Por la cantidad de ciudades incluidas en el ranking, Brasil y Colombia ocupan un penoso liderazgo en estas muertes que sus responsables, y las autoridades, pudieron evitar.
Al cerrar el 2017, fue publicado el primer ranking Ciudades fatales, una investigación de La Network, centro de pensamiento, que revela cuáles son las cien ciudades de América Latina, mayores de 400.000 habitantes más tres capitales, que registran una más alta tasa de mortalidad por accidentes de tránsito. Esta importante publicación reconoce la prioridad que la OMS viene dando a la accidentalidad vial, en especial en países de ingresos medios y bajos que es donde más crece, así como los resultados en protección de la vida alcanzados por los países que han seguido a Suecia en el desarrollo del proyecto Visión Zero, dirigido a acabar con las muertes por accidentes de tránsito, que entienden como muertes por descuido.
Con este informe, que ha tomado datos de 2016, la institución realizadora buscó que autoridades y ciudadanos se decidan a abrir una conversación pública sobre el respeto a la vida en las calles. Por sus hallazgos, y las dificultades para obtener algunas informaciones, se encontró con la necesidad de incentivar el análisis y la discusión sobre la falta de datos confiables para elaborar un análisis tan básico, y necesario, como el de categorizar las ciudades del continente según la tasa de muertes por accidentalidad vial. El informe denuncia ausencia de información en Venezuela, donde las ONG que intentan construirla deben basarse en la precaria información periodística, y severos obstáculos para allegarlos en Bolivia e incluso en una democracia más fuerte como Argentina. Su alerta ha de motivar discusiones en demanda de transparencia en la información.
A pesar de las dificultades para realizarla, esta investigación entrega datos reveladores sobre la indolencia en la vía y, paralela a ella, el escaso respeto por la vida de quienes allí se encuentran, o sea casi todos los habitantes de las urbes. San Salvador, capital del país con más altas tasas de homicidio en el continente, es la primera ciudad con mayor número de muertos por accidentes de tránsito. Tras ella, se agrupan ciudades de Brasil y Colombia, los dos países con mayor número de urbes presentes en un índice que da vergüenza, porque revela déficits en valoración de la vida, cultura ciudadana y control de las autoridades al tránsito, en tanto, como señalan los autores del informe “la mayoría (de los accidentes) son provocados por imprudencia del conductor, por no obedecer las normas de tránsito y por la omisión de señales”.
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La presencia de doce ciudades colombianas, incluyendo a Medellín y Bello, en el ranking de mortalidad en accidentes tiene que alertar a los responsables de construir cultura ciudadana de respeto a la vida. La tarea es muy difícil, pero no inabarcable como lo han reconocido las autoridades de Bogotá. El primer gran paso es crear conciencia de que el homicidio culposo en la vía, que es el común por accidentes de tránsito que se pudieron evitar, tiene que desaparecer de las estadísticas de muertes en el país con la misma urgencia con que se necesita erradicar el homicidio doloso, así la violencia y el tratamiento a los violentos parezcan naturalizarlo. Los restantes pasan por la formación de una nueva cultura vial, en la que se ha avanzado en iniciativas como la prohibición de conducir bajo efectos del alcohol y se pueden seguir dando pasos a la promoción de conductas respetuosas.
Los investigadores y divulgadores de La Network han hecho un gran esfuerzo por construir información sistemática y relevante para la formación de una cultura defensora y protectora de la vida. Al saludarlo, expresamos nuestra confianza en la continuidad y profundización de un informe que enriquece la comprensión sobre el buen manejo de conductores, peatones y ciclistas.