El que la paga la hace

Autor: Alberto Morales Gutiérrez
6 octubre de 2018 - 09:02 PM

El envilecimiento de la política está dando a las palabras otros significados. La incredulidad alcanza a las palabras, las modifica, las transforma

Como estará de oscurecido y zarandeado este país, que ya se han robado hasta el significado de las palabras.

Me explico: El acto mental trascendental dentro de la evolución de la especie humana es lograr nombrar las cosas, pues no puede perderse de vista – dice Noam Chomsky – que el lenguaje es significado. El lenguaje es la expresión más sofisticada de la comunicación de nuestra especie.

Vea también: La pluta plutarquia

Cada palabra de cada lengua es un prodigio, porque es consecuencia de un acuerdo cocido a lo largo de miles de años.

“Cuando veamos este objeto – ha de haber dicho el hermano pitecántropus – diremos piedra, pie-dra”.

Pero el envilecimiento de la política está dando a las palabras otros significados. La incredulidad alcanza a las palabras, las modifica, las transforma.

Dos ejemplos recientes:

La palabra “probo” que, según el acuerdo que construyó nuestra lengua, significaba honesto, honrado, íntegro y que permitía afirmar que “los probos actuaban de acuerdo con las normas morales de su comunidad y respetaban las leyes sin cometer delitos ni faltas éticas”, ha venido teniendo un giro dramático en esta Colombia acorralada.

Cada que un amigo del senador Alvaro Uribe es cogido con las manos en la masa, de inmediato es definido por éste como “un hombre probo”.

Son tantos esos amigos “probos” que hoy están encarcelados o hacen turno para que los encarcelen, que basta con que el senador los defina como “probos” para que todo el mundo reafirme que se trata en efecto de delincuentes consumados.

De idéntica manera ocurre con la frasecita que agita hoy el joven Duque desde su solio ajeno. Que “el que la hace la paga” grita y la gente se le ríe en la cara, porque todo lo que han hecho esos “probos” del senador Uribe y del joven Duque y que defienden con ahínco, son protegidos para que lo puedan seguir haciendo.

Bueno, el país sabe que a esos delincuentes ya les han pagado…

Nunca han tenido vergüenza.

El caso del ministro Carrasquilla y sus Bonos para esquilmar de mala fe a los municipios más pobres del país, en un acto torvo desarrollado con premeditación y alevosía, le tiene sin cuidado a la dupla Uribe-Duque y al contubernio de partidos con los que han entronizado su re-editado Frente Nacional.

 

Le puede interesar: El espectáculo de la decadencia

 

 

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Comentarios:

María Helena
María Helena
2018-10-28 09:48:33
Pero es que la sinvergüenceria de los áulicos del CD no tiene límites, al reírse cada vez que su dios Uribe habla de la "probidad" de los descarados nombrados por Duque!

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