El stand-up local y su cuota en la comedia nacional 

Autor: Luisa Fernanda Sierra García
30 abril de 2017 - 03:11 PM

Medellín ha sido referente en comedia en el país. Sin embargo, surgió una nueva manera de hacer humor que ha ido creciendo en la ciudad, la comedia en vivo. 

Medellín

La comedia en vivo o comedia de pie, stand-up comedy (término en inglés), inició en Estados Unidos a finales del siglo XIX, cuando novelas como Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, escritor, orador y humorista norteamericano, le dieron pie a una serie de montajes teatrales humorísticos, que pasaron por el “vodevil”, un tipo de comedia ligera que se desarrolló en Francia a partir del siglo XVIII, que solía intercalar números musicales, incluyendo también rutinas de payasos de circo. 

De acuerdo con Carlos Mario Aguirre, fundador de El Águila Descalza, los primeros comediantes del siglo XIX eran llamados “cuentachistes”, ya que realizaban funciones en las que sólo eran necesarios un monólogo cómico, un micrófono y un público, quienes fueron identificados en el género humorístico. 

En la década de 1980, en Estados Unidos, comediantes como Jerry Seinfeld, recordado por su participación en la comedia de situación Seinfeld, emitida desde 1989 hasta 1998, hicieron internacional el concepto, que tiene como base central exponer “temas personales cómicos con los que el público se pueda identificar”, como explicó Martha Villada, docente de Comedia del Arte de la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de Antioquia. Tras esto, en el mundo del stand-up incursionaron actores como Steve Martin, JimCarrey, Robin Williams, Eddie Murphy y Billy Cristal.

Aunque la comedia ha sido representada en Colombia por personajes como Crisanto Vargas, quien cuenta con 30 años de trayectoria en el humor; o El Águila Descalza, fundada en 1980 por Carlos Mario Aguirre y Cristina Toro, así como por programas televisivos como Sábados Felices; el primer paso hacia el concepto stand-up se dio en 1999, cuando los actores Antonio Sanint y Julián Arango presentaron la obra Ríase el show, con la que buscaban “tener un nuevo segmento para la comedia en Bogotá y así educar al público mostrando que existían otros géneros. La única regla era que no se podían contar chistes”, como comentó Sanint a medios nacionales. 

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El Águila Descalza y Crisanto Vargas aportaron la idiosincrasia paisa, sus particularidades, sus dichos, maneras de actuar e, incluso, manías, como tema central de rutinas de humor. Además, crearon personajes propios, usando sus nombres, dejaron atrás las visiones más teatralizadas, tomaron un papel cercano (sólo estaban ellos y su público). Fueron pioneros en expandir al ámbito internacional temas como la forma de ser “paisa”, como lo presentan Carlos Mario y Cristina en País paisa. Crisanto aportó trova, repentísmo, así como la interpretación de políticos colombianos. 

Para Juan Carlos Duque, comediante y exponente del género en Medellín, aunque el término de stand-up no fuera conocido en el país “los arrieros en sus épocas cuando contaban historias y se gozaban a su compañero por cómo se comportaba cuando estaba borracho, como bailaba o lo mujeriego que era, estaban haciendo stand-up”.

Sin embargo, en 2004 La pelota de letras, monólogo escrito por el humorista Andrés López, se convirtió en la primera rutina en adaptar el concepto raizal del stand-up americano, fue esta obra la que “marcó una visión totalmente distinta del humor en el país, antes nos reíamos de las diferencias regionales, del típico chiste del costeño, del pastuso y del cachaco y con esta obra la gente empezó a ver reflejada su cotidianidad de otra manera, en medio de humor negro”, explicó Diego Camargo, comediante y promotor del género.

El impacto de Andrés López

Para Carlos Mario Aguirre, “el stand-up tiene un nombre en Colombia y se llama Andrés López, porque creo que los demás habíamos hecho en alguno medida stand-up pero no de lleno, nosotros lo habíamos llevado a la escena de una forma dialogada al romper paradigmas y barreras con el público al hablar además de cosas personales pero el proyecto de hacerlo con ese mismo nombre surgió de López”.  

En la rutina, Andrés López realizó un análisis socioantropológico de las últimas cuatro generaciones en el país: generación W, generación de la guayaba, generación X, generación Y, generación Z, generación AA y la generación C.

“Me tomé un atrevimiento promiscuo al nombrar estas categorías de manera totalmente arbitraria. Había buscado quién se había estudiado las generaciones y comprobé que sólo los periodistas de la revista Life habían hablado del Baby Boom, la posguerra, los hijos de Vietnam, la generación X, los hippies... Pensaba que era de la generación X hasta que en los 90 empecé a hablar de la generación de la guayaba, una fruta tan generosa que nace en cualquier parte y con cuyo jugo nos criaron. Y así es mi generación, generosa", indicó Andrés López. 

Después, el término de stand-up comenzó a ser reconocido y usado en el país como la manera de nombrar un monólogo en el que se contaban historias cotidianas con humor, rama que fue acogida por la mayoría de cuenteros que buscaban una manera distinta de hacer comedia. 

