Aunque cuentan con la posibilidad de estar en hogares de paso, tener acompañamiento psicosocial, alternativas de ocupación y garantías para acceder a tratamientos de rehabilitación, abandonar las calles y superar la adicción a las drogas se ha convertido casi en una utopía para miles de personas en Medellín.
Están ahí, a la vista de quienes recorren diariamente el Centro de la ciudad. Quizás su deseo no es pertenecer a las calles, pero con cada bocanada de humo, con cada estupefaciente contaminando la sangre al paso de su consumo, su enfermedad se aferra inclemente a esos lugares que se han convertido en su tártaro, en su mazmorra de sufrimiento.
De acuerdo a la última caracterización de habitantes de calle realizada por el Área Metropolitana, hoy Medellín tiene 3.612 personas viviendo en esta situación, cifra que se muestra “alarmante” si se tiene en cuenta que más del 80% de esta población tiene Diagnóstico Dual, es decir, que sufren de una adicción y un trastorno mental.
Para tratar de mitigar un poco este impacto, la Alcaldía de Medellín dispone de programas como los Centro Día, lugares de atención básica para habitantes de calle a donde pueden acudir, de forma voluntaria, a bañarse, alimentarse, lavar su ropa, recibir atención psicosocial, hacerse cortes de cabello y hasta realizar actividades deportivas.
Sin embargo, y aunque considera que estos proyectos de resocialización son importantes y deben continuar, Héctor Fabián Betancur, exsecretario de Inclusión Social municipal, está convencido de que no es suficiente para que estas personas puedan superar su enfermedad, pues hace falta un componente vital como el de desintoxicación.
“Debemos entender que son personas enfermas, con una adicción que los obliga a estar consumiendo. Es casi imposible que ellos tomen la decisión, por cuenta propia, de abandonar sus hábitos de calle, pues es allí en donde está el microtráfico, están los jíbaros que se aprovechan de ellos y los siguen conduciendo por una espiral de la muerte”, dijo.
Betancur, quien durante años se ha enfocado en el trabajo con comunidades vulnerables, expresó que le parece “lamentable” recorrer el Centro de Medellín, en especial la Avenida de Greiff, y “ver a esos seres humanos en un estado de conciencia tan alterado, tan indefensos, tan expuestos a morir”.
“Desde mi conocimiento, puedo asegurar que ellos no quieren estar en esa situación, pero el tema de las drogas los tiene prisioneros de la calle. El Estado debe brindarles la oportunidad de poderse desintoxicar, como primera medida, y cuando la persona esté en la capacidad de tomar sus propias decisiones pueda elegir continuar en un proceso de resocialización”, sentenció.
Suma de fuerzas
Para nadie es un secreto que el sistema de salud colombiano se encuentra colapsado. No obstante, esto no es impedimento para que Lucas Arias, líder de Proyecto de Habitantes de Calle de la Secretaría de Inclusión Social y Familia, haya pasado horas buscando un hospital para que atendieran, debido a una fractura, a uno de los casi 500 indigentes que día tras día ocupan el espacio público de la Avenida de Greiff, uno de los lugares más representativos del Centro de la capital antioqueña.
Y es que de acuerdo al artículo 9 de la Ley 1641 de 2013, es el Ministerio de Salud, o quien haga sus veces, y los entes territoriales, quienes deben diseñar e implementar los servicios sociales para las personas habitantes de calle a través de programas piloto o por medio de la réplica de experiencias exitosas para el abordaje de habitabilidad en calle provenientes de otros entes territoriales.
Por ello, desde la Secretaría de Inclusión Social el compromiso es invertir los recursos para que estas personas hagan un adecuado proceso de resocialización, es decir, que vuelvan a ser funcionales, útiles y que tengan un proyecto de vida. Mientras tanto, los servicios contemplados en salud (rehabilitación y tratamiento farmacológico) están siendo amparados y cobijados, según explicó Arias, con lo ya existente en el Plan Obligatorio de Salud (POS).
“Desde la Administración municipal estamos haciendo un trabajo prioritario para sacar de la Avenida de Greiff a quienes se encuentran en grave estado, es decir a los más intoxicados, mujeres en embarazo, personas con tuberculosis o VIH, entre otras enfermedades”, precisó.
Lugares para acceder a servicios básicos, granjas para recomponer su proyecto de vida mediante el contacto con la naturaleza y otras políticas públicas que se han venido implementando varios gobiernos atrás. Lo cierto es que el fenómeno de habitantes de calle en el Centro de Medellín parece ir en aumento. Un aumento auspiciado por la problemática del microtráfico y por una adicción, una enfermedad mental que sigue condenando al infierno a estos miles de seres humanos.
Microtráfico, hurto a transeúntes, riñas callejeras y otras problemáticas han convertido la Avenida de Greiff (un sector de la calle 53, en pleno Centro de Medellín) en un lugar que, de acuerdo a varios comerciantes del sector, “inspira miedo”.
Sin embargo, desde la Secretaría de Seguridad de Medellín, en cabeza de Andrés Tobón, se viene realizando un trabajo articulado con la Policía Metropolitana para combatir, como primera medida, el comercio de estupefacientes en esta céntrica zona de la ciudad, lo cual se ha convertido en el principal detonante para que tantas personas se hayan tomado estas avenidas públicas.
“Sabemos que la Comuna 10 de Medellín es una de las más inseguras, y eso no se puede ocultar. No obstante, estamos haciendo un trabajo articulado para seguir combatiendo todas estas plazas de vicio y el crimen organizado que tanto afecta a esa población flotante que a diario visita el Centro de la ciudad”, indicó el secretario.
Finalmente, el funcionario destacó que, de la mano de otros gabinetes, esta Administración viene trabajando para “no permitir que hayan menores de edad en estos lugares de concentración de habitantes de calle y para garantizar espacios seguros para toda la comunidad”.