El periodismo y la política, una relación histórica

Autor: Nacho
19 febrero de 2017 - 12:00 AM

Un detallado análisis del historiador Rodrigo Llano Isaza sobre las relaciones entre el periodismo y la política, hoy alteradas drásticamente por las redes sociales y las mentiras de la posverdad.

El periodismo y la política han estado, a través de los siglos, profundamente compenetrados.
Con esta categórica afirmación comenzó su conferencia sobre Periodismo y Política, el historiador e intelectual antioqueño Rodrigo Llano Isaza, actual veedor nacional del Partido Liberal, durante el acto en Medellín que sirvió para la reinstalación del Instituto del Pensamiento Liberal de Antioquia, IPL.
Esa sentencia la argumentó aún más al sostener que los grandes líderes han acudido a la prensa, porque los dos sectores son los grandes comunicadores de la sociedad.
Relató que el viejo socarrón del Manuel del Socorro Rodríguez, quien publicó tres números del primer periódico que hubo en Colombia "El Aviso del Terremoto" y luego "La Gazeta de Santafé", era tan buen político que mediante hábil jugada se salvó del patíbulo del pacificador Morillo.
Igualmente periodista y político fue el precursor don Antonio Nariño con su "Bagatela", decano de la prensa política en Colombia.
Simón Bolívar, quien era un gran comunicador, cargaba siempre una imprenta que le permitiera replicar sus arengas contra los españoles.
Murillo Toro, en el liberalismo, y Miguel Antonio Caro, en el conservatismo, fueron unos maestros del periodismo y del lenguaje, como lo fueron Santiago Pérez, Felipe Zapata o Tomás Cuenca.
Enrique Olaya Herrera, el periodista y el político, fue el mejor comunicador del primer tercio del siglo XX.
Los dos Lleras, Alberto y Carlos, fueron directores de periódicos, igual que Ospina Pérez y Laureano Gómez.
Y hasta Juan Manuel Santos se formó al lado de los linotipos.
Así las cosas, según Llano Isaza, grandes líderes colombianos se hicieron en la prensa, en lo que algunos han llamado “la universidad de los periódicos” y con ella nació la libertad y los periodistas son los herederos de esa tradición gloriosa.
En su concepto, para ser periodista, como para ser político, se necesita de preparación, honestidad, comprender el medio en que se desempeñan para influir en él.
Y por eso plantea que no se entiende el afán periodístico para acabar con los políticos y con los partidos políticos, juego peligroso, que puede llevarse de calle a la frágil democracia colombiana.
“Periodistas y políticos son los grandes intermediarios entre el poder político, económico y social, y la opinión pública. Por ello, tienen la obligación de la mejora, cuidado y progreso de la sociedad y son los responsables ante el tribunal de la historia de los desmanes que cometan”.
Sin embargo, hace ver que también tienen una relación contaminada, en la cual la manipulación de los unos y de los otros, sacrifican, muchas veces, la verdad en el altar del dinero.
“El fácil discurso populista, lleno de lugares comunes porque le sacan el cuerpo a la investigación, es de una frecuencia que aterra, pero, cuidado, ese es el periodismo basura que le hace un daño inmenso a la sociedad porque la gente tiende a creer todo lo que lee, escucha o ve sin mucho análisis”.
Para Rodrigo Llano ambas actividades tienen en común un oficio azaroso, peligroso en estos años, donde el político ha llevado la peor parte, sin dejar de mencionar a los cientos de periodistas sacrificados por los grupos ilegales o las mafias que hacen del Estado un botín.
Según la tesis de Llano Isaza ha habido cuatro momentos de quiebre en las comunicaciones: la imprenta, el telégrafo, la fotocopiadora y el espectro electromagnético, donde las redes sociales son ahora las reinas de la comunicación, que han marcado, para bien, la interlocución con la opinión pública y nos ha exigido a todos cambiar los paradigmas.
Enfatizó que hoy las comunicaciones van a una velocidad que exige el cambio permanente, que todas las personas tienen que estar cambiando a una velocidad que hace diez años era un estilo inconfundible, hoy hay que trocar permanentemente so pena de alejarse del público.
Los políticos, como los periodistas, manifestó el expositor, son los que tienen mayor capacidad de transformar el entorno y lo hacen con pasión, producto de una ambición, que no tiene por qué ser mala, buscando poder, relaciones sociales o popularidad y reconocimiento, porque les gusta que los saluden en las calles.
Alertó que los periodistas suelen dejarse engañar por esos que se llaman a sí mismos los anti-políticos, uno de ellos en Antioquia, pero son los más políticos de todos, lo que pasa es que hacen una campaña distinta, pero cuando llegan al poder, hacen ochas y panochas, se desmadran porque nunca han tenido el poder y saben que su "cuarto" de hora quizás no regrese. “Pero como hay que darle madera a los políticos, porque eso da rating, se le abre la puerta a los aventureros que desconocen el manejo del Estado. Mucho ojo con estos "aprendices de brujo" y sus recetas”.

