El tono de la obra del ingeniero Asdrúbal muestra la interacción del tango con todo lo que es vida
Hoy, bandoneón, traigo una frase prestada: “¿Por qué cantamos?” que es el título de un poema de Mario Benedetti, musicalizado por Alberto Favero. Lo encontré en el volumen 14 de El universo del tango con autoría del ingeniero Asdrúbal Valencia.
El libro en mención trae varios temas como El tango en Rumania y en Alemania, el futuro y el porvenir en el tango además del concepto de feura que se dibuja allí. y recoge la variada y nutrida historia vinculada a innumerables e importantes temas que durante 14 tomos han transitado por sus líneas para mostrar a la ciudad y al público tanguero que este género siempre podrá ser contado.
Aparece, entonces, por derecho propio, una síntesis del tango en Alemania y digo esto porque es ella la patria del bandoneón, instrumento que llegó al tango para vestirlo con ese toque llorón que nos arroba y por el desarrollo de la industria fonográfica.
Y no sólo esto, y aquí pongo mi nota personal, cuando me siento frente a una pantalla para esperar una película de la Alemania nazi, creo que la primera imagen será la de un tren descargando judíos o llevándolos a campos de concentración. En este capítulo me encuentro con músicos judíos que formaron orquestas de tango, pero que por su condición tuvieron que marcharse y veo otros artistas tangueros, alabando al régimen. El hecho es que el tango estuvo allí en años anteriores a la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda Guerra y la posguerra y hoy es considerada la segunda capital del tango, después de Buenos Aires.
Hemos visto diálogos entre el pasado y el futuro y también alegatos entre lo bello y lo feo y asomarnos igual que las novias ansiosas a través de las ventanas que si bien existieron en esa arquitectura rioplatense, también fueron pintadas por los poetas en inspiraciones diferentes. Cómo dejar pasar el mano a mano entre el tango y el fado muy bien expuesto en este trabajo, con la semejanza en esa nostalgia que es el ADN de ambos géneros, la cercanía de los temas de sus letras y el hecho de ser interpretados indistintamente por quienes además de fados cantaron tangos y aquellos que se daban la gran oportunidad de cantar tangos, hacerle una reverencia al fado.
Lea también: Tango severo y triste
No habría de faltar en las letras de los tangos la eterna controversia de la verdad y la mentira, que casi siempre está referida a esa época fundacional de la poética del tango, conjugada con el fenómeno migratorio, que fue escenario propicio para las despedidas y las bienvenidas, los adioses y las promesas fervientes, que incumplidas cambiaron de matiz y se convirtieron en mentiras. Testigos de estos dramas fueron países como Uruguay y Argentina, y toda la trama de la historia de su hibridaje con pueblos del mundo a orillas de su río, los convirtió en forjadores de este ritmo que suscita tantas pasiones para quienes lo bailan, lo cantan y lo investigan, sin dejar de lado todos aquellos que quieren divulgar su historia y mostrar de muchas maneras su belleza y su dolor.
Quisiera destacar el capítulo dedicado a Benedetti, quien bailó el tango y escribió sobre el mismo. Puedo hablar con cierta emoción sobre Soneto con tango en el que se menciona el baile, recojo el verso “y cada paso vuelve renovado”. Pues bien, que allí hay algo del planteamiento de Heráclito, “Nunca te bañarás dos veces en el mismo río, porque sus aguas siempre cambian”, lo mismo que el bañista. Sugiere todo esto un tango que siempre que se baila será reinventado y con una nueva forma renovada y dado que el tango se baila abrazado, entre los dos media un Eros encargado de poner la justa medida. Voy a dejar pasar este soneto.
Bailar un Tango es un descubrimiento
del aire de la noche, del pasado
de un cuerpo femenino enamorado
y un Eros protector sin aspavientos.
En el Tango no cunde el desaliento
y cada paso vuelve renovado
porque en sus leyes nada es perdonado
y no se juega con el sentimiento.
Cuerpo a cuerpo el Tango los enlaza
la pareja se olvida de estar triste
y entre ambos encuentran su medida.
Comprometido al fin con lo que abraza
cada uno es consciente de que existe
porque el tango es dialecto de la vida.
Un tema recurrente en el tango es el barrio, pues bien, el volumen 14, del cual estamos intentando hacer una reseña, trae otro poema de Benedetti, El barrio, que fue llevado al tango y presenta un pasaje del ayer:
“…la infancia/la que fue/sigue perdida
no eran así los patios/ son reflejos
esos niños que juegan ya son viejos
y van con más cautela por la vida”..
Y si en el comienzo de mi columna hice alusión al título ¿Por qué cantamos? subrayo sus versos- “…y porque no podemos ni queremos/ dejar que la canción se haga ceniza(…)” - para que regresen al autor del volumen 14 con un saludo por su exuberante trabajo y los agradecimientos por impedir que la historia del tango instalada en un universo, se haga cenizas.
Puede interesarle: Decime bandoneón qué tango hay que cantar