El día de la boda en toda pareja es un día que los marca para siempre emocionalmente. Es un día de ritual sea cual sea el estilo de la ceremonia.
Igual de cinco invitados o de 400, él y ella se unen en un día especial para hacer un juramento, una promesa que quieren sea sellada para siempre.
Un ritual que necesita la experiencia profesional de un ser.
No lo dudamos ni un minuto. El llamado fue pedir una cita como novia que quiere llegar al altar a la casa del experto diseñador y quien ha manejado, estudiado y escrito sobre el tema de bodas. Una cita en la casa de Héctor Ruiz Lopera. Son 37 años entre encajes, sedas, chifones, rasos, satines, bordados, flores, perlas, encajes, piedras y diamantes. Tres ediciones se han impreso de su libro, “La boda ideal” un libro obligado para toda aquella pareja que quiera dar el sí. Capitulo a capitulo lo ha vivido y con él en su hermosa casa en donde el blanco personifica toda la filosofía de su vida y trabajo, el equilibrio y la armonía, la tranquilidad, el silencio y el respeto por el tiempo exacto es lo más valioso. Puntual e impecable, nos recibe. Y como bordando una flor en un encaje de seda, va contando historias de todos los estilos, como miles de estilos de vestidos de novia a diseñado en su vida… pequeñas historias que nos asombran, que son para no creer, que son fascinantes…
Contamos una pequeñita como una perla de mar. Un día en que realizaba su fantástica pasarela de novias en un hotel, un señor que hacia presencia común y corriente, vio en el ir y venir del trajín un vestido de novia precioso, se acercó a Héctor y le dijo: “si ese vestido no lo desfilan yo se lo compro”. Dicho y hecho…el señor enamorado del vestido lo compró porque se casaría en unos días fuera de Medellín. El primer evento de novias de Héctor Ruiz fue en 1992, pero antes su creatividad y talento como diseñador de vestidos de fantasía para las reinas que representaron a Antioquia en el Reinado Nacional de la Belleza, le dieron tres primeros puestos, 1989 con Linda Lucia Callejas; 1992 con Zoraida Pérez y 2010, con Natalia Gallo. Nada de esto lo ha subido a las nubes, siempre se ha caracterizado por ser un hombre serio, sencillo, maestro en lo que habla y enseña, prudente, impecablemente bien vestido y un devoto de siempre de la Santísima Virgen.
Con sencillez nos dice que todo lo aprendido lo tiene desde pequeño cuando se iba a ver los matrimonios en las iglesias. Aquellas épocas de cuando el “ritual” de la boda se daba a pie puntillas desde el momento en que el novio la sorprendía a ella con un anillo de compromiso, que es el anillo que tradicionalmente tiene el diamante y que la novia desde ese momento empezaría a lucir hasta la noche anterior a su boda. En esta noche de vísperas se da la serenata y el regalo del “yugo” que se lo da el novio a la novia como una sorpresa y de las flores que a ella más le gustan. Son maravillosos rituales que se han perdido hoy día, nos dice Héctor.
¿Qué determina un vestido de novia?
Es un traje largo, blanco, con delicado velo y un hermoso ramo. Es un vestido muy personal, único, es el sueño de la novia. Importante en este punto que ella se deje asesorar. Pero es una lástima, las novias de Medellín perdieron el concepto de lo que esto significa, por buscar la simpleza que termina en una rumba. El 90% de los vestidos que lucen las novias de hoy son alquilados o prestados.
¿Intervienen mucho la mamá o la suegra o las tías?
Anteriormente sí intervenían y las citas eran de cinco a seis horas. Hoy en día no, la novia llega y dice: “es mi boda”
¿Se puede en boda religiosa vestido corto y en civil largo?
Sí dependiendo de la hora y el lugar. Ir a una notaría a las dos de la tarde con vestido largo no puede ser. Es que es un vestido muy especial para asistir a un ritual.
¿Se puede pantalón como vestido de novia?
Rotundamente no. El vestido de novia es un vestido. Ahora si se va a casar en una notaría y quiere lucir pantalón blanco perfecto.
¿Cuáles son los errores más comunes?
Son muchos. Una pareja no puede ir a un viaje a México y venir enamorada de un estilo de boda que le tocó ver y que aquí no se puede realizar. Lo primero es saber qué tipo de boda quieren los novios. Hay tres estilos: La boda íntima, que es solo con los familiares. La boda de carácter social, que es aquella en donde familiares y amigos entran en la lista, una boda de más o menos 120 personas y la tercera es la boda de compromiso en donde la lista de invitados se va a unos 400 porque no se puede dejar por fuera aquellos compromisos sociales, políticos y empresariales que tienen los novios.
Otro grave error es que la novia desconozca su figura y quiera un vestido que no es adecuado para ella. Grave error también cuando la novia se quiere copiar la boda de una famosa artista sin tener en cuenta lo más elemental.
¿Cuál es la boda que más ha admirado?
La de la princesa Diana y el príncipe Carlos de Inglaterra. Desde la decoración de la iglesia, el vestido, el banquete, todo. Fue una boda que me inspiró.
Lo que hemos olvidado:
+ El paje debe ser siempre un niño.
+ La niña no es paje, es la dama de compañía de la novia.
+ La novia debe costear toda su corte de honor.
+ El brindis con la champaña y la torta es lo primero que se hace al llegar los novios. Este brindis debe hacerlo el padre de la novia o en su ausencia el padre del novio. Nunca lo debe hacer una mujer.
+ La tarjeta de invitación es la carta de presentación de los novios.
+ Los códigos de vestuario en la invitación deben ser: informal, casual, formal, corbata negras, corbata blanca.
+ Se pueden llevar dos vestidos, el de la boda y el de la recepción.
+ Hoy en día la recepción con frecuencia es costeada por los novios.
+ Cambiar la tradicional torta por los cupcake no es nada elegante.
+ Después del vestido el accesorio más importante son los zapatos, que deben ser cómodos y al estilo y color del vestido.
Héctor Ruiz Lopera es un ser sencillo, con la virtud de saber enseñar y también de contar anécdotas muy divertidas. Un día metió el teléfono en la nevera y se preguntaba… ¿qué raro hoy nadie ha llamado? Otro día un pariente le dijo: “Héctor nos prestas el gato que mañana nos vamos de paseo”. Él en su inocencia se preguntó ¿pero para que se quieren llevar a “Emilio” de paseo? Él pensó en el gato de verdad que tenían en la casa, el mismo que al otro día le dio muchos arañazos para cogerlo cuando su pariente le timbró. Era el “gato del carro”…no Emilio.