Partidos, periodismo y corrupción
Para Rodrigo Llano la campaña electoral que ya comenzó va a ser aterradoramente sucia y a todo el mundo se le va a levantar la enjalma y, a muchos, les van a inventar toda clase de porquerías. Advirtió que la prensa no se puede prestar para ese juego, porque se va a querer reemplazar la discusión seria de las mejores opciones por los argumentos de alcantarilla, todo en detrimento del votante que debiera estar atento a cual es la mejor opción.
Llamó la atención que todos los aspirantes deben superar el riguroso filtro de las veedurías de los partidos, de los medios de comunicación, de los medios alternativos y responder adecuadamente a las redes sociales. No pueden los periodistas permitir que los cuestionamientos sean suprimidos, evadidos o recortados, aquello de "siguiente pregunta" es una falta de respeto con el comunicador y con el público.
Consideró muy fecundo para el sistema político colombiano que los medios dejen de ser voceros de los partidos políticos, pues esa independencia es absolutamente necesaria para el correcto análisis de lo que debe saber el ciudadano.
Además, cuestionó la filtración de los expedientes de un proceso con el único fin de castigar ante la opinión a una persona sin que haya tenido el debido proceso. “Ese no es el camino”.
Igualmente, lamentó la falta de respeto en este país al derecho a disentir, el derecho a no estar de acuerdo y a controvertir agrediendo.
Recordó al gran liberal Manuel Murillo Toro cuando afirmaba que “con tal de que no se bajen a los insultos, abro amplio campo a la discusión”. “El derecho a disentir es un derecho de todos y sobre todos los temas, eso enriquece la discusión porque para que la democracia exista, es absolutamente indispensable el disenso.”
Y señaló lo que afirma el magistrado José Ferney Paz Quintero: “Que sería de la política sin la caricatura, el ejercicio del gobierno sin oposición, las sentencias judiciales sin salvamento o aclaración de voto”. 

La defensa de la democracia
Según Rodrigo Llano, es mucha la responsabilidad que le cabe al periodismo en la defensa de la democracia, por lo cual cree que se les ha ido la mano en su campaña contra los partidos políticos, porque si éstos desaparecen se pierde la democracia.
Su preocupación es que otra cosa puede llegar como ocurrió en Venezuela, sólo porque unos medios o sus propietarios querían apropiarse de las decisiones políticas de la nación y, realmente, es infame que bajo cualquier circunstancia se pueda colocar el interés personal por encima del interés del procomún.
“Mucho me temo que, en las próximas elecciones de Congreso y luego en las  presidenciales, el desespero de la gente con los abusos y la corrupción modifiquen radicalmente, y no para mejorar, el panorama político actual.

Las redes sociales
El veedor liberal dijo que todo el mundo está hoy inserto en las redes sociales que están afectando la vida de las personas.
Dijo que las redes tienen un valor y se llama capital social. Y el poder de las redes sociales, es el poder de la comunicación.
“Hoy todos somos periodistas, todos somos reporteros, todos somos testigos, todos somos actores, todos somos fotógrafos, todos somos partícipes del mundo en que vivimos e interactuamos instante a instante, las conexiones entre las personas llevan a cambiar las propiedades de lo que somos como grupos sociales. El costo de estar conectado es superado de lejos por el beneficio”.
Al respecto, anotó que hoy se vive el mayor momento de capacidad de expresión en la historia de la humanidad, la digitalización. Y que hoy la gente responde, se comunica. Las personas se han convertido en los mayores productores de contenido y no los profesionales.
Manifestó que una red configura el pensamiento, influencia las acciones, quita independencia y lleva la atención a una idea y se suma a ella.
Además son tan abundantes los contenidos que ya nadie alcanza a chequear todo lo que le llega por Facebook, Twitter, Google+, Linkedin y muchas más, algunas de ellas absolutamente nuevas, de todos los días.
Con el grave peligro de la gente que se vuelve caja de resonancia de toda la basura que inventan los desocupados y que es retransmitida en segundos y por millones.


La posverdad
Para Rodrigo Llano, todo ha cambiado con el nuevo concepto de posverdad, sin T y sin guión, que tiene su pasado en el lema laureanista de "calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda" y en las elecciones en los EE.UU., cuando Adlai Stevenson perdió con Dwight D. Eisenhower en 1952, siendo víctima de una desinformación que no supo rebatir el demócrata y lo llevó a la derrota.
Modernamente este concepto comienza en el 2004 usado por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich y mencionado por Ralph Keyes en su libro "The Post-truth era: Dishonesty and decepcion in contemporary life, pero que fue llevado a la vida política y popularizado el 1 de abril de 2010 por el bloguero David Roberts, quien mencionó el concepto en un artículo de la revista electrónica Grist, en la que afirmó que la relación política - medios de comunicación - opinión pública estaba desconectado de la política pública.
Para no darle largas, dijo, la posverdad es la rebelión de la mentira o la prostitución de la polí-tica en manos de los insaciables del poder, es, en últimas, una conspiración contra la decencia en política, que muestra de cuerpo entero a quienes se lucran de su uso y deja al descubierto la baja calaña de la que está conformados, mental y espiritualmente.
“Los hechos no importan, que les digan que están faltando a la verdad, tampoco, hay que repetir y repetir, hasta la saciedad, para convertir los nuevos postulados creíbles y repetibles por parte de quienes votan, para que la gente vaya a las urnas, como lo reconoció el director de la campaña del No en octubre, pasado a votar ‘emberracados’, ‘con rabia’ y así lograr el propósito que se buscaba de ganar una elección”.
La posverdad fue la ganadora en el Brexit de Gran Bretaña, la que impuso Erdogan en Turquía para develar el golpe de Estado que se le intentó propinar, la misma en el NO plebiscitario de Colombia y en la candidatura Trump en los Estados Unidos. Hechos muy recientes que hacen que debamos poner la lupa en esta palabreja que el diccionario inglés Oxford declaró como la palabra del año en el 2016.
Y los periodistas, alertó, no pueden dejarse engañar y tampoco se pueden convertir en idiotas útiles de esta nueva herramienta de la baja politiquería.

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