El premio Nobel de Economía es una mentira

Autor: Guillermo Maya Muñoz
19 diciembre de 2016 - 12:00 AM

Titular: “El Nobel de economía premia las teorías sobre los contratos” (semana.com, oct 10-2016). ¿Por qué los sueldos de los ejecutivos son tan exagerados? “Es la demanda y la oferta haciendo su magia”. Respondió con candor Bengt Holmstrom, uno de los premiados. 

Titular: “El Nobel de economía premia las teorías sobre los contratos” (semana.com, oct 10-2016). ¿Por qué los sueldos de los ejecutivos son tan exagerados? “Es la demanda y la oferta haciendo su magia”. Respondió con candor Bengt Holmstrom, uno de los premiados. 

El premio Nobel de Economía no existe. El premio que se otorga a los economistas es el Premio Sveriges Riksbank (Banco Central de Suecia) en Ciencias Económicas en Memoria de Alfredo Nobel, creado en 1968, con el objetivo de convertirlo en vehículo reputacional de la economía ortodoxa y de sus políticas amigables con el mercado. Un premio de banqueros.
Los premios Nobel fueron creados en 1886 y otorgados por primera vez en 1901. El testamento de Alfred Nobel sólo contempla cinco premios, en las áreas de física, química, ciencias fisiológicas o médicas, literatura y un premio a la “la promoción de la paz”.
¿Por qué no hay Nobel de economía? Avner Offer (Profesor Emérito Oxford U., Inglaterra) y Gabriel Söderberg (Upsala U., Suecia) en su libro El factor Nobel: el premio en Economía, la socialdemocracia, y el retorno del nercado (Princeton UP, 2016, sin traducción al castellano), citan una carta de Alfred Nobel diciendo que: “odiaba los negocios con todo su corazón, y se consideraba un socialdemócrata”. 
En este sentido, Peter Nobel, descendiente del inventor, ha criticado el ‘Nobel de Economía’ porque “no refleja el espíritu de Alfred Nobel de mejorar la condición humana”. Igualmente, el economista sueco Gunnar Myrdal, Premio Nobel, propuso “que un premio que podía ser ganado por gente como Hayek y Friedman debería ser abolido”. No le falta razón, como veremos.
El premio del Sveriges Riksbank a la economía se transformó por arte de magia mediática en un Nobel, pero este proceso no fue propiamente espontáneo, sino por la intervención directa de quienes lo dirigían, la mano visible de los banqueros suecos para apuntalar su proyecto político y económico neoliberal, en consonancia con el FMI, el Banco Mundial, etc, y en contra de la socialdemocracia, y las teorías económicas keynesianas  que le dieron vida. “No es pura coincidencia que el ascenso del liberalismo de mercado, de Reagan y Thatcher coincidan con el establecimiento del premio”, afirma el economista sueco Lars Palsson Syll en una reseña del libro  de Offer y Söderberg.
¿Qué hicieron para lograrlo? El Sveriges Riksbank logró, primero que todo convencer a la Real Academia Sueca de las Ciencias y la Fundación Nobel para administrar su premio. En segundo lugar, se implementaron idénticos procedimientos para la selección y nombramiento del ganador como se hace con los premios Nobel reales, incluyendo la ceremonia de entrega, el 10 de diciembre (Yves Gingras Beautiful Mind, Ugly Deception: The Bank of Sweden Prize in Economics Science).
El resto estuvo en manos de las relaciones públicas,  “inflando el poder simbólico de la economía en la mente del público” (Gingras), de tal manera que el capital simbólico acumulado por el Premio Nobel fue transferido al llamado Premio Sveriges Riksbank, que se convirtió en un Nobel por asociación (Gingras), legitimando la economía ortodoxa, centrada en la magia del mercado y las políticas económicas concomitantes, al consagrarla como ciencia y a sus practicantes como científicos a la par con los físicos, los médicos y los físicos. 
Los economistas Nobel tienen un corazón duro y a eso lo llaman ciencia. Robert Lucas (Nobel 1995) opina sobre la distribución del ingreso: “De las tendencias que son más perjudiciales para la economía sana, la más seductora, y en mi opinión la más venenosa, es centrarse en cuestiones de distribución”. Compare con Keynes en la Teoría General (1936): “no habría ‘justificación’ para tan grandes disparidades de ingresos como existen en la actualidad (años 30)”. 
Milton Friedman que inspiró las políticas neoliberales en Chile le escribe al brutal y traidor Pinochet: “Suspender, (…) la ley actual que impide el despido de los trabajadores. (…) esta ley causa desempleo”. Por supuesto, “el neoliberalismo ofrece una esperanza real de un futuro mejor” (1951, Neo-Liberalism and its Prospects”). Pregunta Friedman: “Sra. Kahn: ¿por qué quiere subsidiar la producción de huérfanos y enfermos?”, ante la sugerencia de un mejor bienestar y atención médica a los pobres. 
La economía no es un cuerpo único de teoría, hay teorías competidoras, pero la corriente dominante, el pensamiento único, neoclásica, incluso bajo su ropaje ‘keynesiano’, se ha elevado sobre las otras, no por su capacidad analítica y de propuestas de política, sino porque racionaliza y legitima los intereses privados y corporativos, frente a los de los intereses generales, pues como M. Thatcher inspirada dijo: “no existe eso llamado sociedad”. 
Los economistas son duros y puros como defensores del statu quo. Les pagan por eso. Los banqueros les otorgan un premio, el Premio ‘Nobel’, y entonces son elevados al altar de la ciencia, y toda palabra con disfraz matemático, como parte de la utilería económica, que pronuncian, es tomada como sinónimo de verdad y libre de todo prejuicio e ideología.
Precisamente, los profesores Offer y Söderberg dan una estocada a la pretensión de los economistas de dar consejos objetivos y desprovistos de ideología: “Hay una ironía que los economistas raramente reconocen: ellos consideran que el interés privado es el motivador principal del comportamiento humano, pero no el suyo cuando dan consejo”. 

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