Como en este país todo se puede y todo se vale, en el acto del martes se hizo politiquería pues estuvieron Fernando Carrillo y Edgardo Maya, procurador y contralor en su orden.
Cuenta El Tiempo (jueves 16 de marzo), que a la mismísima hora en que el pasado martes el saliente vicepresidente Germán Vargas Lleras hacía el balance de la gestión de gobierno, el inefable Roy Barreras se reunía a manteles en su residencia con 45 de los 56 congresistas de La U y con Óscar Naranjo, para ser un auténtico palo en la rueda de la candidatura del nieto de Carlos Lleras. Barreras, otrora escudero de Uribe y a la sazón de Santos, político utilitarista y torcido, contradictor a ratos de Armando Benedetti (pero a quien utilizó para ser presidente del Congreso), dijo en la reunión que “no se trata de una coincidencia, sino de un acto deliberado que pretende decirle a Vargas Lleras que no estamos con usted”. Me acordé de Jorge Luis Borges, quien odiaba el fútbol (“El fútbol es popular porque la estupidez es popular”) y a la misma hora en que Argentina debutaba en el mundial de 1978, que se realizaba en el país gaucho, dictó una conferencia sobre la inmortalidad, para atravesársele al mundo del balompié.
Como en este país todo se puede y todo se vale, en el acto del martes se hizo politiquería pues estuvieron Fernando Carrillo y Edgardo Maya, procurador y contralor en su orden. Barreras, con su patraña, les dijo a los medios que la presencia de ellos se debía a que quería pedirles que acompañen desde los organismos de control la política de seguridad ciudadana que el partido de La U quiere liderar como tema del debate presidencial 2018. No deberían haber estado estos personajes en esa reunión en la casa de Barreras, pero no olvidemos que en este país las cosas se hacen a las espaldas y la gente se entera a última hora de los hechos perniciosos (¿O no Samper y Santos?).
Ya conocemos las traiciones del presidente Santos, que no son pocas. Además de la que le hizo a Álvaro Uribe, que es la mayor, se ha dado el lujo de ser judas frente a Vargas Lleras, a quien le prometió a pie juntillas que lo acompañaría para la presidencia luego de su segundo mandato y lo dejó tirado, siguiendo con Humberto de la Calle, a quien le calentó la oreja y también lo apeó y ahora le hace el guiño a Juan Carlos Pinzon, su nuevo mejor candidato. Eso sin contar las felonías a sus electores y, en general, al pueblo colombiano.
Óscar Naranjo, al único que nombran y flamean como vicepresidente sin que el Congreso lo elija, fue aplaudido por los presentes a rabiar. Y Barreras, con sarcasmo y politiquería, le dijo que defendiera la vida y no el cemento, para lanzarle mandobles a Vargas Lleras. No faltaron en aquella noche, alusiones a Juan Carlos Pinzón, el nuevo “chacho” quien tiene visos de candidato presidencial por los coqueteos de Santos y la próxima renuncia a la embajada de Colombia en los Estados Unidos. Al día siguiente, el anfitrión lanzó el libro “Roy de abajo hacia arriba”, sentando en la fila preferencial a políticos de muchas vertientes para hacerle el mandado a Santos de que tiene que llegar con un candidato fortalecido por las coaliciones para aspirar a ganar la primera vuelta y que le haga contrapeso a Vargas Lleras y al Centro Democrático.
Roy Leonardo Barreras Montealegre (no me hablen más de su segundo apellido que me recuerda un personaje nefasto), tiene 53 años, es caleño, médico de profesión y publicó otro libro titulado “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Fue galanista en el 2006, elegido representante a la Cámara por Cambio Radical terminó expulsado por ese partido en el 2009 y llegó a ser presidente del Congreso. Hace cinco años, la banda los R15, que asaltó la vivienda de Roy, dijo que tenía en su apartamento la friolera de $ 1.200 millones en efectivo en una caja fuerte. Sin embargo, Barreras desmintió esa información y dijo que en su modesta casa no tenía plata. La gente no le creyó.
Roy, ¿hasta cuándo tenemos que aguantarte?