En un primer juicio el exenfermero aceptó y confesó que 30 pacientes fallecieron a causa de suministrarles una sobredosis de un medicamento.
La policía alemana informó este lunes de que el exenfermero condenado a cadena perpetua por la muerte de dos pacientes, el intento de asesinato de otros tres y un caso de lesiones graves y del que se sospechaba que podría haber matado a otros 36, podría ser responsable del fallecimiento de otros 84.
Los expertos de la comisión especial "Cardio" exhumaron un total de 134 cadáveres con el fin de detectar si los cuerpos presentaban restos de medicamentos con los que el exenfermero causaba primero un fallo cardiaco o un colapso circulatorio, para luego tratar de reanimarlos y quedar así como un héroe ante sus colegas, según informó la radiotelevisión regional ndr.
En una rueda de prensa, el presidente de la policía de Oldenburgo, Johann Kühme, indicó que muchos de los pacientes fallecidos fueron incinerados, por lo que la cifra de muertes atribuibles al exenfermero, Niels H., de 40 años, podría ser aún mayor.
Los hechos se produjeron entre los años 2003 y 2005 en dos clínicas, en las ciudades de Delmenhorst y Oldenburgo, en el noroeste del país, y el exenfermero utilizó un total de cinco medicamentos distintos. Dos antiguos médicos jefe y el responsable de la unidad de cuidados intensivos de Delmenhorst están acusados de homicidio por omisión.
En tanto, en la clínica de Oldenburgo continúan las investigaciones para determinar la posible corresponsabilidad del personal hospitalario en la muerte de muchos de los pacientes, para lo cual es necesario primero establecer de qué muertes se está hablando y las circunstancias de las mismas, indicó el fiscal de la ciudad, Thomas Sander. El presidente de la policía, por su parte, se mostró convencido de que "los asesinatos se podrían haber evitado".
La comisión especial "Cardio" concluirá su trabajo el próximo día 31 tras 34 meses de investigaciones, aunque con ello el caso todavía no queda cerrado. En un primer juicio, el propio exenfermero confesó que había inyectado una sobredosis de un medicamento cardiaco a 90 pacientes, de los que 30 fallecieron.