Las ciudades Santuario enfrentan una batalla legal con el gobierno federal que se niega a continuar otorgando subsidios
La comunidad inmigrante enfrenta ataques por todos los flancos. Si usted es extranjero o aparenta serlo, se convierte en sospechoso. Si habla español u otro idioma distinto a inglés puede ser motivo de cuestionamiento migratorio. Siguiendo instrucciones de la presidencia, la Agencia para el Control de Aduanas y de Inmigración (ICE) se ha lanzado a perseguir a los indocumentados sin compasión alguna. Los agentes de ICE ingresan a los tribunales, irrumpen en la madrugada a los hogares, emboscan a padres de familia cuando llevan a sus hijos a la escuela y los detienen sorpresivamente en oficinas de inmigración. Las redadas en sitios de trabajo haciéndose pasar por policías son el pan de cada día.
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Se ha llegado a extremos como el candidato a la gobernación del estado de Georgia que conduce el “autobús de la deportación” para llenarlo de indocumentados y expulsarlos del país. En la parte trasera del vehículo se lee lo siguiente: “Peligro: asesinos, violadores, secuestradores, abusadores de menores y otros criminales a bordo”. Hace unos días una mujer fue cuestionada por un agente la patrulla fronteriza cerca a Canadá pues estaba hablando español con su hija.
El jefe de gabinete John Kelly sin rubor alguno y en una clara muestra de racismo ha dicho que si bien los “ilegales no son gente mala, no se asimilan fácilmente a la cultura norteamericana pues son gente mayoritariamente de origen campesino, de países donde la educación es mínima, cuarto o quinto grado, sin especialidad alguna y no hablan inglés”. Puede que para muchos, dicha afirmación tenga mucho de verdad pero se desconoce la historia de los inmigrantes en los Estados Unidos. Irlandeses, alemanes, italianos y polacos que emigraron no eran los más educados…
Ser inmigrante en la era Trump se volvió una pesadilla haciendo que el ambiente de zozobra para la comunidad de indocumentados vaya en aumento. Los alcaldes de 100 ciudades, amigos de los inmigrantes, decidieron valientemente llamar a sus jurisdicciones “Santuario”, ordenando a la policía colaborar con las autoridades de inmigración solo cuando se ha cometido un delito distinto a ser indocumentado. Ello ha provocado la ira del presidente y el fiscal Jeff Sessions quien a lo largo de su carrera como congresista mostro su antipatía por los sin papeles.
Las ciudades Santuario enfrentan una batalla legal con el gobierno federal que se niega a continuar otorgando subsidios para programas de educación, vivienda, salud transporte hasta tanto no se comprometan a trabajar conjuntamente con la ‘’migra’’. Son aproximadamente 27 mil millones de dólares que reciben ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y otras urbes donde habitan gran cantidad de inmigrantes.
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La administración Trump argumenta que esos territorios sirven de refugio a delincuentes y criminales. Sin embargo de acuerdo con un estudio del National Immigration Law Center de 2017, las ciudades Santuario tuvieron menores índices de criminalidad, al tiempo que sus economías tuvieron un mejor desempeño.
La MS 13 una banda de forajidos con orígenes en El Salvador que azota a varias urbes de los Estados Unidos es el flanco preferido por Trump llamando a sus integrantes “animales”. En su acostumbrado lenguaje intolerante y discriminatorio, el presidente se rehúsa a distinguir entre delincuentes y esos millones de indocumentados cuyo único pecado es vivir bajo las sombras contribuyendo a la economía.