Pamela Ospina, comediante de Medellín, precisó que “desde Pelota de letras  todo el mundo comenzó a ver que había una manera distinta de hacer humor y fue ahí donde se trajo al país para hacerlo una manera latinoamericana, ya que se veía mucho en Estados Unidos y Canadá, a pesar de que países como México y Argentina ya tuvieran la ventaja de haberlo hecho antes”. 

La incursión en Medellín 

Alejandro Mejía, comediante y uno de los integrantes de ZapePelele, colectivo de personajes creativos que por medio de radio, televisión y presentaciones en vivo fueron al final de la década de 1990 referentes de comedia en Medellín, puntualizó que “se suele creer que el ‘boom’ bogotano abarcó toda la escena y de allí surgieron las cosas, pero resulta que en Medellín también había una propuesta y talento en el campo sin saber cómo se denominaba”. 

Para Max Milfort, uno de los fundadores de ZapePelele, el grupo fue uno de los primeros en la ciudad en apostarle a la propuesta que se hizo conocida tras la obra de Andrés López: “Por referentes como López nos dimos cuenta que lo que hacíamos para radio servía también en vivo”. 

El colectivo creativo se enfocó tras eso en hablar de situaciones cotidianas utilizando el humor y lugares emblemáticos de la ciudad como el bar El Blue y el teatro Acción Impro, en el que se dieron a conocer por las nuevas generaciones que pasarían a formar parte de la escena de “standaperos” locales. 

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“El Blue es un bar muy importante dentro del movimiento del stand-up en Medellín porque allí se presentó por primera vez los ZapePelele y luego se presentó Monólogos sin propina, que eran Adrian Parada y Max Milfort, y se formó un club de comedia allí mismo”, explicó Yesid Castro Cardona, comediante. 

Mejía indicó que, hasta mediados de la década del 2000, ZapePelele era el único movimiento enfocado a ese tipo de humor y “apenas empezaban a aparecer personas que estaban interesadas en hacer lo mismo, entre ellos yo”. 

Las diferentes miradas sobre el stand-up

“El stand-up tiene un contexto muy familiar, es como si estuvieras contando la historia de tu vida en tu propia casa, preside en muy buena medida de artilugios de protocolos que se diferencian mucho de la comedia tradicional, el stand-up logra bombardear y lo hace más coloquial, íntimo y accesible, lo que hace que no sea artificial como muchas veces lo es el teatro”, explicó Carlos Mario Aguirre,  de El Águila Descalza. 

Andrés Bravo El Rolo, quien lleva dos años en Medellín presentando obras como Venga que no es pa’ eso e Insomnio, indicó que para él el stand-up es “un formato de comedia unipersonal en el que se abarcan diferentes puntos de vista sobre la vida, ya dependiendo de eso se elabora el formato deseado, el cual no requiere más que un micrófono y un comediante”. 

“Para mí, el stand-up es una válvula de escape ante todo lo que nos agobia, nos angustia o nos oprime, es reírse de uno mismo, reírse de la desgracia, más que ajena, de uno mismo, y lograr que la gente se identifique, el stand-up es sinceridad”, comentó Mauricio Chicho Arias, comediante. 

De cuenteros a “standaperos”

Fue sólo hasta que se estrenó en cadena nacional Los comediantes de la noche que algunos jóvenes en Medellín, dedicados a distintas profesiones, vieron en el formato una manera distinta de impartir sus opiniones de forma cómica y característica. 

“Varios exponentes comenzaron haciendo cuentería en espacios públicos, de ahí siguieron en la línea del stand-up y se vio en los Comediantes de la Noche con Gonzalo Valderrama, Diego Mateus, y Ricardo Quevedo, lo que incentivó a otros”, precisó Pamela Ospina, quien se formó como cuentera en Canadá, de donde trajo a Colombia toda la influencia internacional de lo que era la comedia en vivo. 

Carlos Mario Aguirre detalló que “hay una relación muy especial entre el standapista y el cuentero, de pronto se deben sentir muy tocados cuando uno les dice que también tienen relación con el cuentero, pero es lo que le pasa a los artistas con los artesanos, o a las familias con los parientes pobres, sin embargo tienen mucha relación, es más, donde las mamás en Medellín se pusieran a hacer stand-up le quitarían el puesto a todos”. 

De ahí, a los ya clásicos Andrés López, Antonio Sanint, Julián Arango, Diego Camargo o Gonzalo Valderrama, se le sumaron con el paso del tiempo mujeres como Alejandra Azcárate e Isabella Santodomingo, actrices que optaron por compartir sus puntos de vista haciendo stand-up. 

Propuestas locales 

Frank Martínez, quien ahora forma parte de Monólogos sin propina, propuesta de stand-up que tiene un espacio en televisión regional y el cual fue nominado a los Premios India Catalina, conoció sus habilidades humorísticas al hacer parte del reality de Comediantes de la noche que buscaba talento nuevo en Medellín para darle un espacio en la televisión nacional. 

