El tango es otra forma afectiva de contar el regreso, podría decir que está inundado de éxodos y retornos, sentidos en la vuelta al amor, al ser amado, al origen, al hogar y a un cierto tiempo vivido.
Bandoneón, el alma del tango guarda una mezcla de culturas de todos los pueblos venidos de Europa, inmigrantes de la tierra misma y aquellos que fueron llevados y obligados desde el remoto continente africano a trabajar como esclavos durante el período colonial. Todos ellos estuvieron arropados por la complicidad del Río y de la nostalgia.
Así tenemos que “Cerca de 60’000.000 de europeos emigraron entre 1820 y 1930, aunque el período de mayor volumen migratorio, corresponde a los años 1870-1913”
“Estos inmigrantes llegaron hasta Estados Unidos, Canadá, Australia, Brasil, Argentina, Uruguay y a otros países de América Latina- en menor porcentaje-” (1).
Para “el alegato de la nostalgia”, hablaré de Argentina y Uruguay.
Ahora veamos, a la luz de la etimología, la palabra nostalgia significa dolor por no poder regresar, nostos = regreso, algos = dolor. Este asunto dio pie para el nacimiento de los Nóstoi, - una serie de poemas épicos que formaban parte de lo que se ha llamado el ciclo troyano- o literatura de los regresos, de aquellos que fueron a La Guerra de Troya.
Abordo el tango como una estética para acercarme al género Nóstoi, que empezó con Odiseo, el adalid del retorno, cantado precisamente en La Odisea, epopeya fundadora de la nostalgia y que fue compuesta hace más de 2.700 años. Se narra el viaje del héroe lleno de avatares causados por los dioses, lo que hizo que tardara diez años en pisar el suelo de su patria Ítaca, donde poseía el título de rey.
Por su proximidad teórica con el Nóstoi y para enriquecer el texto, invito a recordar unos versos del poema Ítaca de Constantinos P. Kavafis, donde recrea el poema épico griego, en una metáfora del viaje de la vida: “Mantén siempre a Ítaca en tu mente. /Llegar allí es tu destino. /Pero no tengas la menor prisa en tu viaje. /Es mejor que dure muchos años. (…)”
Pensemos que en los tangos hay un tema que se repite, el viaje de ida y vuelta y la imposibilidad del retorno- algunas veces encarnado en el exilio- entonces, haré una intertextualidad del tango y el Nóstoi.
El tango es otra forma afectiva de contar el regreso, podría decir que está inundado de éxodos y retornos, sentidos en la vuelta al amor, al ser amado, al origen, al hogar y a un cierto tiempo vivido. El tango dialoga con la ausencia y su poética busca la cercanía con la distancia.
Arribo de nuevo a La Odisea y abro la página del Canto V en Ogigia, la Isla de la Ninfa Calipso, donde desembarcó Odiseo después de un naufragio. Ella se enamoró profundamente de él, y no lo quería dejar salir, hasta le prometió la inmortalidad.
Sin embargo, un día dice Odiseo a Calipso: “No lo lleves a mal, Diosa augusta, que yo bien conozco cuan bajo de ti la discreta Penélope queda a la vista en belleza y en noble estatura.
(…) Mas con todo yo quiero, y es ansia de todos mis días, el llegar a mi casa y gozar de la luz del regreso”. Y lo veían llorar en una playa y decir Nóstos.
Entonces, creo que esta pieza memorable de Gardel y Lepera,- Lejana tierra mía- que se asemeja además, a una visión nítida del lar y su paisaje, en la que se añora e idealiza el país, está cercana al clamor de Odiseo, habla de la vida finita y el tiempo, importa el anhelo de llegar para morir, de saberse mortal y ser arropado por la tierra y por el cielo, aunque sea algún día cuya cita no desciframos.
“Lejana tierra mía
bajo tu cielo,
bajo tu cielo,
quiero morirme un día
con tu consuelo,
con tu consuelo.
Y oír el canto de oro
de tus campanas
que siempre añoro;
no sé si al contemplarte
al regresar
sabré reír o llorar...(…)”
Vea además: Marco y su caja de quejas
Otro aspecto a tratar, sería el temor al regreso, la conmoción de la ausencia, que se asoma claramente en el tango Volver, escrito como para ser visto- con autoría de Gardel y Lepera-. Y bien claro es que el miedo puede estar sustentado por el deterioro del paso de los años y por la duda de no ser recordado, dicho de otro modo, el espanto que pueda causar el olvido.
“Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien…(…)”
…”Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.(…)”
…”y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón”
La imposibilidad del regreso a una geografía señalada, algunas veces está referida al destino y a la fatalidad, a la manera de un dictamen determinado desde siempre y sin libertad para cambiarlo.
Con la ilustración del tema que hacen estos versos de Martín Fierro de José Hernández, despido mi columna.
“Cruz y Fierro de una estancia
una tropilla se arriaron
por delante se la echaron
como criollos entendidos,
y pronto, sin ser sentidos
por la frontera cruzaron.
Y cuando la habían pasao,
una madrugada clara
le dijo Cruz que mirara
las últimas poblaciones;
y a Fierro dos lagrimones
le rodaron por la cara”
NOTA. En los tangos hay un tema que se repite, el viaje de ida y vuelta, por eso dialoga con la ausencia y su poética busca la cercanía con la distancia.