En lo que va de año, 33 incidentes con armas han ocurrido en centros educativos de Estados Unidos, incluyendo sucesos sin heridos, según datos de la organización Everytown for Gun Safety.
Un millón de personas, mayoritariamente estudiantes, salieron este sábado a las calles de 800 localidades de Estados Unidos para reclamar un mayor control al acceso de armas en el país en el que más tiroteos suceden dentro de centros educativos del mundo.
“Hoy es el comienzo de un nuevo y brillante futuro para nuestro país. Salimos a la calle para exigir leyes de control de armas de sentido común, nosotros somos el cambio”, exclamó ante la multitud congregada en Washington Cameron Kasky, uno de los supervivientes del tiroteo de la escuela de Parkland (Florida), que se saldó con 17 víctimas mortales.
Kasky, de 17 años, organizó junto a varios de sus compañeros del colegio Marjory Stoneman Douglas la “Marcha por nuestras vidas”, que reunió a más de medio millón de personas en la capital del país, según medios locales, para exigir que se apliquen medidas que pongan fin a la violencia armada.
El debate nacional sobre el acceso a las armas regresó a la orden del día después de que el pasado 14 de febrero Nikolas Cruz, un joven de 19 años, asaltara su antigua escuela en Parkland con un fusil de asalto AR-15, matando a 14 estudiantes y tres profesores.
“Da miedo ir a la escuela sabiendo que esto está pasando mucho ahora, es muy triste. Queremos una solución pronto”, dijo Dayana Batres, una estudiante de 14 años de la escuela secundaria Albert Einstein en North Kensington (Maryland), quien acudió a la protesta con su madre y dos hermanas.
Precisamente, hace un mes hubo una amenaza de bomba en la escuela de Dayana, que tuvo que permanecer sentada en el suelo durante tres horas sin poder contactar con sus padres.
“Fue un calvario, recibí la alerta del colegio y yo sabía que mis hijas estaban dentro, pero no podía hacer nada”, relató la salvadoreña Myrna, madre de Dayana, quien agregó que cada día reza por la mañana para que no pase nada a sus hijas en la escuela.
Por suerte, esa amenaza quedó en un susto, pero hizo ver a la familia Batres que el fácil acceso a las armas es un problema que puede afectar a cualquier persona en Estados Unidos.
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Para Forrest Christoffers, estudiante de la Universidad Estatal de Florida, el ataque en la escuela de su estado “lamentablemente” no le sorprendió.
“En Florida sufrimos el tiroteo en la discoteca Pulse, hace unos meses hubo otro en Las Vegas y luego el de Parkland. Estas cosas se han convertido en tan regulares que no te sorprende tanto que ocurran y creo que pueden pasar otra vez fácilmente", señaló Christoffers, quien tuvo que quedarse encerrado hace dos años en la biblioteca de su universidad por un “tirador activo” en su campus.
Para solucionar esta crisis, el presidente estadounidense, Donald Trump, sopesó incrementar la edad legal para el porte de armas a los 21 años, armar a los profesores, prohibir el acceso a armas de asalto y vetar la venta de los conocidos “aceleradores de disparos”.
Hasta ahora, el Departamento de Justicia emitió el pasado viernes la ley para prohibir la venta de este tipo de dispositivos, que multiplican la capacidad de las armas de fuego, pero las otras propuestas se han quedado a medio camino de momento.
“Armar a los maestros no funcionará... Nos hacen sentir como criminales, cuando deberíamos sentirnos apoyados y empoderados en nuestras escuelas”, aseguró ante la multitud en Washington Edna Chavez, alumna de 17 años de una escuela de Los Ángeles.
La manifestación en Washington, la central en la jornada de este sábado y a la que acudieron numerosas personalidades, como la cantante Miley Cyrus, estuvo acompañada por más de 800 concentraciones alrededor de Estados Unidos y en otras ciudades del mundo.
Al menos unas 20.000 personas, de acuerdo a medios locales, se congregaron en el parque Pine Trail, a poco menos de 2 millas (3,2 km.) de la escuela Marjory Stoneman Douglas, escenario del último tiroteo masivo en el país norteamericano.
En otras ciudades del país, como Boston, Nueva York, Miami o Los Ángeles, más de 150.000 personas en total, según estimaciones de los organizadores, pidieron al Congreso estadounidense y a Trump que legislen para reducir el impacto de las armas en las aulas.