El ejercicio del poder se encuentra afincado, sobre todo, en las estrategias que manipulan el miedo y el odio.
Sostenía Michel Foucault en Las redes de poder que la delincuencia tiene una cierta utilidad económica-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente: “Cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, cuanto más crímenes haya más miedo tendrá la población y cuanto más miedo haya en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial.
“La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica porque en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día”.
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De manera semejante, Nicolás Maquiavelo advertía que existen tres tipos de sentimientos que los dueños del poder deberían explotar para controlar a las masas: El miedo, el odio y la esperanza.
Tanto en el campo local, como en el global, vemos que el ejercicio del poder se encuentra afincado, sobre todo, en las estrategias que manipulan el miedo y el odio, aprovechando obviamente, la escasa cultura política de los mal llamados ciudadanos. Y es que el miedo apoca y opaca, hace perder la confianza en sí mismos y se refugia en alguien que encarne la figura protectora del padre, el patrón o el don.
Todos los poderes que en el mundo han sido, grandes o pequeños, necesitan de la existencia de enemigos reales o imaginarios para poder presentarse como los salvadores y protectores del orden de cosas existente y justificar así sus atropellos y desmanes. Hordas, Conquistadores, Imperios, Herejes, Dogmáticos, Racionalistas, Apóstatas, Impíos, Enemigos Públicos, Comunismo, Narcotráfico, Terrorismo, entre otros tantos a nivel global, o en lo local, Bolivaristas o Santanderistas, Federalistas o Centralistas, Liberales o Conservadores, Gaitanistas o Laureanistas, Pájaros o Chulavitas, Bandoleros, Guerrilleros, Mafiosos, Uribistas o Santistas, Faracos, o Paracos o Elenos o Castrochavistas, son algunos de los ejemplos que la historia mundial y la historia local nos muestran.
¿Quién es el bueno y quién es el malo? Escoja usted amigo lector su respuesta. Lo que es claro es que casi todos los actores estamos mirando el mismo río, pero desde orillas diferentes. ¿Quién dice la verdad y quién dice mentiras? Mientras los medios de comunicación, sin excepción, tengan dueños, estos medios están supeditados a la defensa de los intereses de sus propietarios, así que puede tener la plena seguridad amigo lector, qué de la realidad, todos sabemos muy poco y que de lo poco que sabemos, una buena parte está viciada por lo que nos muestran los medios de comunicación, de acuerdo con el caleidoscopio que requieren los intereses y los objetivos de sus propietarios.
Desde otro ángulo, mientras que esta sociedad no tenga explícitamente enunciados unos pocos objetivos nacionales, lo que haga el gobernante de turno es correcto desde su óptica. Está por terminar otro cuatrienio y yo todavía no conozco los Estados Financieros que el Alcalde, el Gobernador y el Presidente deben presentar para las unidades político administrativas a su cargo, información que no está presente dentro de la moda en la cual se ha convertido la mal llamada “Rendición de Cuentas”, que no pasa de ser un ejercicio mediático y una dejada de constancia.
¿Los actuales mandatarios de todos los niveles han crecido o decrecido el patrimonio público?, ¿Cómo dejan los activos?, ¿Cómo crecen los pasivos?, ¿Cuál es el real nivel de endeudamiento y la real capacidad de inversión de Medellín, de Antioquia y de Colombia? ¡Averígüelo Vargas! Y recuerden Señores gobernantes, que esto no es un favor sino una obligación.
¿Cómo así que algunos de los Países donantes para el Proceso de Paz están pidiendo cuentas? Lo decente, lo lógico y lo responsable es que el Gobierno por iniciativa propia las presente.
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Sin datos no hay información, sin información no hay posibilidades de seguimiento, sin seguimiento no hay posibilidades de evaluación y sin evaluación jamás se conocerán los verdaderos impactos del ejercicio gubernamental.
Insistimos en la necesidad de dotar a Medellín de un adecuado Centro de Espectáculos, de un Velódromo Techado y de un Autódromo que cumpla con los requisitos y con las características internacionales.