El escenario electoral ha exacerbado radicalismos que no convienen en un momento en el que la reconciliación resulta tan necesaria. Unirnos en torno a lo fundamental será uno de los primeros retos del próximo Presidente.
Colombia está dividida. Colombia está dividida. La segunda vuelta de estas elecciones presidenciales ha resultado ser una fotografía de la realidad actual del país: dos bandos opuestos, con marcadas diferencias que proponen para la nación; dos visiones que se enfrentan en una batalla política que recoge desde la lucha de clases, hasta los orígenes del conflicto armado en Colombia. Un escenario que ha exacerbado radicalismos que no convienen en un momento en el que la reconciliación resulta tan necesaria.
Los dos candidatos que se enfrentan este domingo saben que las preocupaciones de los colombianos han cambiado y que, a pesar de que sus discursos siguen girando alrededor del ataque sobre el otro como medio para movilizar votos a favor –que si Venezuela, que si los paramilitares–, las realidades cambian exponencialmente al momento de llegar al poder y tener que enfrentar serios retos para el país como la lucha contra la corrupción, la administración de los recursos para la salud y las pensiones, la inseguridad en las ciudades y los Acuerdos de Paz, por mencionar algunos.
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Por eso, el primer acto de gobierno de quien fungirá como nuevo primer mandatario de los colombianos será su discurso tras conocerse los resultados electorales. Y, al mismo tiempo, el primer acto que dará norte al proyecto de oposición estará determinado desde el minuto uno, ya sea reconociendo o impugnando los resultados, exacerbando pasiones y removiendo odios o en la búsqueda de un diálogo respetuoso que siempre ponga al país y a sus ciudadanos en el centro de la discusión. Conociendo a los dos contendores políticos detrás de estas elecciones, suena idílico pensar en una construcción colectiva más allá de los intereses políticos, pero ahí es donde la ciudadanía sigue jugando un rol fundamental.
Los colombianos no terminamos nuestra participación política con las elecciones de este domingo 17 de junio. En las urnas, ya les hemos dicho a los políticos que hay otros problemas que el país debe resolver y que las posturas de centro son valoradas. Hemos manifestado que es imperativa una evolución después de 16 años de discusiones que han girado en torno a las figuras del expresidente Álvaro Uribe y sus actuaciones, y a las Farc, tanto por las atrocidades cometidas en la guerra como por el paso dado al dejar las armas.
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Tras conocerse los resultados electorales, es indispensable para el país que sectores empresariales, políticos, sociales y culturales, procuren e impulsen acuerdos y lazos que nos unan como colombianos, que tiendan puentes que propicien acuerdos sobre lo fundamental. Es la ciudadanía la que podrá motivar un ambiente de reconciliación, de respeto por la diferencia, y son los representantes políticos quienes podrán apaciguar las mismas aguas que ellos agitaron, para evitar que la incertidumbre y la desconfianza destruyan procesos que han tomado años. Actuar con altura de miras representa el primer reto para ambos candidatos y para la misma ciudadanía, que no puede seguir pensando que su única oportunidad de movilización son las votaciones. La reconciliación nacional solo será posible con el poder de la ciudadanía.