“Di el brinco cuando salió el programa y salí finalista de su concurso de nuevos talentos en Medellín, donde eran como 400 personas, pero no pasé a la final en Bogotá. Esto me sirvió porque salieron programas que yo había grabado, tuve como siete apariciones, comencé a trabajar seriamente en el stand-up; con Iván Marín me fui encaminando en la construcción del personaje. Si el programa no hubiera existido yo estuviera haciendo algo totalmente distinto”, explicó Martínez, quien precisó que en Medellín, al no haber espacios constantes de stand-up, la cultura se estaba perdiendo, por lo que decidió requerir un espacio en un bar de la 33 en el que se presentó por más de un año los jueves y viernes. 

“Comencé un club de comedia junto a varios que estábamos empezando y lo hacíamos cada quince días y de a poco la gente fue llenando el bar para ver rutinas que hacíamos de 15 o 20 minutos. Hablé con Adrian Parada para iniciar algo más constante y elaborado que no fuera tan clandestino, teníamos en la mira a Acción Impro, propusimos el proyecto de Monólogos sin propina, el cual se hace los miércoles, cada quince días desde hace más de un año, con rutinas nuevas y con comediantes invitados”, puntualizó Martínez, quien destacó la proyección de la propuesta que pasó a ser un programa de la televisión regional en el que, junto a Adrián Parada, Mauricio Arias y Hugo Aristizábal, tomaron el timón del stand-up en la ciudad. 

Para Adrián Parada, comediante y actor de teatro, “la llegada de Monólogos sin propina a la televisión es una gran responsabilidad porque para nosotros realmente no es un programa sino unas cámaras que se metieron al teatro a ver cómo somos ahí o que se nos metieron en una conversación de café de nosotros, no está pensado como un programa de televisión, por eso no hay risas pregrabadas entonces si nos equivocamos, nos equivocamos”. 

Hugo Aristizábal habló del reto que representa sentarse a escribir sobre el mundo para presentarse cada miércoles, “lo que nos obliga a estar escribiendo sobre todo lo que vemos y estar más pendientes de lo que pasa en el mundo para contarlo y es complicado porque hay comediantes que llevan años con la misma rutina y nosotros nos obligamos a cambiar cada 15 días”. 

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Cristian Cartagena, gerente de Telemedellín, agregó que recibió “el piloto y por supuesto los atendí porque ya había visto algo de eso y me emocionaba mucho porque me parecían muy divertidos y me pereció genial la propuesta de Monólogos sin propina en televisión”. 

“El mismo piloto fue el primer programa que sacamos al aire, pues era la mejor forma de saber si la gente lo iba a rechazar o a acoger y fue una gran sorpresa porque fue tendencia en Twitter el primer día”, indicó Cartagena. 

Además del espacio en el canal regional, el canal latinoamericano Comedy Central creó hace dos años un espacio en el que, tanto comediantes establecidos como nuevos en Colombia, pudieran demostrar su talento, por allí han pasado standaperos como Iván Marín, Ricardo Quevedo, Pamela Ospina, Alejandro Riaño y Antonio Sanint. Es así como en la nueva temporada de Comedy Central Stand-Up Edición Colombia se verán rutinas nuevas de los talentos emergentes de Frank Martínez y Mauricio Chicho Arias.

¿Cualquiera puede hacer stand-up?

Una de las preguntas que surge al hablar de comedia en vivo es si esta puede ser realizada por cualquier persona, independiente de su profesión u oficio, y si no tener una formación teatral o actoral lo haría menos fidedigno. Ante esto, la docente de Comedia del Arte de la U. de A., Martha Villada, respondió que “siempre se necesita formación, en todos los casos que se quiera hacer una presentación o se quiera parar en un escenario. Sin embargo, hay casos de personas que nacieron con ese don y lo puede hacer sin ninguna preparación, pero no son muchos, aunque sigo considerando que si una persona tiene el talento, la chispa, la energía y lo hace bien, lo puede hacer sin pedagogía”. 

Por su parte, Santiago Rendón, locutor, presentador y comediante de Medellín, ahora radicado en Bogotá, aseguró que no considera necesaria una formación actoral para poder lograr hacer verdadero stand-up ya que este requiere más habilidades de conexión con el público y de dialecto, sin embargo, anotó que el tener un proceso formativo anterior repotencia algunas de esas habilidades y ofrece más facilidades de expresión corporal y oral, sin considerarlo obligatorio. 

Mauricio Chicho Arias, comediante de Medellín, enfatizó que no sabe “si hay que tener formación en artes escénicas pero uno termina formándose igual, lo que pienso es que se debe tener formación en comedia porque eso le permitirá armar la estructura desde el conocimiento de su show, el cómo decir lo que piensa decir y es muy importante porque o si no terminas haciendo algo totalmente distinto como contar chistes y hay que leer todos los días y escribir mucho para no caer es eso”. 

“Yo pienso que lo que se necesita es ser agradable ante el público, tener carisma y una presencia escénica, acompañada, por supuesto, de una historia creada con mucha responsabilidad con la que el público se identifique buscando una afinidad y, en escena, una creatividad grande, una atención al detalle para narrar y relatar lo que las personas comúnmente dejan pasar por alto”, concluyó el comediante Juan Carlos Duque. 

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