En el departamento votaron 2.6 millones de antioqueños y por primera vez Medellín pasó del millón de votos.
Si en el ámbito nacional sucedieron variados e interesantes hechos políticos en los comicios para presidente de la República del pasado domingo 27 de mayo, en Antioquia también las urnas dejaron muchos mensajes en el campo electoral o en el votante, en participación, en los partidos y obviamente en la dirigencia política.
En lo nacional fue altamente gratificante los casi 20 millones de sufragantes, pero Antioquia y Medellín no se quedaron atrás y contribuyeron ampliamente para que se dieran esos altos índices de participación democrática, que le da un respiro a tantas angustias y sinsabores que afectan e impactan a la patria.
Una primera deducción de los resultados electorales regionales, es que en Antioquia subió la votación en las presidenciales de primera vuelta, lo que es muy positivo, toda vez que para varios analistas este departamento se estaba quedando estancada en los dos millones de votos y con una abstención superior al 50%, pues el censo electoral en esta parte del país supera los 4 millones de votantes habilitados, el segundo más alto del país, sólo aventajado por Bogotá.
La votación para la Cámara por Antioquia en las elecciones legislativas del pasado 11 de marzo arrojó una asistencia a las urnas del 44.84%, producto de los dos millones de votos depositados, guarismos que aumentaron en las presidenciales.
Con base en el preconteo de la Registraduría Nacional del Estado Civil la noche del 27 de mayo, votaron 2.6 millones antioqueños que pusieron muy en alto el listón de la participación con un satisfactorio 55.38%, derrotando a la apatía.
Obviamente hay que entender y dejar en claro que las elecciones presidenciales por todo lo que está en juego en la conducción del país, movilizan más que las legislativas, aunque la sumatoria de las elecciones territoriales, la de gobernaciones y alcaldías, también registran un alto número de sufragantes, cuando el censo electoral está en 4.7 millones de antioqueños.
Pero si los 125 municipios y las nueve subregiones pasaron la prueba en favor de la democracia nacional y departamental, Medellín la sacó del Estadio.
La capital antioqueña fue la segunda ciudad con el mayor número de votantes de Colombia, obviamente después de Bogotá que también incrementó sus guarismos del pasado, pues llegó a los 3.7 millones de votos para un sin antecedentes, otros dirían histórico, casi 65% en el porcentaje de concurrencia a la urnas.
Medellín aportó a los casi 20 millones de votos en Colombia, un millón de tarjetas que significaron un extraordinario 63.59% de apoyo popular, lo que quiere decir que por primera vez la capital de Antioquia supera el umbral del millón de votos.
En marzo, durante las elecciones para la renovación del Congreso de la República, los sufragantes en la ciudad sólo llegaron a los 762.000 para un casi 49%.
Tras ese muy interesante panorama o radiografía de la votación en Antioquia y Medellín en los pasados comicios presidenciales, en las urnas de esta región y de la su capital también se dieron acontecimientos que empiezan a ser insumos para ir delineando la campaña y las elecciones regionales y locales del 2019.
Esta campaña seguramente comenzará en el año nuevo, pero desde ya se vislumbran las fuerzas que serán actores centrales de la disputa por la Gobernación de Antioquia y por la Alcaldía de Medellín.
El uribismo seguramente saldrá con la intención y con el propósito de sacarse el clavo de su debut en el 2015, cuando perdió los dos cargos más importantes del poder ejecutivo seccional y local de Antioquia y Medellín.
Por lo ocurrido el domingo pasado pueden sacar pecho con esos 1.3 millones de votos por Iván Duque, pero aceptar con sensatez que todo ese potosí electoral no es de ellos, pero sin embargo los coloca como favoritos pensando en octubre del 2019.
En Medellín también descrestaron con los 532.000 votos que sacaron, que con solo mantener un 60% de ese caudal, pelearían otra vez la Alcaldía de la ciudad capital de los mal llamados paisas para los académicos, pero término que casi es un gentilicio de los habitantes de esta comarca colombiana.
La Coalición Colombia o el fajardismo se volvió a posicionar en el ámbito territorial en su hábitat natural como es Antioquia y sobre todo en Medellín.
Ellos tenían la obsesión de sacar un millón de votos, pero no les dieron las cuentas y están contabilizando unos muy respetables 700.000 sufragios, cantidad muy llamativa mirando para las competencias democráticas regionales del 2019, pues creen o están seguros que los 1.3 millones de los uribistas no son todos de ellos.
Entre tanto, los 300.000 votos de Fajardo en la ciudad, también son muy suculentos o atractivos para presentar un candidato a la Alcaldía. El petrismo en Antioquia aunque aumentó su presencia electoral, está muy lejos de ser una alternativa en estas tierras por las fuertes tradiciones antioqueñas, pese a que hay mucha pobreza.
Así las cosas, dentro del uribismo ya hacen cuentas y cálculos los dos candidatos que sueñan con la Gobernación de Antioquia, si es que Hidroituango no ahoga el prestigio regional. Por un lado seguramente repetirá Andrés Guerra, quien tendría la bendición del gran gurú uribista, y por otro lado estará Mauricio Tobón, quien será el candidato del gobernador Luis Pérez Gutiérrez y se presentaría por un proyecto político a base de firmas, pues los partidos ya no ponen votos, sino que los quitan.
Los fajardistas se la tendrán que jugar con el fiel escudero de esa causa, Santiago Londoño, pues no se ve en lontananza a nadie más, al menos con alguna posibilidad cierta.
Para la Alcaldía de Medellín se palpan movimientos y codazos internos dentro del Centro Democrático. Por ejemplo, los ramistas no se van a dejar quitar la oportunidad con el delfín Alfredito, pero tiene mucha resistencia, al tiempo que una alternativa que se viene abriendo camino es la de Carlos Mario Estrada Molina, hoy al mando de Comfenalco y quien estuvo muy metido en la campaña de marzo y en la mayo.
Entre tanto, el concejal Jaime Mejía suena con al menos hacerse contar en un proceso previo uribista.
Pero ojo que volvería a la escena uribista Juan Carlos Vélez Uribe, a quien le estarían perdonando sus pecaditos por imprudente ante la prensa, pero en realidad dijo la verdad sobre como el uribismo aprendió a meter miedo y mentiras para ganar.
Por el fajardismo y el federiquismo de “Creemos” aún es muy prematuro para avizorar candidatos que se le midan a esos “duros”.
Por los alicaídos y jurasicos partidos es posible que Conservadores de Vida se atrevan con uno de sus mecenas, Carlos Mario Montoya, mientras que uno de los mejores preparados para gobernar a Antioquia, Eugenio Prieto Soto, no iría más por el aporreado liberalismo, sino por un proyecto político distinto.
Ah y muchos preguntan y ¿Aníbal Gaviria qué? A mí que me esculquen.