Las medidas de contención del daño ambiental, y ojalá de recuperación de la calidad del aire, deben ser integrales, permanentes y producto de la voluntad de las autoridades y la solidaridad de los ciudadanos.
En coincidencia con la semana en que el valle de Aburrá comenzó a recibir de Ecopetrol combustible de alta calidad, un fenómeno meteorológico -aumento de la pluviosidad y nubes bajas- provocó el aumento de partículas PM5, las más dañinas, en el aire de la subregión; este contribuyó a que al mediodía del martes doce de 18 estaciones del sistema de medición registraran alta contaminación, obligando a las autoridades ambientales a declarar el estado de Alerta III y a adoptar fuertes decisiones sobre pico y placa, que cobijan a vehículos particulares, motos, camiones y volquetas.
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Esta emergencia, peligrosa para la salud de muchos habitantes de la subregión y que exigió adoptar drásticas medidas temporales que todos acogemos por el bien común, demuestra que las medidas de contención del daño ambiental, y ojalá de recuperación de la calidad del aire, deben ser integrales, permanentes y producto de la voluntad de las autoridades y la solidaridad de los ciudadanos.
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Ahora que Ecopetrol ha hecho su parte, corresponde al Área Metropolitana y las alcaldías, en especial la de Medellín, retomar la reconversión de los vehículos y el sistema de transporte público, para cumplir el mandato legal de chatarrizar a fin de poner en marcha un sistema seguro y eficiente que emplee energías limpias. Compete también a las autoridades intensificar los controles aleatorios a las emisiones de gases de todos los vehículos, pero especialmente aquellos que comúnmente son calificados como “chimeneas ambulantes”.
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A la ciudadanía, por su parte, le corresponde contribuir a controlar la corrupción de los centros de diagnóstico automotriz que expiden certificados de gases a vehículos contaminantes. La gravísima situación actual nos exige a todos los habitantes del valle de Aburrá, además, hacer uso planificado de nuestros vehículos particulares, lo que significa viajar en ellos sólo cuando es estrictamente necesario y no existe una opción diferente.
La situación del martes 6 de marzo es señal inequívoca de que lo que está en juego es la posibilidad de tener vida de calidad, y para algunos simplemente de sobrevivir, en el valle de Aburrá. Por eso las acciones deben ser de fondo, continuadas y responsabilidad de todos.