Fabriana con medallas y éxito, el entrenador Iván Vargas ya conocía de su talento y también de sus sacrificios. Fue su mano guía la que ayudó a convertir a esa pequeña de contextura frágil en la campeona mundial que es actualmente.

De esos días, Vargas recuerda y se encarga de que siempre se sepa, que más allá del talento fue el espíritu noble de su discipula lo que la hizo brillar. Ni el barrio humilde en el cual vivía, ni las dificultades familiares, ni sus modestos patines contrastados con los de sus compañeras. Nada. Fabriana nunca se quejó. Siempre fue consciente de su fuerza y convicción para convertir sus anhelos en objetivos alcanzables y luego en logros. 

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Dudas hubo, claro; alguna lesión compleja y un momento difícil en 2015 luego de regresar de un difícil viaje tras el cual le costó recuperar su nivel; se sentía incómoda y no encontraba su desempeño. Pero lo superó aferrada a su talento y a un sentido espiritual muy personal y que trata de llevar consigo en todo momento. “Me creo un ambiente de tranquilidad independiente del lugar donde esté. Los días de competencia oro mucho, y ya en el momento en que inicia la prueba me siento tan tranquila, que sin importar el resultado sé que hice todo lo que debía hacer, lo hice con pasión, y dejo en Dios la decisión de salir como la mejor de la prueba o que sea alguien más quien gane”, expresa Fabriana.

Un deporte feroz que no espera a nadie
Para mantener vigente con el paso de los años la supremacía en el patinaje de carreras, el proceso competitivo en Colombia es tremendo y a veces despiadado. Basta con un suspiro mientras se está en la cima para que uno de los que vienen atrás tome su lugar definitivamente.  
La gloria deportiva para el país exige esos rigores por parte de los patinadores nacionales. Por eso muchos tocan el cielo, hacen historia y aún muy jóvenes entregan el testimonio a los que vienen detrás haciendo el camino. 


“Tengo 22 años, y mucho por lograr todavía. Ir a unos Juegos Olímpicos sería muy lindo, pero no creo que me toque. El patinaje estaría en Olímpicos dentro de siete años, así que yo tendría casi 30. No sé, me parece complicado competir a esa edad por la cantidad de jóvenes que vienen. Este es un deporte muy masificado en Colombia, te descuidas y siempre hay alguien más joven que llega y te gana. Y yo creo que antes de llegar a esa edad muchos nos decidimos por nuevos proyectos familiares o profesionales, porque el desgaste mental y físico para mantenerse son enormes. Sería lindo, pero para mí los Olímpicos fueron los Juegos Mundiales y todo cuanto pueda lograr mientras tenga un buen nivel de competencia”, explica Fabriana.
Y es que mientras el patinaje de velocidad espera su lento ingreso al programa olímpico, una búsqueda desde hace décadas, decenas de campeones mundiales colombianos han dicho adiós a la actividad profesional sin la posibilidad de representar al país en el evento que todo atleta sueña.
Igual, para ellos ese no ha sido impedimento para bañar al país en oro como nunca ningún otro deporte lo ha hecho ni remotamente cerca. 

Pero a los patinadores colombianos les llegará su momento olímpico; será una nueva puerta que se abre para el país, el premio máximo para los que tengan el privilegio y un homenaje a esos campeones que dominaron la disciplina en el mundo durante años, como Fabriana, heredera de esa estirpe y que hoy con tantas dichas en su haber y tanto aún por conseguir, le habla a la niña que un día fue. Esa pequeña que cuando se puso por primera vez los patines y comenzó a deslizarse por la pista, quizás no imaginaba todo lo que lograría años después.


“No te rindás nunca por lo que sea que querás alcanzar. Luchá siempre por tus sueños y tené siempre presente que de la mano de Dios todo va a estar bien. No negociés la felicidad por nada. Disfrutá todo al máximo, y tratá de no desperdiciar tu tiempo estando triste o con mal carácter; nada es tan importante como ser feliz y ningún premio es tan grande como para perder la tranquilidad”, le pide Fabriana a esa niña que vive dentro suyo y que alimenta sus días y esfuerzos. Un mensaje que bien puede calar para las generaciones de deportistas que están por llegar sin importar la disciplina. 

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