El papa Francisco dijo a los jóvenes que los adultos tienen en deuda la Colombia que todos quieren, por lo que los instó a movilizarse con la experiencia del sufrimiento.
Solo bastó salir al balcón del Palacfio Cardenalicio para merecer un estruendoso aplauso. Ofreciendo la paz a los presentes, unas 22.000 personas reunidas en la Plaza de Bolívar, dio comienzo a su dicurso dirigido a los jóvenes del país con una expresión que fue toda una muestra de humildad, pues dijo ser un obispo que venía a aprender.
Terminar una frase insitaba a los presentes a ovacionarlo y acalamar cada palabra que mostraba la gran responsabilidad que tienen las nuevas generaciones que necesitan un país diferente. Por eso, el Santo Padre les recordó, siendo conocedor de la realidad colombiana, que al haber vivido momentos oscuros y de sufrimiento en sus vidas, debían tener en cuenta que "el señor no es selectivo, todos somos necesarios e importantes para él".
El papa recalcó que muchos de los jóvenes crecieron "en ambientes donde la muerte, el dolor y la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados, como anestesiados", pero no dejó de lado el instinto de fe que debía despertar en los mismos, por lo que los hizo corear "Dios nos ama con corazón de padre". Su discurso se tornó en una invitación a actuar, usando todas las experiencias pasadas en pro de su causa: "dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilice", expresó.
"¡Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!", dijo el papa, resaltando la labor de los jóvenes en el camino del perdón y la reconciliación. Sus ejemplos y chanzas también hicieron parte del mensaje que, a medida queavanzaba, era acompañado con gritos de entusiasmo.
En su objetivo de invitarlos a la acción, Francisco continuó diciendo: "Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose", señaló. Para ese momento, el papa reiteró la misión de los jóvenes para ayudar en el perdón, una deuda que tiene el país y que puede partir de los mismos.
A su vez los instó a tener un compromiso con esta causa y no un cumplimiento -bromeando con la composición de la palabra cumplo y miento-, con la espontaneidad que lo caracteriza. El final fue anunciado con un avemaria, con el que culminó sus palabras al bendecir a los presentes.