Regulación, investigación, empresas con licencias y estudios internacionales que respaldan su uso en enfermedades como la artritis y el tratamiento del dolor.
Desde la legalización de la marihuana para usos medicinales en Colombia en 2015, se ha planteado toda una gama de probabilidades de investigación y ensayos clínicos para el tratamiento de diversas enfermedades. En la actualidad, doce empresas cuentan con la licencia para tener las semillas de cannabis y cultivos de las diferentes variedades, que se calculan entre 300 y 400 cepas o genéticas existentes; todas, con una funcionalidad diversa.
El proceso, casi cuatro años después, evidencia una regulación que sustenta la implementación en el país, con dos leyes (la 30 de 1986 y la 1787 de 2016), tres decretos (2467 de 2015, 780 de 2016 y 613 de 2017) y cinco resoluciones (577, 578, 579, 2891 y 2892 de 2017).
Ahora, el panorama plantea la probabilidad de que desde el 2019 salgan al mercado productos con cannabis, para atender enfermedades que ya se han comprobado en el mundo, tienen reacciones controladas con este componente. En el mundo, al menos 20 países ya tienen regulación del cannabis, y algunos ya han avanzado en cultivos, investigación y ensayos médicos para su comercialización.
Su efectividad en otros países, dicen los expertos, reafirma que puede funcionar en Colombia. En California, por ejemplo, ya hace diez años se aplica, aunque no en todo Estados Unidos es permitido su uso.
De acuerdo con las proyecciones en el uso del cannabis para el tratamiento de enfermedades, el dolor crónico será la afección que más será tratada con los productos que la contengan, seguido del cáncer, la artritis, la migraña y otras.
Estudios científicos en dicho país han probado que al menos 100 millones de ciudadanos de Estados Unidos sufren de dolor crónico y la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, "hay evidencias concluyentes o sustanciales que el cannabis es efectivo en el tratamiento del dolor crónico en adultos".
“La neurofunción encontró que la fisiología en general tenemos una serie de cosas que todavía no sabemos para qué sirve y una de estas que encontramos es que el cuerpo tiene unos receptores o cerraduras en las cuales encaja de manera exacta una llave que las encontramos en la naturaleza, una son los derivados de los cannábicos y configura el sistema cannabinoide”, señaló Carlos Francisco Fernández, neurofisiólogo del dolor y Especialista en cuidados paliativos.
Lo anterior es el motivo por el cual en la actualidad se indaga en los usos medicinales del cannabis.
Los dolores por la disfunción del sistema nervioso, es decir cuando este se daña y convierte en un generador de dolor, generan grandes problemas para quienes lo padecen, ya que el síntoma pasa a ser una enfermedad, un dolor neuropático, que puede no llegar a solucionarse con medicina del común. Esto se presenta, en especial, en pacientes con cáncer.
Fernández se refirió al ya comprobado uso del cannabis en el tratamiento del dolor. “Si está la herramienta y está el síntoma, por qué no lo doy. Dentro de eso se confirmó que hay unas sustancias específicas porque los derivados del cannabis hay investigaciones que confirman para qué sirven para que no se le dé a la persona unas 500 llaves para ver cuál le sirve”, detalló.
Cabe recordar que, aunque hoy en día en el mercado se encuentran productos como pomadas, aceites y gotas con cannabis, que se promocionan para las ya mencionadas enfermedades, estos son ilegales en Colombia. Ahora, con la regulación en marcha, se espera que para el 2019 ya hayan algunos legales.
Así, las fórmulas magistrales (o medicamentos hechos a la medida) a base de cannabis, con las que se vuelve al modelo antiguo en el que los medicamentos pueden ser preparados de acuerdo a las necesidades del paciente, tienen una salida más clara al mercado, lo que se encuentra en proceso con el Invima.
“Los productos que ya se fabrican en cantidades industriales con miles de millones de dosis requieren un registro ante el Invima que tarda más años, dos o tres, dependiendo del producto que vaya a ser”, apuntó Andrés López, director del Fondo Nacional de Estupefacientes.
Por otra parte, el componente fitoterapéutico (medicamentos naturistas) y fármacos aún no se ha desarrollado en el tema regulatorio.
“Eso también le va a permitir a los laboratorios adquirir nuestras materias primas para producir un medicamento final, sabiendo cuál de todos estos residuos sanitarios cabe. Si todo sale bien el compromiso del Invima es que para finales de este año su marco regulatorio debía estar finiquitado”, señaló Felipe Harker, vicepresidente ejecutivo de Medcann, una de las empresas que obtuvo la licencia.
Harker agregó que para finales de este año la empresa tendrá listas las materias primas. La materialización de los medicamentos que representen una respuesta para el paciente, depende de la investigación que realizará para este caso la Universidad del Rosario, encargada de hacer estudios clínicos durante cinco a diez años.
Los ensayos médicos son uno de los requisitos del Invima para la expedición de un medicamento. “Necesitamos que exista evidencia, no únicamente desarrollada por nosotros en acuerdo con la Universidad del Rosario, sino que podamos hacer una curaduría de contenidos de estas investigaciones que se han hecho en el ámbito mundial y decir que tienen validez para que podamos producir algo”, detalló Harker.
En cuanto a la proyección de estos productos, según la compañía investigadora Grand View Research, el mercado mundial del cannabis medicinal puede alcanzar un tamaño de 55.8 billones de dólares para el años 2025, con un crecimiento ponderado de 17.1% desde el 2015 que parte de un mercado de 11.4 billones de USD.
Hasta el momento doce empresas cuentan con la licencia en el país: Med Colombia, Cannabis Medical Group, Medcann Colombia, Colombian Organics, Canmecol, Khiron Colombia, Cannalivio, Pideka, Ecomedics, Econnabis, Cannavida y Pharmacielo; que dependiendo de las modalidades en las que se haya solicitado, realizarán la fabricación, exportación, investigación, comercialización y distribución de los derivados de cannabis para fines medicinales y científicos en el país.
No obstante, dichas empresas deberán adquirir al menos 10% de lo producido por pequeños cultivadores. Algunos de estos, quienes antes tenían en sus tierras cultivos ilícitos, y que deberán erradicarlos para cultivar cannabis, pero podrán conservar las semillas.
De acuerdo al marco legal vigente, se despenalizó el cultivo de hasta 20 plantas, que se considera autocultivo.
Si bien la planta de Cannabis no es colombiana, muchos campesinos obtuvieron sus semillas en el auge del narcotráfico y se naturalizó al suelo del país, que expertos destacan altas ventajas para cultivarlo. Por ello, “el cultivo hay que erradicarlo porque es ilegal, el producto no sabemos su calidad, puede precisamente tener mercurio y demás, pero los campesinos pueden conservar las semillas, guardarlas, obtener las licencias y luego con base en eso pueden incorporarse como pequeño o mediano cultivador”, señaló López.
Entretanto y mientras los pacientes con enfermedades tratables con el cannabis esperar a que su médico pueda prescribir, en el país ya hay cultivos, que tardan entre cuatro y seis meses.