Mientras Timochenko y Santos compartan el poder, otro “acuerdo final”, esta vez con el Eln, es una aterradora posibilidad..
Para dar publicidad a los acuerdos entre Gobierno y subversión se ha inventado una vistosa coreografía con el nombre de “diálogos de paz”, donde danzan comparsas con pomposos títulos de jefes negociadores, delegados, asesores, abogados, que constituyen ambas partes —“altas”, supongo—. Ocupan excelentes hoteles, pagados todos por el Estado colombiano, en algún país llamado “facilitador” o “garante”, territorio que si no es Cuba, tiene que hacerse el de la vista gorda, porque una de las delegaciones está formada por terroristas, asesinos, violadores, etc., con circular roja.
En el caso de Ecuador, ese país se había comprometido a recibir los tenebrosos visitantes por los meses necesarios, hasta que el gobierno colombiano decidiera otra rendición, parcial o total…
Durante toda la farsa aparecen unos rubios y estólidos representantes de gobiernos hasta entonces respetables, los escandinavos. Esos individuos hablan enredado y de Colombia saben lo que nosotros, amable lector, conocemos de Laponia…
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Ahora bien, culminada la paz habanera empezó la quiteña, hasta que Lenin “traicionó” (afortunadamente) a Correa, y a los de las Farc, cuando en ejercicio de algún sagrado derecho resolvieron secuestrar y matar ecuatorianos. Al gobierno de ese país le pareció que todos los terroristas colombianos eran bandidos consentidos por el de Bogotá, y por eso notificó a Santos y a Gabino que se fueran con su música a otra parte.
La reacción inmediata de Santos fue la de buscar una nueva sede para continuar con el show. Inicialmente se dijo que Chile iba a prestarse como escenario, pero como Piñera no es bobo, ahora hablan de Brasil. Sin embargo, aunque Interpol no pueda buscarlos en su territorio, tradicionalmente sustraído a los tratados de extradición, es dudoso que el señor Temer, con todos los problemas que tiene, vaya a buscarse incómodos visitantes.
Desde luego, a Colombia no le conviene otra paz tan estable y duradera como la de las Farc, pero mientras Timochenko y Santos compartan el poder, otro “acuerdo final”, esta vez con el Eln, es una aterradora posibilidad. Por eso, si no consiguen sede en el extranjero, podrían reunirse en Colombia mientras todavía manden aquí ambos amigos del Eln.
Esta guerrilla, que nadie sabe cuántos “combatientes” tiene, propios o de reciente brazalete, para firmar su “paz” sólo exige que le den una Constituyente de bolsillo como la de Maduro, para pasar de lleno de la transición santista a la revolución comunista.
Petro ya la ha prometido como primer acto de su desgobierno, pero ¿qué hacer si no logran montarlo a la presidencia? Por eso existe la posibilidad de que en algún inesperado momento, el actual gobierno conjunto entre cierto establecimiento político y la subversión firme la paz con Gabino, para sumirnos en el caos institucional total.
Hago la anterior advertencia porque todo es posible por parte de un gobierno que se robó un plebiscito y que viene cambiando la estructura jurídica del Estado, estableciendo la conexidad del narcotráfico con el delito político impune, y que además, está cumpliendo a pie juntillas las 312 páginas acordadas con los dueños de 52.000 votos.
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En vez de desdeñar la posibilidad de este terrible escenario, hay que considerarlo fríamente. Por eso es necesario que los doctores Duque y Marta Lucía exijan que todo “diálogo” con el ELN sea suspendido hasta después del 7 de agosto, para descartar así la posibilidad de un “golpe de mano” fatal e irremediable, antes de la posesión del nuevo gobierno.
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Nada más patético que la supina actitud del gobierno implorando a Iván Márquez que se someta a la “voluntad popular”, asumiendo su curul el 20 de julio, como si esta fuera lo mismo que el baratillo electoral donde con 5000 votos per cápita se llega al Congreso..
Ahora bien, si las Cámaras deben reflejar la diversidad de un país, podría admitirse la presencia en su seno de delincuentes, pero ¿no les basta con nueve?
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Sentimos alivio porque el Consejo de Estado ha desestimado la torticera demanda contra la investidura de Iván Duque como senador, pero seguimos en suspenso esperando la “cosa grande” anunciada por un candidato desesperado.
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Entonces Petro le va a “comprar” a Ardila, con bonos basura, unas 900 parcelas ajenas, de productores que suministran caña a los ingenios…