Esta conducta amigable con el capital extranjero, principalmente, y subsidiariamente con el capital nacional se justifica mediante argumentaciones jurídicas para ocultar los intereses que se sirven
"Un prudente hombre de leyes que deseara aumentar el capital de su nación, debería por lo menos decidir no darle (a la minería) ningún estímulo extraordinario" (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, 1776).
Titular de El Tiempo: “Fallo judicial tumba medida que le costó $ 13 billones a la Nación” (octubre 30 de 2017). El Consejo de Estado derogó la decisión de la Dian de descontar las regalías de los impuestos de la empresa mineras y petroleras de capital privado nacional y trasnacional.
La Dian con base en el concepto tributario 15766 de 2005, publicado en el Diario Oficial No. 45.871 (abril 6-2005), dado en el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez, hasta la fecha de hoy le costó al país cerca de “4.353 millones de dólares ($ 13,1 billones, contando con un dólar de $3.000), teniendo en cuenta que la deducción se aplicó durante 12 años, a partir del 2005”.
Un regalo de los gobiernos de los “tres huevitos”, confianza inversionista, seguridad democrática y cohesión social, y de su sucesor Juan Manuel Santos a las multinacionales y a los grandes consorcios nacionales mineros, por solicitud de la Cámara de Asomineros de la Andi, que de nacional e industrial solo tiene el nombre.
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El concepto tributario 15766 de 2005 por parte de la Oficina Jurídica de la Dian parte de la pregunta: “¿Son deducibles las regalías que los contribuyentes diferentes a las entidades descentralizadas, pagan por la explotación de recursos naturales no renovables?
La respuesta fue: “Sí son deducibles para efectos de la determinación de la renta líquida, las regalías causadas por la explotación de recursos naturales no renovables, sin distinción de la clase de contribuyente, siempre y cuando cumplan los requisitos, que para su procedencia, según el caso, exige la legislación tributaria”.
Es decir, la interpretación de la Dian fue que las regalías no eran el pago por el derecho a explotar un recurso limitado, escaso, agotable, de propiedad de la nación y no de particulares, sino un costo que se podía descontar de los impuestos de las empresas privadas. Es decir, las regalías en la práctica no existieron. Se regalaron.
Esta conducta amigable con el capital extranjero, principalmente, y subsidiariamente con el capital nacional se justifica mediante argumentaciones jurídicas para ocultar los intereses que se sirven, y son la expresión de cómo la clase dirigente colombiana trata los recursos de la nación como si fueran privados y no bienes colectivos, de todos los colombianos.
La explotación minera tiene un impacto ambiental muy alto sobre el medio ambiente, agua, suelo y aire, que termina no solo destruyéndolo sino enfermando y matando a los seres humanos, a pesar de la frase gloriosa de “minería bien hecha” que encontraron algunos profesores de la Universidad Nacional (Sede Medellín), para ocultar la realidad ambiental de la explotación depredadora de la gran minería.
Por otro lado, la gran minería es una actividad intensiva en capital, maquinaria y equipos, y genera muy poco empleo, mientras erosiona y descompone socialmente a las comunidades en donde se realiza, con los fenómenos del alcoholismo, drogadicción, prostitución y miseria social, que viven en la vorágine de una bonanza pasajera, para dejarlas posteriormente sumidas en la miseria y el abandono.
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Frente a los daños ambientales y sociales, ¿cuáles han sido los beneficios para la población? En el caso del níquel, por ejemplo, dice la revista Semana que los pobladores siguen tan pobres como siempre y los campesinos cercanos a Cerro Matoso y los trabajadores de las minas padecen de enfermedades que la compañía extranjera no quiere reconocer como asociadas a la explotación del níquel (Cerro Matoso: mina rica, pueblo pobre, agosto 4-2012). Este es un caso que es indicador de lo que pasa en todas partes con la minería.
Las regalías que serían parte de ese beneficio de la minería para el desarrollo de las regiones y de todo el país, se fueron para Toronto, Johannesburgo y New York al igual que las ganancias extraordinarias que sacaron gracias a la política de baja tributación que se ha seguido con el capital extranjero, y por supuesto también nacional.
El argumento de la confianza inversionista fue expresada muy bien el exministro de Hacienda de 1990-1994 Rudolf Hommes, padre putativo del modelo neoliberal colombiano.: “Si se insiste en el radicalismo ambiental o les duplican los impuestos a los mineros grandes, como algunos pretenden que se haga, con seguridad se van con su inversión para otra parte” (“Ideas contrarias al progreso y a la inversión”, eltiempo.com, octubre7-2012). ¡Carreta! Los recursos naturales no son reproducibles, son escasos y limitados.
Además, los colombianos hemos llegado a tal irresponsabilidad en el manejo de los recursos naturales que el exministro de Minas (1999-2001) Carlos Caballero Argáez, en su columna 'Talento vs. Nacionalidad' hace la propuesta de un ministro canadiense para dirigir el Ministerio de Minas: "Sería una buena idea tener un canadiense como ministro de Minas y Energía, por el excelente manejo de los recursos energético-mineros y el medio ambiente" (EL TIEMPO, Nov. 30-2012). Una propuesta que es una paradoja aparente, dado que el propio Caballero Argáez es Director de la Escuela de Gobierno de la U. de los Andes. No hay nada menos nacional que la U. de las Andes.
Sin embargo, mucho antes de esta propuesta, los canadienses se dieron a la tarea de hacer la gobernanza minera en Colombia, con el beneplácito del gobierno de Andrés Pastrana, y de sus ministros de Minas Caballero Argáez y Ramiro Valencia Cossio. El Código Minero o Ley 685 de 2001 contó con la participación de la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional, en el marco de un proyecto de cooperación de 5 años con el Gobierno colombiano para "fortalecer la capacidad institucional del Ministerio de Minas y Energía y del Ministerio del Medio Ambiente", de acuerdo con Luisa Fernanda Trujillo (El nuevo Código de Minas: ¿Qué podemos esperar?, razonpublica.org, agosto 12-2012).
Sin embargo, la elite colombiana tiene dos posiciones, una cuando se trata de favorecer el capital extranjero y a su socio nacional y otra cuando son las mayorías nacionales las que plantean sus reivindicaciones, como fue la gratuidad de la educación universitaria que enarboló el movimiento estudiantil en 2011. Alejandro Gaviria, hoy ministro de Salud, calificó esta solicitud de voraz, en su columna ´Aritmética´ (elespectador.com, marzo 24-2012).
Al respecto, afirmé en una columna que “la megaminería no paga regalías, y los impuestos son bajos. ¿De donde saldría el dinero para la educación superior? Bueno, ahí está la megaminería, las transnacionales, cobremos lo nuestro, nuestros recursos. Me gustaría leer a Gaviria, economista brillante, en una crónica sobre la aritmética de la minería” (La Aritmética Gaviriana, elmundo.com, Marzo 29-2012). Nunca la hizo, pero ahí van saliendo a flote las cuentas de lo que les cuesta la minería a los colombianos.
¿Educación gratuita para los colombianos o minería gratis para los extranjeros? La realidad ha mostrado quiénes son los voraces y rapaces, y quiénes pagan el festín de la victoria, parafraseando al poeta alemán Bertold Brecht.
Los colombianos no podemos pasar por alto este fallo del Consejo de Estado sobre el concepto tributario de la Dian durante del gobierno de Uribe Vélez y seguir votando por los mismos. Necesitamos un presidente para los colombianos, no al servicio de los intereses extranjeros.
PD. Alcalde, prolongue el horario del Metro al menos una hora hasta las 12 de la noche. Mucha gente le agradecerá.