Creo sinceramente que ha equivocado su gran planteamiento: busca competirle los votos de la derecha al Centro Democrático, fortín de suyo difícil de arrebatarle a Álvaro Uribe
El año que apenas iniciamos será de gran trascendencia para el futuro de Colombia. Hoy no me ocuparé siquiera del tema de la paz, que sin duda debe lograr importantes avances en la consolidación de los acuerdos si no se quiere llegar a límites insospechados que den al traste con lo logrado hasta ahora. Impensable lo que pueda suceder si los obstinados persisten en sus posiciones radicales.
En esta columna me ocuparé de mirar, lo más desapasionadamente posible, las perspectivas existentes de cara a los debates electorales de marzo, mayo y seguramente junio, para escoger el nuevo parlamento colombiano y el primer mandatario. Las presidenciales muestran con alguna fortaleza a Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Iván Duque, Germán Vargas y Humberto de la Calle. Entre ese quinteto está, seguramente, el próximo mandatario de los colombianos.
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Sergio Fajardo es para los electores, distintos de los antioqueños, una figura fresca que ha sabido vender bien su imagen. Fajardo es con Álvaro Uribe, un político que sabe comunicarse muy bien con el ciudadano común y corriente y le sabe llegar con su discurso sencillo y claro. Desconocer que es una de las opciones con mayores posibilidades, es una torpeza electoral. Cometen un grave error los políticos tradicionales de atacarlo, porque lo crecen ante una opinión pública ávida de comer políticos y de renovar a sus dirigentes por los gravísimos casos de corrupción conocidos. Me parece que también es altamente equivocado pretender vincularlo con las Farc cuando todo mundo sabe que eso no es cierto y que por el contrario es un hombre que podemos situar en el centro del espectro ideológico, que ha recibido el respaldo de una izquierda moderada. Es candidato a tener muy presente en lo que se avecina.
Gustavo Petro es otra propuesta a considerar. Su fortaleza política está en Bogotá y en algunos sectores de la Costa Atlántica. Su más fuerte trabajo es vencer la opinión desfavorable tan alta que tiene, que seguramente le impedirá crecer en respaldos positivos. De los cinco candidatos con posibilidades es el más situado a la izquierda. Iván Duque alcanzó su triunfo dentro del Centro Democrático con una posición conciliadora y un discurso fresco y renovado, por lo menos de cara al de su jefe, pero una vez ungido ha endurecido sus posiciones ideológicas, seguramente tratando de recoger a los sectores de la extrema derecha del uribismo. Esa decisión le garantiza unificar a su partido pero le resta posibilidades de sumar a otros sectores del centro.
Germán Vargas es un candidato con propuestas, tal vez el que más expone ideas, pero creo sinceramente que ha equivocado su gran planteamiento: busca competirle los votos de la derecha al Centro Democrático, fortín de suyo difícil de arrebatarle a Álvaro Uribe y decidió enemistarse con el centro y la izquierda democrática. Bien pudo asumir posiciones de derecha, que han sido las suyas, pero con una gran propuesta para el centro ideológico. Otro de sus errores ha sido el esfuerzo denodado por romper con su pasado santista y gobiernista. Para alguien que manejó la chequera del Gobierno le queda muy difícil marcar tan abruptamente un rompimiento. Poco le han ayudado, igualmente, las posiciones sobradoras de Rodrigo Lara.
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Finalmente está Humberto de la Calle, un candidato serio, estructurado, con discurso, que le ha tocado cargar con los pecados del partido Liberal, su partido, mi partido. Todos esperamos que De la Calle, tan buen candidato para lo que viene con el proceso de paz, finalmente logre pegar en la opinión pública. Sería un presidente de lujo para Colombia