Santos se ha coludido con las Farc, clandestina o abiertamente, con el resultado de que ahora Timo es candidato a la Presidencia, a pesar de su enorme prontuario
Todo mundo sabe que un timo es una estafa, un engaño. Pues bien, la “negociación” que llevó a cabo Santos, ha sido, entre otras cosas, el mayor timo que le hayan hecho al pueblo colombiano en toda su historia.
No voy a cansar a mis lectores enumerando todos los engaños a los que fuimos y seguimos siendo sometidos. Baste decir que en el noticiero RCN TV del pasado viernes se reseñaron algunas que tienen que ver con la participación política de las Farc en los procesos electorales de 2018, que es la última infamia, en ese barril sin fondo que es el conjunto infinito de ignominias a las que somete este gobierno a la nación para entregársela en bandeja de plata a esa guerrilla (además de las que comete para hacerlo con el Eln, que viola sin pudor el cese al fuego, y con las Bacrim, a quienes rebajará mínimo el 50% de sus posibles condenas y lavará sus activos).
En efecto, Santos dijo que no llegarían al congreso guerrilleros que estuviesen cumpliendo las sanciones que les impusiera la Jep, y hoy son candidatos individuos como alias Timo, alias Iván Márquez, alias Pablo Catatumbo, y alias Santrich, que son responsables de miles de crímenes de lesa humanidad, que tienen condenas centenarias en años, vigentes; afirmó que las Farc no harían política con armas y al día de hoy extiende hasta abril del año entrante la entrega de las caletas faltantes (para no hablar del brazo armado de las Farc, que se llamaban disidencias y, ahora, por arte de la magia del lenguaje, grupos residuales); y señaló que las curules tendría que ganárselas en la arena electoral y hoy ya tienen 10 curules aseguradas.
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Que los mencionados señores de la Farc utilicen las gabelas alcanzadas frente a Santos para satisfacer sus ambiciones particulares, era de esperarse ya desde el inicio de esta tragicomedia llamada “negociación”, porque está en su ADN engañar -no en vano su jefe tiene el alias de Timo- y hacer trampa. Que combinen el poder del dinero ilícito originado en el narcotráfico y la minería ilegal para enriquecerse personalmente escudados en la mentira de que sirven al pueblo, con el poder político, que les garantiza mayores ganancias e impunidad total, es lo que mejor saben hacer, además de desafiar a los colombianos y mostrar cada vez que actúan, que tienen a Santos del cuello. Y por eso, no propusieron candidatos que no tuviesen el prontuario de delitos de lesa humanidad que ellos tienen.
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Pero que el presidente y su camarilla en las tres ramas del poder intenten por todos los medios imponernos su “acuerdo”, es algo que hemos tenido que aprender dolorosamente en los casi siete años y medio en los que Santos se ha coludido con las Farc, clandestina o abiertamente, con el resultado de que ahora Timo es candidato a la Presidencia, a pesar de su enorme prontuario y los otros diez, serán “honorables” senadores y representantes, sin importar que la mayoría de ellos sean criminales de lesa humanidad. Si el parlamento estaba compuesto en gran proporción por personas sin honor, desde el 2018, sufrirá la deshonra de tener bandidos cuyos crímenes ni siquiera fueron lavados para que ejercieran el poder legislativo.
Imagínense a Timo en campaña a la Presidencia defendiendo la paz, mientras sus huestes cultivan y trafican, prevalidos del poder de las armas que no han entregado, y sus “grupos residuales” hacen de las suyas, con sus socios del Eln y las Bacrim. El diablo haciendo hostias. Y qué tal alias Márquez y alias Catatumbo y congéneres mandando a callar en el Congreso a los que no le comen cuento y a Santrich diciendo estupideces y exabruptos, fungiendo de salvadores del país mientras lo convierten en una república narco y en un estado fallido “marxista – leninista”, al estilo del corrupto Maduro y llenan sus carteras particulares. Y Santos feliz, sin ninguna vergüenza ni respeto por los principios democráticos (que quizá nunca ha profesado) abriéndole el espacio a su Timo y compañía, terminando de timar al país para irse a Londres, donde con seguridad no habrá revolución, ni narcocultivos y no le podrán quitar su fortuna. Porque para revolucionario, Santos, pero en Gran Bretaña y con mucho dinero.