Trump se ve obligado a cambiar de rumbo contrariando lo que prometió como candidato.
Esta ha sido la semana de las reversas y promesas incumplidas. Bien decía la excandidata Clinton que se hace campaña en verso y se gobierna en prosa. Pues no han pasado los 100 días, ese periodo que les permite a los norteamericanos medir los logros del nuevo gobierno topándose con grandes decepciones. Luego del fracasado intento por cambiar la Ley de Salud y de los escándalos por el papel de los rusos en la política, la única victoria fue la llegada del magistrado Gorsuch a la Corte Suprema rompiendo la tradición partidista del consenso. En una administración donde reina la incoherencia, la ficción supera la realidad y el protagonista es el rey de la mentira y la retórica carece de fundamento, la gobernabilidad queda en entredicho.
Poco acostumbrado a los desafíos a los que se enfrenta un presidente en ejercicio, Trump se ve obligado a cambiar de rumbo contrariando lo que prometió como candidato. Hay quienes piensan que su experiencia y trayectoria en el sector privado le permite ser flexible corrigiendo lo que no funciona. Asimismo, salen en defensa de su estilo independiente alejado de las luchas ideológicas de Washington. Otros atribuyen esta metamorfosis al proceso de educación al que se someten los gobernantes. Desde Roosevelt hasta Obama fue necesario a adaptar el programa de gobierno a las circunstancias del momento.
Trump sorpresivamente ha dado un giro de 180 grados en varios frentes. El inesperado ataque a Siria con 59 misiles y el lanzamiento de la "madre de todas las bombas" en Afganistán, aunado a los movimientos de buques a aguas coreanas, son motivo de regocijo para los halcones de la guerra pero un mal presagio a la paz del mundo y ‘’America Primero’’ convertido en slogan efímero. Y resulta que también la Otan ya dejó de ser una organización obsoleta.
La cumbre con el mandatario chino sirvió para que Trump no repitiera su cacareado argumento de que ese país manipula la moneda ‘’robando empleos y sacando dinero de los bolsillos de los norteamericanos’’. También ha quedado en el olvido, al menos por ahora, una salida al déficit en la balanza comercial que de tiempo atrás beneficia a China. Quizás Xi Jinping sea un intermediario efectivo apaciguando los ímpetus guerristas de Corea del Norte gracias a los lazos históricos entre ambos países.
Para que la ‘’conversión’’ sea creíble, Trump debiera además revisar el veto que impuso a los musulmanes provenientes de varios países y si se trata de ser compasivo con los sirios que sufren con el destierro, entonces abrir las puertas a mas refugiados. El mundo observa con asombro la falta de credibilidad y los vaivenes en la política exterior de los Estados Unidos. Lo cierto es que estos primeros meses muestran el caos y desconcierto en muchas de las decisiones y órdenes ejecutivas. El circulo que rodea a Trump en lugar de concentrarse en lo estratégico y consultivo ha caído en disputas intestinas de poder.
Con una economía que continúa su positiva tendencia, unos niveles de empleo que se aproximan a su punto más alto en varias décadas y unos salarios que recuperan su capacidad de compra, distraer a la opinión con aventuras militares como respuesta al mal momento del presidente y sus bajos índices de aprobación sería algo impensable.