Nada que entusiasme más a un aficionado que llegar y ver que su plaza de toros se va llenando,
LLENITA Y ENTUSIASMADA
Nada que entusiasme más a un aficionado que llegar y ver que su plaza de toros se va llenando, se va acomodando, va saludando de punto a punto, de extremo a extremo y calladita espera que suenen los instrumentos para que las figuras brillen en traje de luces. La fiesta de los toros es toda una ceremonia llena de protocolos, de normas estrictas, puras, bellas, que se lucen en una tarde que va siguiendo el resplandor del sol que va desapareciendo. Miles de páginas guardan celosamente las letras de importantes poetas que se han inspirado sólo en una tarde de toros.
Muy buen lleno el del sábado pasado. Y para estas últimas hay que hacer más presencia.
SÁBADO DE SAN CARBÓN
Con lleno de amistad y gente del toro, amigos de la fiesta, periodistas y una exquisita paella servida con toda la atención del restaurante San Carbón, se dio el primer condumio de temporada en donde el muy premiado ron de la FLA fue brindis de primera. Aplausos y vuelta al ruedo.
UN PONCE LIMPIO Y SUAVE
El lote de la familia Gutiérrez llegó con buena pinta, se entusiasmaron al salir y se dejaron acariciar entre el capote fucsia y la muleta roja, pero en su juego no es que fueran la gloria de las esencias. Enrique Ponce nos regaló buenos momentos de su experiencia, esa misma que le da el título de maestría y conocimiento. Él no se afana, no corretea, sabe cuál es el tiempo entre suerte y suerte. Y con su final amoroso del primero, las dos orejas fueron muy bien ganadas. Por Ponce en su primero y segundo salimos de suspiro y abanicándonos de alegría.
Al chico peruano le falta. Todavía que no se crea el rey de la fiesta. Todavía mira mucho al público. Su juventud le permite tener todos los riesgos posibles y por eso es atrevido. Pero le falta tranquilidad y elegancia. En su primero de nombre Armadillo, le dieron dos orejas. Blandita la Presidencia. Se merecía solo una.
MAESTRO EN BARRERA
Nadie duda que el maestro Botero es el maestro Botero, el de las gordas. Pero sería mejor que fuera más amable con la gente de a pie, con el periodista silvestre, con el admirador que se la suda por hacer su oficio.
Un poco de más humildad no permitiría que le cayera “gordo” a esos que le piden una entrevista, unas palabras. Esto lo expreso porque el sábado un reconocido periodista compañero de faena en el callejón, me dijo que el “maestro” había contestado “yo no doy entrevistas” a unos que querían entrevistarlo. ¿Pero maestro, a estas horas de su calendario no es cuando usted tiene bastantes cosas que contar? ¿Se ha dado cuenta “maestro” que usted pasa, no sonríe, no camina, levita porque lo llevan como los santos de palo en procesión de pueblo? Un ser intocable. Aquí en esta su tierra es donde lo quieren y lo aplauden.
Excelentes los instrumentos musicales.