Los colombianos queremos que todos nuestros líderes políticos lleguen a ancianos. Es inconcebible que exista algún tipo de satisfacción por el peligro que corra uno de ellos.
Vamos hablar claramente: los colombianos queremos que todos nuestros líderes políticos lleguen a ancianos. Es inconcebible que exista algún tipo de satisfacción por el peligro que corra uno de ellos.
Si Álvaro Uribe está amenazado, toda Colombia debe decir al unísono que es inaceptable. El candidato Petro debe ser igualmente protegido, no solamente por las fuerzas armadas de Colombia y las instituciones, sino por la ciudadanía en su conjunto.
Nunca he sido uribista, no voy a votar por Petro ni en primera vuelta ni en segunda, pero creo que hay que hablar de estos líderes también en defensa de ellos, porque o si no es como si regresáramos a la guerra de los Mil Días. Y eso no puede ser.
A pesar de todo lo que se dice, dentro de 100 años se hablará de Uribe como el hombre que preparó al país para la paz aunque después no haya aprobado este proceso. Esto no lo puede negar nadie. También pasará a la historia como el Presidente que pudo ser dictador y no quiso porque se lo solicitaron mucho y se negó a desconocer el fallo constitucional.
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Y para disgustar en esta columna a la otra mitad del país, también debo decir que Petro será conocido como el líder guerrillero que dejó las armas y logró ser Alcalde de Bogotá y candidato presidencial. En su obsesión por la lucha democrática ha sacrificado los tiempos de juventud que le quedan luego de su vida en la clandestinidad, y eso tampoco nadie se lo puede negar.
Ambos han hecho una opción clara por lo público y por lo tanto merecen el mayor respeto en sus vidas y su honra, sobre todo por sus familias. Si lo que se dice de uno y otro en la redes sociales, sobre su honorabilidad, su vida íntima y sus alianzas controvertidas, o su personalidad arrogante o sus acciones de dudosa legalidad, llegase a ser cierto en alguna medida, no corresponde a los ciudadanos juzgarlo más allá del voto, las manifestaciones públicas pacíficas y la exigencia a las autoridades de que investiguen lo que corresponda.
En adelante, a la más mínima amenaza a uno de estos dos líderes, a los candidatos presidenciales y a las demás personalidades de gran visibilidad en la política, Y también respecto de los gestores sociales, propongo que debe existir una hoja en blanco en todos los periódicos, 15 minutos de silencio en todas las televisiones y emisoras de radio. Debemos decirle a ambos, señores Uribe y Petro: Colombia puede o no votar por ustedes o sus candidatos, pero todo el país está con ustedes en la defensa de sus derechos fundamentales; Esta es la Colombia del siglo XXI.